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Alma de cántaro

Publicado el 25 febrero 2013 por Bypils @bypils

Aviso : He colgado este texto en la página tusrelatos.com y le han asignado un tiempo de lectura de 12 minutos.

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Alma de Cántaro, según el insigne Diccionario del Uso del Español María Moliner es: Persona despreciable, insensible, incapaz de entusiasmo, generosidad o cualquier sentimiento o interés noble. Lo de “Cántaro” viene porque está hueco. Vacío. Alma Vacía podía ser, también una definición Curiosamente, yo utilizo esta expresión de forma incorrecta o, por lo menos, diferente. Para mí, alma de cántaro es alguien ingenuo, inocente… Esta es la acepción en la que se basa este relato…ingenuo.

Se sentía feliz. Tal vez “feliz” fuera una palabra demasiado gorda para aquella sensación de bienestar y satisfacción que le embargaba , pero no tenía otra en su repertorio verbal para dar cabida a la bonanza y serenidad de su espíritu.

Por primera vez en muchos años, sentía que su vida funcionaba razonablemente bien.

Mientras saboreaba un delicioso espresso, 100% Arábica, dejó de prestar atención a la prensa para mirar por la ventana. Su vista se perdió en el pequeño jardín que su mujer, había convertido en un espacio natural y con un cierto aire rústico. Las vigas envejecidas sobre el césped, el mimbre, las cortinas de lino color crema que resguardaban del sol en el porche…y el cántaro…

Ese cántaro.

Sonrío al recordar cómo lo habían encontrado. En una casa ya prácticamente derruida. En un pequeño pueblo. Su esposa, se había encaramado en lo alto de una montaña de escombros, hasta poder alcanzar aquel cántaro. Sin sus esfuerzos de sujeción, por eso, nada de eso hubiese sido posible, ya que en toda la operación, estuvo sosteniendo su delicioso y gran trasero, a pulso, con las dos manos… Como era previsible, la torre se desmoronó y los dos cayeron al suelo pero, el cántaro, sobrevivió al impacto. Ahora, además de ser la anécdota aventurera preferida de la pareja, adornaba uno de los rincones más especiales del jardín, bajo el sauce llorón.

Transcurrió una semana y, después, un mes y durante ese tiempo, siguió sintiendo esa sensación de felicidad, bienestar, equilibrio, satisfacción o…lo que fuera eso.

Magnífico.

Pero, un día, lo dejó de percibir. Ya no se sentía feliz… Descubrió que su vida, en esencia, no había cambiado ni un ápice pero sí la de los otros…Nada de lo que sucedió, afectó directamente a él o a su mujer que eran lo que se denominaba “la unidad familiar”. En cambio, en el entorno más cercano a “la unidad”, se produjeron sucesos vitales que alteraron su paz interior : Su padre y las pruebas médicas que confirmaron la demencia, sus amigos del alma, divorciándose o el despido masivo de muchos compañeros en la empresa en la que trabajaba. Lo que acaecía en esas vidas, no le permitía disfrutar plenamente de su momento estelar de satisfacción personal…

Aunque fuera un pensamiento egoísta, debería estar aislado del resto de la humanidad, para así, evitar que esa sensación de angustia, se fuera extendiendo en su vida pero…precisamente su naturaleza generosa y su vínculo con familia y amigos, no le permitía más que sufrir, ante el infortunio de los suyos. En eso pensaba, sentado en uno de los butacones del porche, tomando un whisky de malta que debería estar paladeando con deleite…

Entonces, oyó un susurro hueco que no supo adivinar de dónde venía. ¿Era su nombre? ¿Quién estaba llamándolo? Se levantó e inspeccionó el pequeño espacio verde que había conseguido entre tanto cemento, al comprar un bajo con jardín. Escudriñó la parcela ya que dominaba visualmente los cuarenta metros cuadrados que ocupaba e, incluso, se apostó al lado de la valla del vecino, a ver si era él el que lo llamaba, aunque le parecía improbable después del incidente “Barbacoa”: “El-humo-llega-a-mi-casa”, “Me-ha ensuciado-la –ropa-tendida” y la respuesta de su mujer “Cómprate-una-secadora”… Volvió a sentarse, seguro que el viento y su abstracción le habían jugado una mala pasada, cuando oyó, de nuevo, la vocecilla, con un eco sordo, increpándole. Parecía venir del sauce, allí dónde estaba el cántaro…

