Revista Cine
Desde hace unos años, con el impulso principal de Oliver Stone, ha surgido un tipo de películas biográficas que aprovechan la narración de la vida, milagros y psicología de un personaje para profundizar también en el espíritu de la época retratada, que suelen ser los años sesenta y setenta, un momento decisivo de cambios y contradicciones.
Michael Mann es un director irregular, capaz de lo mejor y lo peor, pero lo que no puede negársele es que siempre es capaz de entretener al espectador. En esta ocasión da a Will Smith el papel de su vida y éste es capaz de aprovechar la oportunidad para entregarnos una interpretación muy solvente de Muhammad Alí, para muchos el mejor boxeador de todos los tiempos.
Personalmente nunca he considerado el boxeo estrictamente como un deporte. Más bien se trata de una modernización de las luchas de gladiadores de la antigua Roma pero sin armas y prescindiendo de la muerte de uno de los púgiles. En todo caso se trata de saciar la sed de violencia del ser humano, una derivación del antiguo "pan y circo", que en nuestro país no ha gozado de demasiada fortuna. Aquí lo sustituimos por la "fiesta" de los toros.
En todo caso el filme es una excusa perfecta para hablar de la lucha contra la segregación racial, gran compromiso vital del protagonista. En realidad la batalla más ardua de Alí se produjo contra el propio gobierno de los Estados Unidos, al negarse a participar en la guerra de Vietnam, con el sencillo argumento de que él no tenía nada contra el Vietcong, mientras que su país le quedaba aún mucho para garantizar la igualdad de todos sus ciudadanos ante la ley. Fue una batalla dura y valiente, que a punto estuvo de acabar con él, pero que acabaría ganando. Siempre supo poner su libertad y la de sus conciudadanos por encima de su carrera pugilística. Es interesante el discurso que le lanza un personaje sobre la libertad:
"A Dios no le importas tú. Ni le importo yo. En el conjunto no valemos nada. No nos conoce. Existimos. Y es lo único que hizo. Pero está bien, por eso somos libres. La libertad no es fácil. Es realidad y la realidad es jodida. Es trabajar para comer. Andar por tu propio pie. No es fácil ser libre."
La consagración de Alí llegó con el legendario combate contra Joe Frazier celebrado en Zaire. En términos estrictamente cinematográficos aquí se produce el mismo problema que sucedía a Clint Eastwood en "Invictus": reproducir en una película un acontecimiento deportivo del que existen ya espectaculares imágenes televisivas muy conocidas resulta un tanto artificioso. En todo caso Michael Mann sale bien del aprieto, aunque es inevitable para el espectador, una vez visionada la actuación de Will Smith, asomarse a you tube para ver por unos instantes al verdadero Alí realizando los mismos movimientos sobre la lona, pero con más autencidad...