Revista Cultura y Ocio

Almudena Grandes: La madre de Frankenstein

Publicado el 18 abril 2020 por Juancarlos53
“Comprendí que las jaulas no siempre estaban fuera, en las amenazas y los chantajes de las personas que tenían el poder. También podían estar dentro, incrustadas en el cuerpo, en el espíritu de todas las mujeres perdidas que asumían mansamente un destino que no habían elegido”.
Almudena Grandes: La madre de FrankensteinTras haber leído con sumo gusto las dos entregas anteriores de los "Episodios de una guerra interminable" -"Las tres bodas de Manolita" y "Los pacientes del doctor García"- tenía ganas de hacerlo con "La madre de Frankenstein". Mi acercamiento a esta quinta entrega de la serie venía algo condicionada por la lectura de una serie de reseñas en las que esta novela de Almudena Grandes era considerada como inferior a las anteriores. Así pues mis expectativas no eran tan altas como las que tuve con las otras de la serie.
La verdad es que tras finalizarla mi impresión general en comparación con las dos que la precedieron es la de que "La madre de Frankenstein" está algo por debajo de aquellas. Cualquier comparación es odiosa, se dice habitualmente, pero cuando tenemos varios productos bien realizados por una misma creadora que los presenta como partes de una serie, es decir, al servicio de un proyecto más amplio, sí que es oportuno hacerla. Como paliativo de lo anterior conviene decir y recordar que, literariamente hablando, "Las tres bodas de Manolita" y "Los pacientes del doctor García" rayaban a una altura que se alcanza muy pocas veces.
La novela
La razón del título viene dada por ser Aurora Rodríguez Carballeira, personaje real, el motivo que abre el relato. Aurora es la madre de Hildegart Rodríguez Carballeira, una joven superdotada, a la que su madre en un ejercicio de autoritarismo y soberbia impensables la asesina en 1933 al considerar que igual que le había dado la vida podía quitársela. El caso fue considerado propio de una mente enferma y Aurora fue encerrada de por vida en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos (Madrid) donde el personaje de ficción, el doctor Germán Velázquez Martín, la encontrará en 1954 cuando entra a trabajar en este establecimiento.
"La madre de Frankestein" como el resto de novelas de la serie es una novela histórica que mezcla personajes reales como el de Aurora, el obispo Leopoldo Eijo Garay, los psiquiatras Juan José López Ibor y Antonio Vallejo Nájera, el abogado Juan Botella Asensi o el periodista Eduardo de Guzmán… con otros, la mayoría, puramente ficticios salidos de la mente de la escritora. Los más relevantes de los inventados son: el doctor Germán Velázquez; la auxiliar de enfermería María Castejón; Pastora, compañera de Rita, la hermana de Germán, en el taller de reparación de medias donde trabajan ambas; Eduardo Méndez, colega de Germán en el Hospital; y otros más. 
La acción se vertebra en torno a tres personajes: dos de ficción, Germán y María; y uno real que es quien propicia el encuentro de los anteriores, me refiero a Aurora, la madre de Hildegart. Cada uno de estos tres seres sirve a la autora para desarrollar otros tantos círculos actorales a su alrededor. 
El doctor Germán Velázquez logra salir en 1939 de España desde el puerto de Alicante a bordo del  'Stanbrook', barco real comandado por el también real capitán inglés Archibald Dickson. Se dirige hacia Suiza donde será acogido por el doctor Samuel Goldstein gran amigo de su padre al que debió  la vida durante la guerra civil española en la que participó dentro de las brigadas internacionales. Gracias a este psiquiatra judío refugiado en Neuchatel Germán estudiará y se hará con un nombre en la aplicación de un fármaco nuevo que mejora mucho la calidad de vida de los esquizofrénicos. Esta fama será la que provocará que Germán sea invitado por el doctor Robles del psiquiátrico de Ciempozuelos a trabajar en España a fin de ensayar aquí ese fármaco.
esquizofrenia, Hildegart, Aurora Rodrñiguez Carballeira, psiquiatras franquistasLa auxiliar de enfermería María Castejón abre al lector una panorámica más popular de la vida española del momento. Ella trabaja como chica de servir en una casa acomodada de la burguesía madrileña, la de doña Prudencia Molina. Allí es compañera de Rosarito mayor que ella y más antigua en la casa que la introduce en los secretos de la vida. También ahí conoce a Alfonso Molina, sobrino de los señores de la casa, de quien se enamorará perdidamente durante los tres meses de un verano que él residió en la casa de la calle General Mola de Madrid. También María sirve para abrir el abanico actoral hacia los trabajadores no sanitarios del Manicomio de Ciempozuelos donde además de trabajar ella reside desde siempre en la casa del jardinero, su abuelo. Juan Donato, importante en la vida de María, es otro trabajador no sanitario del manicomio donde hace arreglos y servicios de todo tipo en una especie de chico para todo.
Aurora Rodríguez Carballeira es en torno a quien se articula un tercer núcleo actoral en que están también integrados Germán y María como auxiliar de enfermería y amiga de la interna. A este grupo de personajes pertenecen el doctor Robles, director del psiquiátrico; el doctor Eduardo Méndez, amigo de Germán y de gran ayuda para María; la hermana Belén, superiora de la Comunidad de las Hermanas Hospitalarias, propietarias y gestoras del manicomio de mujeres de Ciempozuelos, que apoya en todo los proyectos innovadores del joven psiquiatra Germán Velázquez; Pedro Armenteros, sacerdote integrista contrario a las innovaciones que promueve Germán en el Hospital y cuyo afán es conseguir captar al doctor para el grupo de asistentes a los Cursillos de Cristiandad que se celebran bajo la dirección del obispo Eijo Garay.
Como se ve la galería de personajes que Almudena Grandes presenta en ésta y en las otras novelas de la serie es inmensa. Muchos de los personajes de las novelas precedentes aparecen aquí aunque con un papel menor o simplemente nombrados: el padre de Germán, doctor en psiquiatría Andrés Velázquez, es quizás el que más papel tiene sobre todo al inicio de la novela; Rita, hermana de Pastora, y su marido Rafael Cuesta, al igual que el marido de Pastora, el teniente de la Guardia Civil Miguel Sanchís, fueron muy importantes en las anteriores dos novelas y aquí salen de refilón; etc., etc.
