La mayor parte de los diarios informaron acerca de un “coloquio” que tuvo lugar el viernes pasado en el London School of Economics. Pero solamente La Nación dio a conocer la afirmación extraordinaria que efectuó la embajadora argentina en Gran Bretaña, Alicia Castro, de que Argentina está dispuesta a modificar la Constitución Nacional para llegar a un acuerdo que pueda ser aceptado por los ingleses sobre Malvinas. Los diarios del oficialismo ocultaron en forma miserable la información. “Cuando hay negociaciones y se firman tratados internacionales -dijo Castro-, los países involucrados modifican su legislación doméstica para incorporarlos. La Argentina está dispuesta a hacerlo”. Este compromiso político sin precedentes fue la respuesta de la embajadora a la objeción el ex embajador británico en Argentina, John Hughes, que había señalado la valla insalvable para un acuerdo que significaba la disposición constitucional que establece que la recuperación de Malvinas es “un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. Como lo hemos escrito en forma reiterada en estas páginas, los K están operando para llegar a un régimen transitorio prolongado de ‘soberanía compartida’ con Gran Bretaña, que asegure, en especial, la protección de las inversiones internacionales (inglesas) en el círculo marítimo de las islas, o sea petróleo y pesca. Cuando en Argentina se ventila la posibilidad de reformar la Constitución para habilitar re-reelecciones, nos enteramos que los K tienen en mente, además, eliminar la cláusula acerca del carácter “irrenunciable” de la soberanía nacional. Los medios de comunicación de Argentina no avanzaron en el desarrollo de esta declaración sin precedentes, ni los oficialistas ni los opositores. Lo anunciado en Londres es, sin embargo, lo más importante de todo lo ocurrido en una semana política que fue abundante en conflictos económicos, políticos y sindicales.
Alicia Castro fue tan lejos en el compromiso de abandonar la defensa incondicional de la soberanía nacional, que respondió con un “no estoy aquí para especular”, a la pregunta de un funcionario inglés sobre si “la Argentina contempla en teoría un proceso de negociación que pueda terminar en algo que no sea la cesión de soberanía”. Para justificar la falta de una respuesta negativa rotunda, la embajadora añadió: “Como todo diplomático, yo sigo órdenes. A mí me han dado instrucciones para que diga que queremos abrir el diálogo”. Las órdenes que recibió Castro, como se ve, son la posibilidad de “terminar en algo que no sea la cesión de soberanía” de Malvinas a la República Argentina.
Los K eligieron para emprender esta trapisonda a una militante chavista, para añadir una cuota de cinismo a esta operación diplomática entreguista. Alicia Castro fue embajadora de Argentina en Caracas durante casi una década. Es la vieja táctica de poner el guiño a la izquierda y doblar a la derecha.
Jorge Altamira