Sin título - Marianne Ayleen Klock
Hace un par de días estaba viendo televisión cuando me encontré con una entrevista a Claudio María Dominguez, respecto de quien, sinceramente no tengo una opinión muy formada todavía... Leí y escuché cosas de él que me gustaron, otras que no tanto y otras que para nada.Pero más allá de mi opinión personal sobre Claudio María Domínguez o sobre el concepto que yo pueda llegar a tener de él, en esa entrevista en particular dijo cosas que me hicieron pensar y tomar consciencia de algo: la forma en que nos alimentamos.Habló de la matanza y la tortura de animales, de lo terrible que es la experiencia de muerte para muchos de ellos a nivel mundial, y en un momento se llegó a comparar estos mataderos con los campos de concentración humanos. Se dijo, en la entrevista, que no podemos pretender y reclamar seguridad para nosotros, seres humanos, cuando violamos todos los días la seguridad y los derechos a la vida de los animales, que no podemos vivir en paz cuando día tras día nos alimentamos en base a la violencia, que no podemos educar a nuestros hijos en armonía cuando les enseñamos a alimentarse en base a la sangre de otro ser vivo... La verdad es que no es la primera vez que escucho los argumentos de personas que tomaron la decisión de descartar la carne de sus dietas, ni la primera vez que escucho sobre maltrato o matanza animal. Pero es la primera vez que la cabeza o el corazón o el alma (sinceramente no se) me hizo un click y se me cayó parte de mi estructura... la poca que me viene quedando diría yo, de mi vieja estructura. Pensé en ese instante que era temporal mi reacción, que ya me pasaría. Por eso al día siguiente, como siempre, fui a comprar las milanesas de pollo para preparar el almuerzo. Y ahí vi algo que, seguramente pasa todo el tiempo y pasó miles de veces frente a mis ojos, pero a lo que nunca había prestado la atención suficiente... la atención consciente: una persona había pedido medio pollo, entonces la vendedora paró al pollo (muerto, por supuesto... era una pollería!) sobre una tabla y lo cortó en dos con un golpe de cuchillo. No pude evitar ver un cadáver, pensar en un cadáver, saber que ese cadáver había sido en algún momento un ser vivo con su mirada, sus movimientos, si ciclo de vida, para terminar ahora muerto y servido en una mesa. Me negaba, todavía, a entregarme a mi click. Entonces me preparé, a pesar de todo, mi milanesa. Pero saben qué? no la pude comer. Se me revolvió el estómago como nunca antes en mi vida. Y me dije: no quiero comer muertos, no quiero matar para comer y no quiero que nadie mate y torture para que yo coma. Se que no podría ver ese asesinato y volver a comer carne, sería demasiado repugnante. Si toda mi vida comí carne fue porque nunca llegué a ver la forma en que se mata un animal para ponerlo en la mesa. Y ahora que imaginé esas muertes, no creo poder volver a comer carne y sangre. Cuando uno hace algo en forma consciente, necesita que ese algo que está haciendo sea lógico, razonado, satisfactorio. Y yo no puedo comer, conscientemente la carne de otro ser vivo. En ese momento le dije a Dante "creo que no voy a volver a comer carne". Me miró y me dijo "y bueno amor, esa es una decisión de vida que te corresponde a vos". Me sentí feliz por su contención. Pero a la noche, cuando fuimos al hipermercado a hacer las compras para la semana y yo armaba el carro en base a una dieta sin carne mi preguntó: "Entonces es verdad? no vas a volver a comer carne? mmmm... ya tengo miedo, no se con qué me vas a salir después de esta"... jajaja ya me parecía mucha comprensión de golpe. Igualmente convertirse en vegetariano es una decisión que pasa por uno, no se puede obligar a nadie y tampoco se puede explicar a nadie que esté en otra etapa o en otro proceso interno. La única que me comprendió fue mi hermana (esa que les contaba AQUI que le gusta el fútbol). Mi otra hermana me dijo "mmm". Ella casi siempre contesta así nomás... nunca se si es que no le importa, que está pensando en otra cosa o piensa algo y no lo quiere decir porque es algo malo jaja. Y mi mamá, que es la otra persona a la que se lo conté, me dijo "yo siempre quise ser vegetariana, pero me gusta mucho la carne" jajaja... o sea, está en otra, nada que ver. Yo por mi parte, hace tres días que no como carne, aunque sí le preparo comidas con carne a Dante (así que un poco culpable me siento, no les voy a mentir, pero esa ya no es mi decisión) y me siento de lujo. Ya tengo mis provisiones de lentejas, garbanzos, arroz, fideos, verduras, semillas y soja. Y por supuesto que tengo en programa ir a un nutricionista que me asesore sobre lo que tengo que comer y cómo organizar mi dieta para suplir las proteínas animales que ya no voy a consumir. Lo que no sé como voy a afrontar es la estructuración de la dieta de mi hija. Soy responsable si le quito la carne a sus comidas? Soy responsable si le enseño que está bien comer animales muertos? Soy responsable si le digo que yo no como animales muertos porque estoy en contra de la tortura y la matanza, pero le digo que ella si los tiene que comer porque los necesita para alimentarse? Como no sé todas esas respuestas veré también con un profesional de la nutrición si se puede alimentar a un niño sin carne, con todos los nutrientes que necesita. Ya veremos. Dante quiere que coma carne. Yo no. En qué líos me meto, no?
Ya les iré contando como desato estos nudos.