Alonso festeja su tercer puesto en el circuito de Interlagos -EFE.
Les falta ser pequeños, el babero, la bata de rayas y lloriquear un poco. Sebastian Vettel y Mark Webber llevan meses liados en un cruce de intenciones y declaraciones propias de renacuajos, en la línea de su equipo, Red Bull, que con el doblete en Brasil se congratuló por el título de constructores, pero que en Abu Dabi podría perder el Mundial de pilotos. Vettel, vencedor por cuarta vez este curso, llegó a decir que no ayudaría a que su compañero fuese campeón, que para ayudarle ya estaría el equipo médico, y Webber respondió, más discreto, que la escudería le da los mismos materiales, pero que “emocionalmente” está con el piloto alemán, producto del proyecto Red Bull Racing Team. Quien más disfruta con el serial es Fernando Alonso, que llegará a la última prueba del campeonato dependiendo de sí mismo para lograr su tercer Mundial. El piloto de Ferrari, tercero en el circuito de Interlagos, conoce sus combinaciones más reales: será campeón ganando o siendo segundo, acabando quinto si vence Vettel –está a 15 puntos del español– o si es tercero y Webber es segundo como mucho. El australiano redujo a ocho puntos su desventaja, pero de haber terciado su equipo hubiese ganado para quedarse a sólo uno. “La carrera estaba decidida. El resto dependería de la estrategia”, cerró, consciente que Red Bull sigue apostando por su compañero. “Quiero ver humo en Abu Dhabi”, bromeó en serio Vettel. Más desastres ajenos necesitaría Lewis Hamilton, con 24 puntos menos que Alonso, para ser campeón. El británico fue cuarto. Quinto terminó Jenson Button, después de una gran remontada, un resultado insuficiente para tener opciones de revalidar su título.
Alonso estaba satisfecho con haber podido llegar al podio después de salir desde la tercera línea de parrilla. Aunque no logró quedar por delante de Webber, su objetivo primordial, sólo le cedió tres puntos. Un problema menor para un fin de semana complicado para Ferrari, que lamentó la mala suerte de Felipe Massa, 15º después de tener que cambiar los neumáticos más de la cuenta porque le pusieron el delantero derecho mal, tras que Sebastian Buemi le envistiese… Eso sí, Felipinho, como el resto de doblados, frenó a los Red Bull y permitió a Alonso acercarse y rebañar unas décimas, antes del accidente de Vitantonio Luizzi, que exigió la aparición del coche de seguridad. “Pero teníamos siete doblados delante…”, resolvió Alonso, que a pesar de todo logró inquietar a Webber después de recortarle tres décimas en unas cuantas vueltas seguidas. El bicampeón español ya había sufrido lo suyo para superar al sorprendente hombre pole, Nico Hulkenberg. Lo hizo, después de varias tentativas, en el séptimo giro y en la Ferra Dura –“ha sido muy bonito”, le piropearon desde la radio–. Hulkenberg también resultó un muro para Hamilton, inquieto por la poca adherencia de sus neumáticos y que vio cómo Alonso le superaba sin problemas en la segunda vuelta, después de haberse abierto demasiado en la frenada.
Una victoria "controlada"
Button y Massa fueron utilizados como banco de pruebas para ver qué rendimiento iban a tener las gomas duras. El primero, que partió undécimo, firmó al final una buena actuación superando, entre otros, a Michael Schumacher, séptimo y otra vez peor que su compañero Nico Rosberg, sexto. Por quinta vez en el curso Jaume Alguersuari se quedó a un puesto de puntuar. Fue el doblado que le puso las cosas más complicadas a Alonso en una jornada espléndida para Vettel –le valió con adelantar a Hulkenberg en la salida en cuanto vio que “le resbalaban los neumáticos”– y muy frustrante para Webber, que no pudo esconder una mirada asesina cuando su compañero fue sincero: “Hemos logrado una victoria controlada en todo momento”. “Ganar y reducir la desventaja a un punto hubiese sido perfecto, pero hoy ha sido imposible”, dijo, sin dar el titular esperado, el australiano, que aunque no lo diga, prefiere que Alonso sea campeón antes que Vettel. Y éste más de lo mismo. Lo dicho, como críos. La culpa, claro, es de Red Bull.