Dentro del cántaro, el alma de cántaro, pugnaba por salir de allí. Unos la llamaban “alma”, otros “genio” , otros “superstición” e, incluso, había quien había osado a llamarla “botijo”, cosa que le dolía profundamente…Llevaba años encerrada en el cántaro, esperando que uno de esos estúpidos seres humanos, lo llenara de agua y bebiera de él, a la vez que se pedía un deseo. ¡Mira que era fácil! Pero… los Dioses no habían tenido en cuenta la evolución de toda esta gente que, de repente dejó de ir a los ríos y a las fuentes a por agua. Lo que antes era un artefacto de uso diario, ahora se había convertido en un objeto obsoleto, sin ninguna utilidad… Puro adorno en los jardines domésticos de los bajos de urbanización…Ahora mismo, el cántaro estaba situado, debajo de un sauce, muy pesado, que no hacía más que llorar…Sus hojas, caducas, caían en su interior, ensuciándolo y haciendo más difícil que algún día, lo llenaran de agua y se la bebieran…Era duro admitirlo pero…¡Si por lo menos hubiese sido un botijo!

Cuando se acercó al sauce y aguzó el oído, detectó que el susurro provenía del cántaro. “Soy el alma de cántaro”, le dijo. Antes de agacharse para mirar que había dentro, se aseguró que no le estaban gastando una broma y volvió a inspeccionar el terreno. Nadie…Dentro del cántaro no había más que hojas caídas del sauce. Si allí había un enanito parlanchín o, en su defecto,  un alma parlante era totalmente invisible…Se sonrío ante la tontería y de repente, decidió limpiarlo .Lo acercó a la manguera y , tras vaciarlo de hojarasca, lo llenó de agua limpia, lo enjuagó y lo dejó reluciente. Sin saber por qué, volvió a llenarlo de agua…Como un autómata, dirigido por un alma de cántaro, recogió su whisky de malta y regó el sauce con él. Llenó el vaso vacío, de agua del cántaro, que en aquel momento le pareció lo más cristalino, fresco y apetecible del mundo y pensando en que todo mejoraría para todos, apuró el contenido de un trago.

El alma de cántaro no cabía en sí de gozo. Había tenido que utilizar artimañas no aprobadas por los genios de los otros cántaros, pero, por fin, uno de esos seres humanos, había bebido agua del cántaro. Hacía tantos años que no ocurría,  que el alma de cántaro se emocionó y en pleno éxtasis conjuró: Todo mejorará para todos.

El agua le supo a gloria. Le extrañó no detectar el sabor a cloro o aquellos sedimentos de cal blanquecina… Dejó el cántaro, de nuevo, bajo el árbol y entró en casa. A los pocos minutos, el teléfono empezó a sonar: el diagnóstico de su padre era erróneo. Sus amigos se habían reconciliado. La empresa había conseguido un contrato millonario y no habría despidos…Fue sólo el principio.

En el mundo,  la insatisfacción era una epidemia. No estábamos satisfechos con nuestras vidas, con nuestros cuerpos, con nuestras casas, con nuestros hijos, con nuestros trabajos, con nuestro aspecto,…Siempre, había uno o varios motivos de  insatisfacción en una vida.  Unos eran importantes, otros se solucionaban en una peluquería o con un coche deportivo pero… el número de  insatisfechos-por-algo aumentaba día a día igual que el stress, la ansiedad y la angustia… Entonces, sin que nadie pudiera evitarlo, empezaron a ocurrir cosas extrañas…

De un día para otro, el dinero dejó de ser el valor más importante del planeta. El ser humano perdió interés en ir acumulando bienes ( casas, coches, ropa) y se manifestó inmensamente feliz al vivir en un entorno más amable y sostenible. La industria del automóvil y la industria del lujo, se hundieron. Lo mismo pasó con la cosmética y la moda. Y con los “modelos corporales”. Nadie parecía necesitar cremas milagrosas, ni Operación Bikini…La gente procuraba estar sana , aceptando su cuerpo y sus diferencias…De la misma forma, se acabó con enfermedades crónicas, dominadas por la industria farmacológica. También se hundió la industria de la autoayuda .No hacía falta terapia, ni fármacos, ni psiquiatras…El consumo de Prozac, Lexatín y derivados disminuyó hasta casi desparecer. Las guerras se acabaron y con ellas, los traficantes y multinacionales de armas .Y los ejércitos…

El bien común se impuso como Filosofía Política…

De repente, todo iba bien para todos … Eran tiempos felices…

Como cada tarde, se sentó en el sofá de su porche, encantado de la vida, oyendo piar  a los pajaritos que jugueteaban en las ramas del sauce. El mundo había cambiado y nadie sabía qué había causado aquel cambio pero, los efectos eran tan maravillosos que no se preguntaron de dónde procedía aquella sensación de bienestar que se iba propagando por el planeta.

