«Un glosario poético ilustrado que recoge palabras
del medio rural en riesgo de desaparecer»
Reseña escrita por Maudy Ventosa.
“No solo de campos, piedras, ríos, árboles, casas, lindes y cancelas están hechos nuestros medios rurales. Nuestros pueblos y nuestras aldeas no dejan de ser un retrato vivo de quienes los habitamos. No podemos olvidar nunca la palabra: la hablada, la silenciada, la recordada, la callada, la enterrada, la olvidada, la cantada…; la palabra a punto de nacer o de extinguirse.”
Cuando naces en el medio rural y toda tu infancia está unida a un pequeño pueblo de Castilla, creas lazos invisibles con todas aquellas personas que conocen, respetan y aman esos lugares ahora casi despoblados. Me siento orgullosa de ser de pueblo a pesar de que Madrid me acogió hace ya muchos años. Lo visito con frecuencia y mis mejores recuerdos están unidos a él y a sus gentes, muchas de las cuales se fueron, por desgracia, hace tiempo. Siempre me gustaba escuchar las historias que contaban los más viejos, las canciones, los poemas, y las palabras que ellos empleaban sin saber que con los años nadie más las pronunciaría. Es más, ni conocerían su significado. Recuerdo que estando ya en la capital, un día, les dije a mis compañeros cuando íbamos a salir del trabajo, “está pinteando”… y me miraron con cara muy rara… no entendían nada. En mi pueblo pinteaba cuando caía lluvia flojita, como un calabobos… Aún lo recoge la RAE, y espero que por mucho tiempo.
Se entiende, pues, que ayer no me levantara de la silla hasta que acabé de leer –y disfrutar– el libro de la escritora y veterinaria de campo María Sánchez, Almáciga, publicado por geoPlaneta y que me ha hecho llegar su Dtra. de Comunicación, a la que desde aquí doy las gracias, Lola Escudero.
Almáciga no es un diccionario de palabras que ya no se usan ni figuran en los diccionarios. Es mucho más. Recoge el latido del mundo rural; las palabras y sentimientos que hermanan lenguas, lugares lejanos, tareas, aperos, profesiones… de gentes fuertes que se curtieron realizando trabajos duros en una época no muy lejana. Aunque para muchos olvidada y ocultada.
Lo primero que hice al comenzar la lectura, fue buscar la definición del título, sin saber que su autora, por supuesto, iba a incluirla. En agricultura, la palabra almáciga –acepción que elige María Sánchez– es el lugar donde se siembran y crían los vegetales que luego han de trasplantarse. Es el lugar en el huerto elegido como semillero y afirma que se la regaló su padre. Después ha ido llenando esta almáciga con palabras-semilla que hay que cuidar porque están en peligro, lastimadas… o moribundas. Su objetivo, recuperar el vínculo y sacar a la superficie una nueva lengua sobre la que volver a sembrar. Lograr que el idioma de mi familia, y de tantos otros, se mantenga vivo. Para ello propone mantener viva, abonándola con palabras recibidas desde cualquier lugar de la geografía de nuestro país, este semillero para recuperar palabras y sus significados para volver a oírlas y nombrarlas, para que arraiguen entre nosotros y las tengamos más cerca... es un libro abierto y sin concluir.
Son una delicia, por lo acertadas y delicadas, las ilustraciones de Cristina Jiménez que acompañan un texto que es pura poesía, ya que las palabras-semilla aparecen insertadas en relatos que te trasladan a esa época en la que la tierra se trabajaba con las manos, cuando los surcos se hacían con un jadico, o jadeta y había que aricar antes de sembrar… a veces se encontraban terreños duros y secos, es decir, cudriales. Y si lo hacían antes de que el sol calentara, era durante el jañiquin…; paseamos también por el campo observando los pájaros y animales pequeños que cuando cae la nieve necesitan una briga para resguardarse del frío y la cencellada… acompañamos, con la autora, a pastores y sus rebaños trashumantes que portan una colodra… que en mi pueblo –Ávila– se llamaba gazapo, y en Toledo servía para llevar el “gazpacho de cuerno”. He conseguido que mi familia busque en su memoria esos nombres que tienen ahí escondidos, esperando que alguien los pronuncie de nuevo.
