Revista Música

Alicia de Larrocha, la vocación y el amor a la música

Publicado el 09 enero 2017 por Agustin @TecleaTeCrea
Escojo para el título de este post (y no me ha sido fácil entre tantos posibles para laudar a tan gran intérprete musical) uno que emana de sus propias palabras. Está elegido de una entrevista radiofónica en Argentina (pág. 232 del libro del que ahora hablaré), sobre las cualidades que debe tener un pianista dijo "Ante todo, amor a la música. Con esto se logran cosas increíbles. Se demuestran con una vocación y una devoción (...) creo que es importantísima la vocación".
Estas recientes fiestas he disfrutado muchísimo leyendo el volumen "Alicia de Larrocha. Notas para un genio" escrito por Mònica Pagès Santacana para la editorial Alba en su colección, dirigida por Luis Magrinyà, Trayectos. Tengo por costumbre marcar las páginas que me parecen más interesantes doblando sus esquinas. En este caso debería haber hecho al revés, pues casi todas están señaladas :) y subrayados los pasajes esenciales, pues no sólo para entender la biografía y el estilo pianístico de la genial intérprete (me sumo en el calificativo al título, y que hacía sus "atrevimientos", que así llamaba a sus incursiones en el mundo de la composición, también), sino para conocer muchos de los secretos de la, podríamos denominar "intrahistoria de la música clásica española reciente".
Una vez escuché una frase a un catedrático de piano preguntado por mí sobre su manera de interpretar la música española: "tengo sangre mora", dijo. Se me quedó grabada en la memoria tal respuesta y la verdad es que con el tiempo puedo entender la profundidad de tal aserto. En su aseveración iba implícita que los genes son importantes para un músico (no lo más importante). Y entendí mucho más esta frase cuando, en el árbol genealógico de la pianista catalana, encontré ya entre sus ancestros un abuelo (por parte paterna) nacido en Granada, tres bisabuelos por la misma línea de ahí y de Algeciras (Cádiz) y una bisabuela (por la rama materna) de Sevilla :)
El prólogo de su hija es enternecedor y nos ayuda a entender, junto con las palabras introductorias del director-pianista, uno de mis predilectos, André Previn, su concepto de la música constantemente creativo, nunca estático. Espero sea sólo el primero de muchos más libros que estudien y glosen este gran iceberg que es Alicia de Larrocha, del cual en la publicación atisbamos sólo la parte más visible, pero creo que una vez profundicemos en sus entrañas encontraremos más y más motivos para acercarnos a su magno legado, un corpus impresionante de grabaciones a analizar exhaustivamente, a mi juicio. 
No debe olvidarse que esta pianista es de las pocas que, respetando la textualidad de las obras al máximo, exhiben "personalidad pianística", dicho de otro modo, puedes ir en tu coche escuchando la radio y sonar una obra de piano en el momento de conectar con la emisora y saber que es ella quien la toca y no otro intérprete (mi manera rápida de identificarla es por su acentuación característica de los finales de grupos breves de ligaduras).
Os dejo, a modo de aperitivo unas frases para que vayáis haciendo boca y acercándoos pronto a las librerías a agotar esta obra tan suculenta, recomendable y recomendada:
Pág. 12: "podía hacer una paella" (André Previn) Pág. 21: (sobre su apellido) "Fue José de Larrocha Sánchez, bisabuelo de Alicia, el que lo acabó uniendo" Pág. 42: (sobre Frank Marshall, llamado por Joaquín Turina "el maestro de los prodigios") "nunca permitió que yo hiciese más de lo que me permitían mis posibilidades" Pág. 59: (sobre su escolarización, todo un acierto demostrado en la práctica ir "más allá del sistema establecido", en mi opinión) Pág. 60: "El método pedagógico es el de la persona mayor que juega con ella "a tocar el piano". Nada de enseñanza pura" Pág. 74: (sobre las muchas horas estudiadas diariamente, no hay otro camino) Pág. 79: (sobre la visión tan políticamente incorrecta actualmente del Padre Sopeña de "los peligros" de "toda mujer puesta al piano" -sic-) Pág. 91: (un incidente con un vecino, la entiendo perfectamente, a mí me tiraban algo más desagradable en el patio;) Pág. 105: (la visión de una pianista que injustamente no gana un concurso, algo tan tristemente normal en el mundo del "atletismo pianístico", el entrecomillado es mío)  Pág. 129: dos regalos de boda maravillosos Pág. 132: Rodrigo sobre la situación musical española (pasan las décadas y sigue "parecida", añado): "Nos contentamos con ser país importador sin nigún entusiamo, capacidad u organización para exportar" Pág. 147 y ss.: (sobre lo poco que le agradaba grabar) "(...)sin contar que las tardes las dedicaba al castigo cruel de escucharme ¿No es verdad que hay motivos suficientes como para acabar loco?" y como dice en la pág. 171 "esto de los discos acaba con los nervios del más pintao" Pág. 150 y ss.: (introducción en el mercado norteamericano) Pág. 217, crítica de Harold Schonberg ("el crítico", diría yo:) "Es una intérprete superlativa (...) un gran músico que toca Bach con autenticidad, ritmo y claridad, que toca la música romántica con estilo y color. Pero lo que pasa es que nació en España (...)" Pág. 232: (sobre el perfeccionismo ante sus propios discos): "No los puedo oír jamás, me pongo enferma..." Pág. 272: entrevista muy personal Pág. 312: sobre las grabaciones de sus Iberias y Goyescas.
Escrito con conocimiento profundo, totalmente engastado de joyas epistolares, con un listado de premios recibidos, una útil cronología, una selección de grabaciones (su discografía es antológica, prácticamente inabarcable), un índice onomástico y un CD interesantísimo con registros inéditos en directo, de los cuales destaco por lo curioso los tracks 11 a 13, con música de Marshall (su maestro), Torra (su marido) y Mompou (su amigo).
Me hizo mucha ilusión encontrarme con un pasaje sobre su amado maestro Marshall en el que cuenta  sobre (una de las posibles) Improvisación sobre El pelele de Enrique Granados, de la que tuve el placer de ser el pionero en su edición y hasta la fecha, único transcriptor: "una vez tuvo que hacerle de pasa-página para interpretar su obra El pelele y que, de pronto, se dio cuenta de que Granados no estaba tocando ni una sola nota del pentagrama, sino que esta improvisando sobre la obra que había compuesto". (Pág. 32).
Anteriormente he desgranado mis recuerdos de ella (y hace poco he tenido la suerte de encontrarme en mi archivo con su autógrafo manuscrito en otro concierto). He tenido el honor y el gran privilegio, gracias a la gentileza y amabilidad de su hija, verdadera factótum de la obra de la artista, que presida honoríficamente el concurso de piano que hace varios años promuevo desde esta página.
¡El amor a la música siempre es fructífero, su vida lo demuestra! Nuestra vocación sea admirarla con conocimiento, como decía el sabio: conocer es amar, los enamorados de la música clásica ya la conocíamos bastante, ahora la conoceremos más y más la querremos...

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