“La verdad es la hija del tiempo, no de la autoridad” -Sir Francis Bacon, Barón de Verulam.
Hola, chicas y chicos de Mentalidad Fitness. Una vez más, estamos aquí con la continuación -en esta tercera parte- de Alimentación saludable y comida sana para niños. Puedes leer la primera parte y la segunda parte clickando sobre los enlaces en este párrafo.
Hoy, vamos a hablar acerca de: ¿Qué es comer mejor? Y para ello profundizaremos en otras cuestiones relacionadas con la misma, con la intención de dar respuestas prácticas enfocadas a un cambio en la alimentación; un cambio para comer mejor.
¡Vamos a ello!
¿Cómo cambiar la alimentación y hacerla más saludable?
En el título del artículo lanzábamos la pregunta: ¿Qué y cómo comer mejor?
Llegados a este punto, la cuestión del qué –es comer mejor– se resuelve a sensu contrario, esto es, aquello que no es comida basura o ultraprocesada. Optar por alimentos de verdad: verduras, hortalizas, arroces y pasta* (controversia aceptada), cereales integrales o de grano entero de calidad (no cereales comerciales, harinas refinadas), lácteos, carnes, pescados, huevos, frutas, AOVE, aceite de coco, mantequilla y frutos secos.
O bien, descartar: bollería, carnes procesadas, dulces, snacks fritos y salados, platos preparados, productos con ingredientes refinados o de baja calidad.
Espera, Dicen que la carne es mala, por eso hay que descartarla, ¿No? ¿Qué sucede con la carne que no es procesada? ¿Produce cáncer? Es que, no me da confianza, ¿Sabes?
He visto documentales, y la carne es mala. Produce enfermedades. Es cancerígena.
Yo también he visto documentales, y bastantes sobre este tema. Como es un eterno y ético debate, vamos a apoyarlo en un simple punto: si estás de acuerdo, consume carne, pescado, o huevos.
Tu gesto, tiene consecuencias.
Particularmente, me gusta la carne, me gusta comer pescado, y huevos. Por tanto, no soy ni vegetariano, ni vegano. Respetando ambas posturas, sí que me inclino -en la medida de lo posible- en apostar por un consumo sostenible, eligiendo productos como los huevos camperos -numeración 1-, ecológicos -numeración 0- o, de numeración 2 (ya que no siempre el presupuesto es tan flexible, y depende para qué los utilice); carne de producción ecológica, de pasto, o pescado salvaje.
El costo, es más elevado. Sin embargo, a efectos de salud merece la pena, en mi opinión. O, al menos eso quiero creer.
La carne no tiene, a día de hoy, relación con el cáncer per se.
La carne procesada (hamburguesas, bacon, jamón cocido), aquellos que contienen aditivos sí que lo son. Se está estudiando la relación del consumo de carne roja con diferentes tipos de cáncer, pues de momento, no existen estudios concluyentes. La OMS se pronunció a este respecto.
No nos olvidemos que cuando compranos: pavo en lonchas, jamón cocido, braseado, embutidos y productos carnicos procesados la etiqueta no engaña. Generalmente, estamos comiendo entre un 55 y un 70% de producto cárnico. El resto, no lo es.
La carne roja ha sido clasificada como Grupo 2A, probablemente cancerígena para los seres humanos. ¿Qué significa esto?
En el caso de la carne roja, la clasificación se basa en evidencia limitada procedente de estudios epidemiológicos que muestran una asociación positiva entre el consumo de carne roja y el desarrollo de cáncer colorrectal, así como una fuerte evidencia mecanicista.
La evidencia limitada significa que una asociación positiva se ha observado entre la exposición al agente y el cáncer, pero que no se pueden descartar otras explicaciones para las observaciones (denominado técnicamente sesgo o confusión).
¿La carne procesada fue clasificada como Grupo 1, cancerígeno para los seres humanos. ¿Qué significa esto?
Esta categoría se utiliza cuando hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en humanos. En otras palabras, hay pruebas convincentes de que el agente causa cáncer. La evaluación se basa generalmente en estudios epidemiológicos que muestran el desarrollo de cáncer en humanos expuestos.
En el caso de la carne procesada, esta clasificación está basada en evidencia suficiente a partir de estudios epidemiológicos que muestran que el consumo de carne procesada provoca cáncer colorrectal.
Como vemos y ya hemos dicho antes, no hay suficiente evidencia para apoyar la tesis -a día de hoy- de que la carne roja es cancerígena. Además, contamos con que hay otras variantes: no todo es carne de res. Pollo, pavo, conejo, cerdo, son también carnes, si bien son consideradas carnes blancas.
Y, otro menester es la utilización de antibióticos en los animales y, que quedan “incrustados” en la carne que consumimos.
Por último,
¿Debemos evitar este tipo de productos que hemos visto hasta ahora en nuestros niñas y niños?
La respuesta parece evidente. Los niños son más activos que los adultos. Ellos no padecerán la vertiente estética del problema de la obesidad y sobrepeso -como es el estar gordo- en la misma incidencia que los adultos. Hay niños gordos, niñas gordas porque comen más de lo que gastan, y encima, comen mal.
Todos deberíamos evitar comer mierdas, por nuestra salud. Y más, si cabe, los niñ@s. Pues tienen que aprender a hacer decisiones por sí mismos. Y deben entender por qué. Lo que no es comida sana para adultos, no lo es para los niños.
No hay snacks de comida ultraprocesada adaptada a los niños. Eso es una mentira demasiado fácil y barata de decir en los comerciales de televisión. No están adaptados porque tengan un 40% menos de azúcares, o un 30% menos de grasas de palma, aceites de mala calidad, o no tengan conservantes. Porque al final, una mierda es mierda con azúcar o sin ella.
Nos leemos en la próxima y última entrega de Alimentación saludable y comida sana para niños. Capítulo IV: ¿Cómo comer mejor?
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