Me ha emocionado recordar que mi madre nunca tenía hambre; ella tenía gazuza y en el libro se recoge como zarzulla. Y en mi casa había fardeles, aunque tus pastores portan fardelas. Y conservamos el sobrao–altillo, doblao– para guardar los cachivaches que no utilizamos. ¡Ah! y en invierno, caen unas pelonas…
Gracias María por este proyecto maravilloso que, simplemente, me ha hecho feliz. [Maudy]
SINOPSIS:
Un glosario poético ilustrado que recoge palabras del medio rural en riesgo de desaparecer.
María Sánchez se ha convertido en una de las voces más reconocidas en la defensa del mundo rural y en la dignificación de su cultura. De ese afán nació Almáciga, un proyecto colaborativo en el que ha ido recogiendo palabras asociadas al campo para que no caigan en el olvido. La recolección ve la luz ahora en forma de libro, un glosario poético que huele a tierra arada y a lumbre, iluminado con las bellas ilustraciones de Cristina Jiménez.
“El campo y nuestros medios rurales tienen una manera de hablar única que hermana territorio, personas y animales. Muchas de sus palabras llevan demasiado tiempo a la intemperie. Si no las cuidamos, morirán con nuestros mayores y nuestros pueblos. Por eso este libro, esta almáciga. Un sustrato donde las expresiones de nuestras tierras descansen; una semillera para recuperar sus palabras y sus significados, para volver a oírlas y nombrarlas, para que arraiguen entre nosotros y las tengamos más cerca; un vivero en el que mimarlas y cobijarlas con nuestros cuerpos y acentos. Un diálogo-tejido con nuestro medio rural para que germinen y puedan volver a existir.”
Lee y disfruta de las primeras páginas del libro.
La autora:
María Sánchez Rodríguez es veterinaria de campo. Actualmente trabaja con razas autóctonas en peligros de extinción, defendiendo otras formas de producción y de relación con la tierra, como la agroecología, el pastoreo y la ganadería extensiva. Colabora habitualmente en medios digitales y de papel sobre literatura, feminismo, ganadería extensiva y cultura y medio rural. Coordina el proyecto Las entrañas del texto, desde el que invita a reflexionar sobre el proceso de creación, y Almáciga, un pequeño vivero de palabras del medio rural de las diferentes lenguas de nuestro territorio publicado por Geoplaneta en septiembre de 2020 y que tendrá también proyecto web.
Sus poemas han sido traducidos al portugués, inglés, francés, rumano y polaco. Ha obtenido los premios Orgullo Rural del patronato de la Fundación de Estudios Rurales “por se un puente de divulgación del mundo rural”, Premio Nacional de Juventud de Cultura del Instituto de la Juventud de España (INJUVE); premio FADEMUR 2019 de Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), y Córdoba en igualdad 2020 en la categoría arte y cultura de la Diputación de Córdoba.
Cuaderno de Campo (La Bella Varsovia, 2017) fue su primer poemario; Tierra de mujeres (2019), es una mirada íntima y familiar al mundo rural, un ensayo sobre mujeres y medio rural (Seix Barral, 2019), traducido al francés (Rivages, 2020). En 2021 será publicada la traducción al inglés (University Trinity Press) y al alemán (Blessing Verlag).
El libro:
Almáciga. Un vivero de palabras de nuestro medio rural ha sido publicado por la Editorial GeoPlaneta en su Colección Singulares. Ilustraciones de Cristina Jiménez. Encuadernado en tapa dura, tiene 208 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo titulado Todo lo que nos puede enseñar el campo por María Sánchez, veterinaria y escritora.
Para saber más:
https://maria-sanchez.es/ (web personal de la autora)
María Sánchez en Wikipedia.