Revista Opinión

Alicia, la apóstata

Publicado el 09 abril 2013 por Cronicasbarbaras

Buena parte de los dirigentes autonómicos del PP comienza a ver a Alicia Sánchez Camacho como una apóstata, una traidora a la idea de la igualdad constitucional de los españoles por pedir públicamente que Rajoy considere las particularidades catalanas para mejorar su financiación, lo que reduciría la de las regiones más pobres.

La líder del PP catalán se está uniendo así a las reclamaciones con las que empezó CiU, que inicialmente sólo quería mejorar los ingresos de la Generalidad teniendo en cuenta que aporta más al Estado de lo que recibe.

Aunque después pidió un sistema fiscal como el vasco y el navarro y, al negárselo la Constitución y Mariano Rajoy, reclama ahora la independencia.

Mientras, en el País Vasco se multiplican los carteles de la izquierda heredera de ETA y Batasuna con el lema de “España nos explota”, nacido en Cataluña, a pesar de que gracias a su concierto económico esa Comunidad está subvencionada, aunque poco, por el resto de España.

Y el PP vasco defiende también esta diferencia que le da ventaja a sus ciudadanos sobre los del resto de España, y exige mantenerla porque alega que es constitucional, pese a no ser equitativa.

El gobierno de la Comunidad de Madrid, que aporta al Estado casi 80.000 millones de euros en distintos impuestos y recibe sólo 17.048 para sus presupuestos de 2013, también empieza a protestar al considerarse maltratado.

Porque en regiones subvencionadas como Andalucía, que en 2012 aportó 10.071 millones de euros en impuestos, pero que tiene un presupuesto de 30.706 millones para 2013, los ciudadanos tienen ventajas de las que carecen los subvencionadores.

Ejemplo: una sanidad sin restricciones, y libros y ordenadores gratis para escolares, algo inexistente en regiones donantes, como Madrid, Baleares o Cataluña.

Un galimatías con el problema añadido de que Rajoy y la dirección del PP, que parecen acobardados ahora por el nacionalismo independentyista, en lugar de plantársele está cabildeando con él prometiéndole dinero, al permitirle un mayor déficit, para apaciguarlo.

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