Todos ellos son seres con personalidad propia, distintos los unos de los otros. Destaca especialmente el grupo de las mujeres, la mayoría de ellas, como dice la propia escritora en la promoción de su novela, mujeres empoderadas que buscan realizarse por sí mismas sin dependencias injustas de los hombres ni de nadie. Son mujeres que al igual que algunos de los personajes masculinos (Germán Velázquez o el doctor Eduardo Méndez) buscan la felicidad y son capaces de burlar las barreras impuestas por el Régimen nacional-católico a la sociedad española. En este grupo sobresale especialmente Pastora, viuda de un militante comunista, María Castejón, la hermana Belén que busca la felicidad de las internadas en el psiquiátrico, y ya en otra dimensión ciertamente equivocada pero para ella real y cierta Aurora Rodríguez Carballeira.
escritores galdosianos, Almudena Grandes, Episodios de una guerra interminableUna novela, como las del resto de la serie, de personajes, una novela coral en la que el actor principal es Madrid: la vida durante los años 50 de un Madrid oscuro, gris, sin alegría, desilusionado, donde todo atisbo de felicidad es visto como pecaminoso, donde la psiquiatría oficial -la de los doctores el coronel Vallejo Nájera y su enemigo acérrimo dentro del bando franquista el opusdeísta Juan José López Ibor- practica con los enfermos métodos crueles como las camisas de fuerza, los baños en hielo, las descargas eléctricas... como terapias adecuadas para curar las dolencias del alma entre las que incluían la homosexualidad.
Las historias que se muestran van entreverándose unas con otras, avanzan y retroceden en el tiempo, y se estructuran en cuatro apartados de significativos títulos:
  • I. El asombro (1954): muestra la sorpresa que Germán Velázquez se lleva en su reencuentro con la España franquista quince años después de haberla dejado y su asombro al encontrarse en el psiquiátrico de Ciempozuelos con una enferma que rompe todos los estereotipos, la madre de Hildegart.
  • II. La compañía (1955): No es bueno que el hombre esté solo, diríamos que la autora viene a pensar y por ello da compañía a unos y a otros personajes: a Aurora, a Germán, a María, a Eduardo, a Pastora...
  • III. La soledad (1956): En esta parte los personajes principales se enfrentan a la soledad, cada uno a la suya. Germán rememora aquella que en 1950 lo llevó a casarse con una de las hijas de su protector Samuel Goldstein ("el 25 de agosto de 1950 me casé con Herta Rebecca Goldstein”) y luego su soledad en España que Pastora y María vendrían a paliar.  María, por su parte, dada la diferencia de clase social existente entre ella y Germán piensa que entre ellos no hay nada que hacer y que más le valdría, si de verdad quiere no quedarse sola, dirigir sus ojos hacia alguien de su nivel como ese tal Juan Donato porque "las cosas como son, el doctor Velázquez nunca me rescataría de Juan Donato de la única manera posible, o sea, casándose conmigo."
  • IV. La madre de Frankenstein: Aunque a lo largo del relato hemos sabido y comprendido el porqué del título de la novela es ahora cuando viene a hacerse explícito en esta parte situada ya en período democrático, más de veinte años después de fallecida Aurora en 1955. El doctor Velázquez presenta en Madrid  un libro sobre la fallecida con ese título proveniente de la afición que la parricida tenía durante su encierro de fabricar muñecos de tela a los que en su desvarío quería insuflar vida tal como -decía- ella había hecho con su propia hija Hildegart, razón por la que ésta no era dueña de la misma en absoluto pues se la debía a ella.
  • La historia de Germán (Nota de la autora). Sigue al apartado IV una quinta sección, ya sin número de orden donde la propia Almudena Grandes viene a contar cómo se gestó en ella este relato. Cómo desde 1989 llevaba rondando en su cabeza la idea de escribir algo sobre la madre de Hildegart a raíz de haber leído por esas fechas -en 1989 la novelista acababa de publicar con gran éxito "Las edades de Lulú"- un libro titulado “'El manuscrito encontrado en Ciempozuelos' del psiquiatra y ensayista asturiano Guillermo Rendueles Olmedo”. En ese momento estaba en auge la novela gótica que a la novelista, dice aquí, mucho le agradaba,  y este libro  "en la portada, junto con una fotografía de una mujer sobre la que se superponía otra de una señora con cara de general romano, aparecía un fotograma de una antigua adaptación cinematográfica de 'Frankenstein', inspirada en la novela de Mary Shelley que también había leído"
En esta parte final -una especie de epílogo- la novelista muestra bien a las claras sus intenciones: 
La madre de Frankenstein es una novela de ficción construida sobre hechos reales. Mi inspiración original fue, desde luego, la vida y la muerte de Aurora Rodríguez Carballeira, una realidad que parece un alucinante, incluso delirante, argumento de ficción. Porque alrededor de la madre de Hildegart, de su vida, de su crimen y su destino, se fueron trenzando un buen número de historias, algunas falsas y muy hermosas, otras ciertas y mucho más feas” (p. 463)
 La novela está contada por estos tres personajes principales en primera persona. Muchas veces sobre todo cuando quien narra es María el discurso va dirigido a una segunda persona que es difícil de identificar en ocasiones -quizás a veces sea ella misma la que se interpela en forma de soliloquio- si bien en otras queda claro el receptor de esas llamadas de aquiescencia en forma de reiterativos 'fíjate' aunque no siempre sea el mismo:
"Por mucho que hubiera vivido en Suiza, por mucho que no entendiera España, por muy amable que fuera conmigo y aunque yo le gustara, porque sabía que le gustaba, las cosas como son, el doctor Velázquez nunca me rescataría de Juan Donato de la única manera posible, o sea, casándose conmigo. Eso era lo único en lo que se parecía al doctor Molina, fíjate” (p. 273)
En este aspecto formal, aparte de lo habitual en la autora y ya señalado por mí en las otras reseñas de novelas de estos "Episodios de una guerra interminable" [ver reseñas de "Las tres bodas de Manolita" y de "Los pacientes del doctor García"] quisiera destacar lo mucho que me ha gustado el divagar de la mente enferma de la asesina de Hildegart. Lo bien que Almudena Grandes utiliza el flujo de conciencia y el monólogo interior en ese ir y venir torpe, roto, desordenado, de los pensamientos por una cabeza superdotada pero completamente destrozada la hilazón lógica entre ellos:
"¿Ya es de noche? ¡Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo! ¿Y en qué mes estaré? Pues no lo sé, cómo voy a saberlo, si estoy todo el tiempo durmiendo. A lo mejor, Germán engendró a nuestro hijo mientras yo dormía. Claro, eso sería, le parecería más delicado, querría ahorrarme esa asquerosidad, y yo se lo agradezco pero, claro, ahora no sé cuánto me falta... ¡Qué frío hace de repente! Me han puesto una manta, pero tengo la nariz helada. Yo creo que fue una mujer la que me besó, ¿pero quién? Hilde... ¡Ay, pobrecita Hilde!" (p. 399)

