En general el mejor momento para que nuestro bebé comience con la alimentación complementaria (comida que no sea leche) son los 6 meses (a no ser que el pediatra nos recomiende otra cosa) ya que es el momento en el que son capaces de mantenerse más o menos sentados, coger cosas con la mano (comida) y llevárselas a la boca y el momento en el que seguro que no tienen el reflejo de extrusión, encargado de hacerles escupir todo aquello que entre en la boca y no sea leche. A los 6 meses aprovechamos su curiosidad, así probarán nuevos sabores, conocerán nuevas texturas y poco a poco se irán acostumbrando a la alimentación del resto de sus vidas
Es evidente que esta situación nos preocupa mucho a los padres, que nos vemos impotentes ante el plato de comida. En estos casos podemos:
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Ofrecer comidas de forma regular. Esto es mejor que dejar que el niño vaya "picando" todo el día, de hecho, debemos evitarlo.
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Estableceremos unas rutinas y horarios.
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Si es posible, comer al mismo tiempo que el niño, ya que así aprenderá de nosotros.
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Poner en el plato lo que el niño come, no llenarlo excesivamente esperando que se coma cantidades industriales. Los bebés comen en relación a su tamaño mucho más que los adultos, más vale que nos quedemos un poco cortos ya que siempre pueden pedir más cuando terminen.
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Intentar que las comidas sean agradables, elaborando comidas vistosas y atractivas que "entren por los ojos" y sociables, comiendo en un sitio tranquilo y relajado, sin ver la tele (para evitar distracciones), usar platos y tazas de colores que les sean atractivos y no tener prisa aunque algunos bebés van un poco lentos, tampoco debemos dejar que se eternicen, una duración correcta sería alrededor de media hora.
Sin embargo debemos intentar comprenderlo:
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Nunca debemos forzarlo para que coma, si gira la cabeza, empuja el plato, grita, escupe o mantiene la comida en la boca y se niega a tragar, significa que ha comido lo suficiente.
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No debemos demostrar que estamos preocupados porque no come (aunque nos cueste trabajo) es aconsejable quitar la comida de la mesa sin hacer ningún comentario.
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Es una buena idea que los niños utilicen los dedos para jugar con la comida aunque se ensucien.
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Si el niño deja comer durante una comida, intentaremos animarle una vez más a tomar algo,
si tenemos éxito, le recompensaremos demostrándole que estos contentos, premiándole con un ¡qué bien!¡bien hecho! y sonriéndole, y ofreciéndole un premio como un paseo o un tiempo de juego especial juntos. NUNCA le daremos un premio alimentario. -
Cuando el niño pasa una temporada y se muestra caprichoso con la comida o rechaza los alimentos, es mejor no ofrecerle alimentos nuevos. Debemos dejar que intente comer solo, proporcionándole trozos pequeños que pueda coger.
Debemos tener en cuenta que obligar no es la solución, tampoco gritar, castigar, sobornar, ni guardar la comida para la merienda o la cena. Cuanto más tranquilos estemos mejores resultados obtendremos.
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