Ceremonia de firma TLC con UE en 2012
A raíz de la discusión planteada en el subcontinente sudamericano por la hipotética vinculación de Colombia al seno de la OTAN, me planteé si estos convenios militares, económicos o sociales eran enlaces beneficiosos para todas las partes o por el contrario como sucede en la mayoría de los asuntos humanos se perciben desbalances y más que alianzas o tratados parecen imposiciones.Nuestro país está vinculado a la ONU y a la OEA como principales asociaciones mundiales y hemisféricas respectivamente, pero además se ha unido a un sinnúmero de instituciones multilaterales como El Grupo de Rio, UNASUR, la Comunidad Andina de Naciones, La OIC, El FMI, La OMC entre otras, pero adicionalmente ha negociado acuerdos comerciales o tratados de libre comercio bilaterales con algunas naciones o grupos económicos como Chile, Canadá, Estados Unidos, Corea del Sur y la Unión Europea además del acuerdo de desgravación arancelaria con la nueva organización denominada Alianza del Pacífico integrada por México, Perú, Chile, Costa Rica y Colombia.
Soy un abanderado del libre comercio y de la integración continental pero conservando salvaguardas que protejan sectores sensibles y a los descendientes de las culturas pre hispánicas con sus conocimientos centenarios.
También debo aclarar que este no es un pormenorizado análisis de los efectos positivos y negativos que traen los acuerdos y vínculos establecidos por los sucesivos gobiernos colombianos, es sencillamente una opinión establecida a partir de la observación simple de cómo nos está yendo con la inclusión en estas asociaciones, ante el nuevo panorama mundial en lo político y comercial.
En los tiempos de implementación del plan Colombia, llego a mi conocimiento las limitaciones que el ministerio de defensa debía tolerar en las listas de proveedores de armas, helicópteros y piezas de repuestos para las campañas que soportaba este plan de ayuda del gobierno norteamericano; estas restricciones estipulaban compras a las compañías de insumos bélicos aportantes a las campañas electorales de los congresistas de esa nación, que conformaban los comités en donde se aprobaban los presupuestos de ayuda con destino a nuestro país; en esas conversaciones en las que conocí de estas imposiciones, descubrí que existían mejores ofertas en lo técnico y en lo económico por parte de otras empresas de armas establecidas en Estados Unidos, pero igualmente resultaba imposible insistir en incluirlas como proveedores debido a los compromisos que se firmaban con Washington en donde se imponían estas condiciones.
Ahora tras haber transcurrido más de un año de la puesta en ejecución del tratado de libre comercio con la unión americana y al menos de dos años con el Canadá y a portas de entrar en vigencia el firmado con la Unión Europea, me cuestiono sobre la favorabilidad de estos acuerdos, los datos hasta ahora recopilados sobre el desempeño de nuestras exportaciones con destino a estos mercados no avizoran mejoras mas que exiguas con respecto a los volúmenes exportados antes de la vigencia de los acuerdos; y por el contrario nuestras importaciones registran sustanciales aumentos, que empiezan a sembrar descontentos y protestas entre los sectores, cuya legislación en los tratados no fue protegida con solvencia ante la arremetida de los productores extranjeros provistos de subvenciones de todo nivel; por ello hemos visto a los sectores agrícolas principalmente, realizando paros con manifiesta violencia, como los caficultores y los productores de papa, además de transmitir este clima de descontentos a otros sectores vulnerables como el lechero, que finalmente este miércoles 12 de junio obtuvo un nuevo compromiso del gobierno para que a través de créditos blandos y asistencia técnica para los pequeños productores, mitiguen las rápidas desgravaciones arancelarias que son parte de los acuerdos.
Al hacer un cotejo, entre las limitaciones exigidas por el gobierno de Estados Unidos con el plan Colombia a través los procesos de compras y adjudicaciones de contratos a determinadas compañías, con los métodos de negociación en condiciones desfavorables para los productores nacionales, de las directrices que regulan el tratado de libre comercio con la misma nación, se comprende el porqué de la implantación de cláusulas incambiables vinculadas a las ayudas del plan Colombia, pero resulta incomprensible que en negociaciones entre socios comerciales, los representantes de Colombia no protejan los renglones más expuestos por la debilidad de nuestra pequeña economía confrontada ante la del coloso norteamericano, amparos que residen en ampliar los plazos de desgravaciones y en la creación alterna de subsidios, bandas de precios y además de la tecnificación para mejorar la competitividad, tal como se expuso el día 12 de junio con la industria lechera nacional.
Con las nuevas intenciones del gobierno Santos de continuar sus planes de integración comercial través de los TLC y de otras asociaciones como la alianza del Pacífico, subsisten muchos otros aspectos por revisar como nuestra deficiente infraestructura o nuestros elevados costos de comercialización energética,que son de los de mayor precio en Latino américa. Así de esa manera mientras existan obstáculos tan marcados, pocas son nuestras oportunidades y ventajas competitivas ante otras naciones, y con ello no estamos realizando convenios provechosos sino más bien creando condiciones para que nuestra economía sea absorbida.
En conclusión hay que desarrollar mejores herramientas de negociación mientras actualizamos la atrasada infraestructura de puertos, carreteras y ferrocarriles, o lo lamentaremos pues los convenios actuales nos golpearan muy fuerte, principalmente eliminando plazas de empleo; aun así la estrategia de encerrarnos en burbujas proteccionistas tampoco es la panacea pues la tendencia es la globalización y el proteccionismo no resuelve la falta de liderazgo, de creatividad y la escasa competitividad.