Leo en el magnífico blog de Bioética hoy el dilema en el que están inmersos unos padres: En el hospital de
Santiago hay una niña de 12 años a la que sus padres piden que se deje morir en
paz. La niña sufre desde pequeña una enfermedad neurodegenerativa grave que
empeoró en junio de este año debido a una trombopenia (disminución de la
cantidad de plaquetas en sangre), la cual le ha provocado una desnutrición
calórico-protéica importante. No obstante, actualmente es capaz de respirar, y
mantiene por sí sola sus constantes vitales. Es decir, que no requiere de
soporte mecánico para mantenerse con vida. Tan solo necesita alimentación de
forma artificial, mediante gastrostomía endoscópica percutánea. En esas
circunstancias, retirarle la alimentación e hidratación sería inhumano, porque
se lograría con ello matar de hambre a una persona.
Importante tener las ideas claras. La alimentación e hidratación son medios ordinarios. En el estado actual la niña no sufre. Es totalmente comprensible el sufrimiento de sus padres. Es a ellos a quienes hay que aliviar, acompañar, arropar, pero ¿es la solución terminar con la vida de su hija?