Revista Cultura y Ocio

Alopecia ocular

Publicado el 09 febrero 2010 por Hache
ALOPECIA OCULAR
Si quieren echarle a alguien la culpa de que un servidor se dedique de vez en cuando a manchar papeles y publicar libros de vez en cuando, si quieren echarle a alguien la culpa de que esos libros no tengan un solo verso salvable, pueden echárselo en cara al autor de todos los textos que voy a colgar esta semana...qué le vamos a hacer, estoy en modo regresivo.
ALOPECIA OCULAR
XXXXXClaro que me duele ver las pestañas que he mojado tantas veces sobre la mesa, tan desamparaditas y como queriendo morderse la cola. Hay que ver lo importantes que son, lo que nos protejen de los bichitos cabrones y el polvo y el humo. Hay que ver la de infecciones que nos evitan y la de dinero en medicinas y gotitas puñeteras que nos ahorran. Y de las cejas qué me dicen, ustedes como las tienen no las valoran, pero yo ahora cuando sudo las echo de menos. Y eso por no hablar de lo antiestético que he quedado, yo que era el Tyronne Power de la tribu, que disfrutaba casi sexuamente arrancándome con las pinzas los pelitos del entrecejo. Ahora no hay nada que hacer. Mis últimas tres pestañas acaban de morir sobre esta mesa amarmolada de café elegante y se retuercen como no sabiendo dónde están, como preguntándose entre ellas qué es esto, yo quiero volver a casa.
XXXXXY no puedo hacer nada por ellas, el pegamento no es recomendable para éstos casos, el reimplante demasiado caro y los crecepelos para éstas zonas, inexistente.
XXXXXA ustedes les parecerá una tontería, pero a mí me ha destrozado la vida, he de ir con los párpados medio cerrados por la calle, no puedo salir los días de viento y, además, tengo que soportar las miradas de los transeúntes extrañados de algo, y no saben qué y luego se percatan y piensan pobrecito o cómo tiene que joder eso.
XXXXXY ahora mis tres últimas pestañas agonizan; ellas, que han soportado tantas lágrimas y parado como guardameta siempre en su sitio tantas putas motas que me joden ahora; ellas, por las que he entrevisto tantos amaneceres a salvo de legañas, por las que se han filtrado tantas imágenes sublimes y caras o senos jóvenes acercándose, por entre las que he visto cordilleras y océanos y libros y ciudades. Ahora se retuercen como rogándome que las devuelva al hogar o las mate de una vez, y qué ganas de llorar, pero no debo porque con lo de las cejas me contuve y ahora no debo.
David Galindo. Inédito.

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