Para finalizar
Como en las otras de la serie el homenaje que Almudena Grandes hace a Benito Pérez Galdós en esta novela es más que evidente. Madrid, sus calles, la vida de sus gentes populares, la indiferencia de los poderosos, el abuso por el abuso ejercido dobre los débiles, la demostración del poder por encima de cualquier otra consideración están presentes en "La madre de Frankenstein"
"Esto es un pulso por el poder, porque ahora mismo la clorpromazina es poder, y el poder, en España, es un derecho exclusivo de quienes ganaron la guerra. Y, aunque a mí me obligan a agradecerles todo el tiempo que me hayan perdonado, yo no la gané, y tú menos” (p. 302)

Es un ejercicio de repaso de la historia reciente tal como hizo Galdós en sus Novelas contemporáneas y en los Episodios Nacionales más próximos a su momento vital. Ambos, don Benito y Almudena, colocan siempre en primer término como hacedores de la Historia al pueblo; de ahí el innegable costumbrismo que permea las narraciones de uno y otra.
Una novela que se lee con muchísimo gusto gracias al estilo desarrollado por la novelista que logra captar al lector, meterle dentro del relato, hacer que se identifique con ese personaje colectivo que en distintos tipos y figuras deambula por el Madrid de esos años 50. Una manera de conocer la vida real de las gentes durante esos años de miseria y sufrimiento dentro de la España franquista en la que, naturalmente, también las personas vivieron o al menos buscaron historias de placer, de felicidad y alegría. Y entre estas personas, Almudena Grandes, se fija especialmente en esta narración -y también en las otras de la Serie- en las mujeres, sufridoras por partida doble de la represión y falta de libertades del momento en nuestro país.
Almudena Grandes: La madre de Frankenstein

Volver a la Portada de Logo Paperblog