Le pareció oír un ruido, desde el otro lado de la valla, pero no le dio más importancia. Se levantó y se acercó al sauce. Nuevos brotes verdes aparecían en las ramas . El árbol,  aquel año, prometía un desarrollo espectacular. Las ramas desmayadas, eran tantas y tan frondosas que ocultaban el cántaro, lleno de agua de lluvia…

-Tenemos al objetivo a tiro. ¿Procedemos, Señor?

Nadie oyó el disparo. Casi era inconcebible entre tanta, tanta felicidad…

Él sólo sintió una vibración en el aire y un extraño calor en el centro del pecho. Después, cayó al suelo en una acción a tres tiempos, en el que primero se agarró a las ramas del sauce, después abrazó el tronco y finalmente, se derrumbó contra el cántaro.

El agua, empezó a derramarse. Él, empezó a morir…

-   Objetivo derribado, Señor.

-   Recojan el Artefacto del lugar, borren huellas y desparezcan de ahí.

Unos hombres armados y vestidos de negro, como en las películas, aparecieron en su pequeño jardín de 40 metros cuadrados. Los oía hablar y dar instrucciones. Supo que lo habían identificado como el Propagador del Virus de la Felicidad. ¿Él? Buscaban “el Artefacto”. ¿De qué hablaban? El dolor era intenso y todo lo que había a su alrededor, empezaba a desvanecerse. Quería saber quién eran esos tipos y por qué le habían disparado, pero ya no había tiempo. Se dejó caer, la cara aplastada en la tierra, y el cuello del cántaro a su vera, inclinado, dejando caer gotas de agua de lluvia…Pensó en su mujer y en lo que le gustaba aquel cántaro y sonrió. Una gota cayó en sus labios y la bebió. Su último pensamiento fue “Espero que nunca encontréis ese artefacto, cabrones infelices”.

El alma de cántaro seguía en el interior del cántaro, esperando que alguien activara el rito, de nuevo. Notó como el cántaro se tambaleaba y cómo caía al suelo, resquebrajándose en la base. No iba a quedar más remedio que buscar otro cántaro… Fastidiada, el alma salió de allí, en busca de otro recipiente donde cobijarse por unos siglos más. Antes de hacerlo, concedió el deseo a aquel ser humano que bebía el agua de lluvia que había guardado en su interior. Que no encuentren el artefacto, nunca.

Los Lobby de las industrias más poderosas del planeta, entrenaron a un equipo especial para acabar con la felicidad generalizada. Descubrieron que el Hombre- Normal -del –Bajo- Con- Jardín, era El Propagador. A partir de él, había surgido la cadena que se había extendido de forma exponencial.

Sin insatisfacción, no había negocio.

Demasiada gente feliz para sus intereses.

Identificado El Propagador había que acabar con él y buscar “la llave” que activaba todo aquella satisfacción mundial.  Sabían que era un objeto,  que estaba en su poder y ubicado en aquel jardín minúsculo. Una vez que lo tuvieran, volverían a poner las cosas en su sitio…

Metieron el cuerpo en una bolsa de lona negra. Lo harían desaparecer sin dejar rastro. Revisaron el jardín con minuciosidad. Sus detectores señalaban a la zona del sauce. Analizaron los últimos minutos de la vida del Propagador y observaron cómo se abrazaba al tronco, antes de caer encima de aquel cántaro…Estaba roto.  Con mucho cuidado, extrajeron el árbol, intentando conservar las raíces y lo trasladaron al laboratorio.

Los trozos de barro, se dispersaron entre la tierra removida… El alma ya había salido de su escondite y flotaba en el aire, buscando otro cántaro en el que vivir…

En el edificio de Análisis Especial de Wichita, los especialistas seguían intentando encontrar el código que activara el sauce llorón. Lo habían trasplantado en una habitación con todas las variables de crecimiento controladas. Simulaban clima, vientos, temperatura…pero el árbol seguía sin hacer nada más que perder la hojas en invierno y volver a renacer en primavera… Estudiaron las imágenes que habían grabado del Propagador. ¿Podía ser que abrazara al árbol al caer?… Y, así, cada día, los componentes del Equipo de Análisis Especial de Wichita, abrazaban al sauce, le hablaban, se tomaban un whisky de malta a su vera, pero… Nada surgió efecto.

La felicidad siguió extendiéndose…

Imparable.

El alma de cántaro estuvo barajando la posibilidad de irse a vivir a una botella de plástico pero le dijeron que eran de un solo uso y que se vería obligada a saltar de botella en botella, continuamente. Además, ser Alma de Botella no era tan glamuroso como ser Alma de Cántaro… Finalmente, se decidió por un botijo muy bonito y redondito que estaba colgado de una higuera, en un campo labrado. No era un cántaro pero se parecía mucho…

 


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