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Alma ?* - 1792+

Publicado el 18 junio 2023 por Hugonote @Casagrande_Jose
ALMA ?* - 1792+

(relato disponible en audiobook)

Marusa y Angus McHabil, el hombre fuerte del circo, se encontraban en un paraje remoto al Sur de Aragca, en la zona colindante con el país de los Valier. Estaban en las afueras de una pequeña comarca que alguna vez fue parte de los dominios de una familia de Marqueses conocidos como los Braganza Barrenetxea.

Ante ellos estaba una tumba abierta, o mejor dicho, que ellos acababan de abrir. En las inscripciones de la lápida se alcanzaba a leer el nombre ALMA, de nacimiento desconocido y considerada fallecida en 1792. Era una tumba modesta aunque ciertamente antigua y olvidada.

Por varias horas, Angus había cavado hasta tocar el sarcófago de piedra que estaban buscando, algo muy extraño para una tumba de tan pretendida modestia.

Con cuidado, Angus quitó toda la tierra alrededor del sarcófago con el fin de poder separar fácilmente la tapa, que aunque pesada para un hombre normal, no le fue muy difícil para alguien con el extraordinario físico de Angus. Dentro del sarcófago estaba tan solo un esqueleto sucio de una mujer, quizás no mayor de 13 años, pero llamaba la atención una serie de cuerdas de cuero, bastante podridas, que estaban alrededor del cráneo.

- Con toda seguridad esta es la que buscamos - anunció Marusa, al mismo tiempo sus ojos brillaron con especial entusiasmo.

- ¿Cómo podemos estar seguros de que estos sí son los restos correctos? Ya otras veces nos hemos equivocado. Además, no veo que tenga anillos en las manos, a no ser que "otros" antes que nosotros hayan hecho una faena similar a la nuestra y se hayan llevado las joyas - indicó Angus con gesto algo enojado.

- Mi querido Fortachón, es un mito que el cuerpo de Zaida haya sido enterrado con joyas y homenajes. Es más bien al contrario, en la precariedad se distinguen los restos auténticos.

- Ja, ¿cómo es eso Marusa? Se supone que Zaida era una princesa muy sofisticada y con riquezas más allá de la imaginación.

- Te lo digo y te lo repito, son mitos y leyendas que se han formado desde la época en que murió hasta nuestros días. Puedo contarte como ocurrieron "en realidad" todos los eventos relacionados con estos restos que tenemos aquí ante nuestros ojos.

- Dale mujer, soy todo oídos, cuéntame cómo llegó este esqueleto aquí.

ALMA ?* - 1792+

- Muy bien, presta atención a la historia. Se dice que una tal Baronesa de nombre Johana Mazarredo, bastante pobre ella, aunque muy educada, tenía una hija que acababa de menstruar por primera vez y, por tanto, en edad de casar. La chiquilla era de aspecto un tanto lánguido, aunque de una belleza bastante singular y a la cual le encantaba pasar horas y horas sentada tocando un clavicordio. Poco o nada le interesaban los nobles pretendientes con los que su madre la quería emparejar; muchos de ellos concluyeron que la chica no serviría de esposa. Desesperada, Johana decidió consultar al Pastor de la comarca, Don Segismundo Garcia, que era un reverendo formado en las doctrinas calvinistas y podía recitar de memoria todos los escritos del Doctor Martín Lutero.

Don Segismundo, luego de observar a la extraña niña y hacerle algunas pruebas de rigor, quedó convencido de que se trataba de un caso de posesión diabólica y convenció a Johana de que aquella muchacha que tocaba el clavicordio no era su heredera, sino que se trataba de una criatura maligna que había sustituido el cuerpo de lo que alguna vez fue su hija.

El Pastor le dio una poción a Johana para que le fuera administrada a la criatura antes de las seis de la tarde, la cual la haría dormir profundamente. Johana proporcionó dicha sustancia a Zaida que tocaba el clavicordio en la cena de la tarde y esta quedó profundamente dormida.

Sin perder tiempo, el Pastor procedió a colocarle una pequeña cruz de madera en la boca y con un hilo le cosió los labios para que no la fuera a escupir, y le rodeó la cara con correas para asegurarse de que el talismán permaneciera en la boca de la poseída. Luego procedieron a montar a la muchacha en una carroza, para llevarla lejos de allí.

Se dice que Don Segismundo viajó durante varias horas hasta otro pueblo en donde, junto con su superior, colocaron viva a Zaida en este sarcófago y lo cubrieron de tierra, marcando la tumba con una lápida con el distintivo de ALMA ?* - 1792+. Anclando aquí mismo uno de los posibles cuerpos de Zaida a este mundo material y su alma sepultada y encadenada por los Querubines en algún lugar perdido entre los abismos estelares.

- Pues todo coincide según tu historia querida Marusa. No quedaría duda de que estos son los restos que buscamos.

- Deben ser los restos; sin embargo, revisa la mandíbula del esqueleto a ver si tiene la dichosa cruz de madera.

Angus, sin mayor cuidado, procedió a quitar todas las correas de cuero que rodeaban la calavera de Zaida y al poco rato mostró a Marusa la cruz de madera, un tanto estropeada por el azar del tiempo y las circunstancias.

- La hemos encontrado - dijo triunfante Angus, lleno de entusiasmo.

Pero Marusa no estaba para celebrar; Angus se dio cuenta de que la mujer le estaba apuntando con un revólver.

Marusa no dudó ni un momento en hacer uso de su arma; en el sarcófago ahora también yacía Angus. Ella tomó la cruz de madera diciendo:

"Gracias, querido Angus, pero esto es lo único que necesito. Y tú, querida 'Alma', ahí tienes alimento. Tu clavicordio volverá a sonar de nuevo".

Marusa observó con una mezcla de temor y fascinación como una débil luz comenzaba a emerger de entre los restos de su antiguo compañero, la luz se fue haciendo mas y mas fuerte hasta que prácticamente la encegueció por unos instantes y luego súbitamente desapareció. Marusa estaba sorprendida aunque sabia exactamente que estaba ocurriendo.

Alma, ahora revivida, gracias al cuerpo y sangre de Angus, parpadeó lentamente mientras intentaba asimilar su nueva existencia. La confusión y el desconcierto se reflejaban en sus ojos, había en ellos un destello de maldad y pureza al mismo tiempo. Marusa la contempló con algo de duda e inquietud, su mano izquierda apretó sin querer la cruz de madera en gesto involuntario de protección.

" Es tan solo un cuerpo animado, sin alma", se dijo a si misma Marusa para lograr algo de sosiego.

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