Hamilton moja con champagne a Alonso en el podio.
Puede que nunca se sepa la verdad y que se sume a la lista de secretos mayor guardados de la Fórmula 1, como uno de los más recientes, si Fernando Alonso estaba o no informado de la jugarreta pactada entre Flavio Briatore y Nelsinho Piquet en Singapur, en 2008, cuando el brasileño simuló una salida de pista para beneficiar al asturiano. Puede que nunca se desvele si Stefano Domenicali renunció a su puesto de director de Ferrari F-1 por iniciativa propia o si el jefe, Luca Cordero di Montezemolo, le instó a que lo hiciera. Una solución drástica para un equipo descolocado con el F14 T, el cuarto o quinto mejor monoplaza. El caso es que, de momento, el cambio de Domenicali por Marco Mattiacci (Roma, 1971) ha sido balsámico para Ferrari y Alonso, encantado con las mejoras del coche que probó en los tests de Bahréin y que le han permitido "sentirse mucho más competitivo" en Shanghái. Su tercer puesto en China, solo superado por unos Mercedes que han liderado cada una de las vueltas del Mundial, le sabe a gloria al asturiano. En otra dimensión sigue el insaciable Lewis Hamilton, inmerso en otra carrera "contra mí mismo y mi capacidad de reacción para no cometer errores", pues nunca le inquietó ningún rival en su tercera victoria consecutiva, por lo que iguala a dos pilotos legendarios como Jim Clark y Nicki Lauda (25). Rosberg fue segundo y en Red Bull Daniel Ricciardo, cuarto, cuestionó el liderazgo de Sebastian Vettel, quinto, y le sacó casi 25 segundos.
Más que un trabajo, para Mattiacci su cometido es una "misión". Una palabra que dice mucho de este experto en márketing y tendencias, y ejecutivo de ventas al que le dejó helado la propuesta, el viernes de la semana pasada, de Montezemolo, que le llamó a Nueva York. En el entorno de Ferrari aseguran que la ocurrencia ha sido de su amigo Lapo Elkann, heredero de los Agnelli, propietarios de marcas como Fiat, Lancia o la propia Ferrari. En su presentación, Mattiacci reconoció a los periodistas que sabían más de carreras que él, pero que aportaría ideas frescas, aprendería rápido y que es posible que le beneficie venir de otro ámbito. También elogió a Alonso: "Intentaremos adaptar nuestro nivel con el de Fernando".
Una salida con sustoUn nivel que hace que Alonso sea considerado por muchos como el piloto más hábil y completo. Admiradores que, en su discurso, utilizarán argumentos como su salida en Shanghái. Seguro que se le quedó cara de susto, pues le pasó de todo: avanzó a un Rosberg al que le patinaron las ruedas, y en la primera curva se emparejó con Vettel, al que superó avanzando su primera parada en boxes; pero Alonso también colisionó con Felipe Massa, fantástico pese a partir por la parte sucia y que estuvo a punto de colocarse tercero de golpe desde la sexta plaza. Los mecánicos no acertaron a colocarle rápido y bien los neumáticos y arruinaron la carrera de Felipinho, que pasó a ir último y acabó 15º. A Massa solo le hubiese salvado la aparición del coche de seguridad. Algo que también le hubiese venido a Vettel para intentar devolverle el golpe a un Ricciardo que pilota igual que sonríe y que desde su debut en Australia se ha adaptado al Red Bull a la perfección. En la escudería de la bebida energética saltan chispas. Vettel está acostumbrado a llevar la voz cantante en el equipo, a saltarse las consignas que no le interesan -que le pregunten a Mark Webber- y a defender su posición ante su compañero, aunque el otro tenga mejor ritmo. Y su nuevo vecino, Daniel Ricciardo, le iguala en descaro y le supera en la pista como en Shanghái. El alemán se hizo el sueco para no dejar pasar al australiano: "¿Que tiene los neumáticos en mejores condiciones que yo? ¡Mala suerte!". Ante la prensa se salió por la tangente: "Al principio no he acabado de entender qué me decían". El caso es que al final Ricciardo acabó superándole impulsado por el DRS y Vettel se rindió a la evidencia: "Ricciardo está demostrando que hay más en el coche de lo que yo puedo sacar". Poco más podía hacer con el F14 T Alonso, capaz de aguantar hasta la 44ª el vuelta el acoso de un Rosberg que remontó, aunque no pudo impedir que la escudería de Il Cavallino Rampante superase su récord histórico de carreras sin ganar. Ahora son 18. Quien no sabe estrujar tan bien el coche es Kimi Raikkonen. Las cámaras le descubrieron hundido junto a su ingeniero. Iceman fue octavo, de nuevo, superado por su compatriota Bottas, séptimo, en otro día decepcionante para McLaren. Button acabó 11º y Magnussen, 13º. No hubo otro como Hamilton, a solo cuatro puntos del líder, Rosberg.