Revista Filosofía

Alpargatas sí, libros no.

Por Andi

Mientras los adictos al régimen aplauden, poco a poco y sin protesta seria opositora alguna, el oficialismo va ganando terreno en el ámbito de decisión de las personas.

Alpargatas sí, libros no.

Es un tema polémico en estos días la restricción impuesta a la importación de libros al país, medida impuesta por el secretario de comercio Guillermo Moreno. Dicha medida busca imponer un control sobre el material que ingresa en base a los compuestos químicos con el que se realiza la impresión. Otra de las justificaciones se encuentra en la falsa idea de que restringiendo el ingreso de publicaciones obliga a las editoriales locales a publicar los títulos aquí en Argentina.

Al margen de esta pedante explicación, económicamente implica un menoscabo al derecho de los comerciantes, a quienes se les impone de ahora en más realizar las transacciones por volúmenes mayoristas, poniendo en peligro su libertad para manejar el stock según la demanda de los títulos.

La justificación que encontró conveniente el oficialismo fue controlar la importación de libros en base al margen de seguridad del contenido de plomo de las tintas utilizadas, en pos de la salud pública. Parece una broma de mal gusto siendo un hecho que apoyan indiscriminadamente la explotación minera que genera deshechos mucho más tóxicos y en cantidades mucho mayores que el plomo utilizado en la tinta.

Obligan al individuo que habitualmente utiliza los medios de compra electrónicos para su comodidad, a resignarla para ir a retirar sus adquisiciones por un sitio al que por diversas razones no cualquiera puede acercarse. Eso sin contar que previa entrega del material, se le realiza una "inspección técnica", que indefectiblemente implica la apertura de la paquetería, violando así un principio consitucional que protege la confidencialidad epistolar, incluso viola de modo tangencial la libertad de pensamiento ya que muchos de nosotros no tenemos el más mínimo interés en que el Estado tome nota de qué es lo que leemos y que es lo que no, qué es lo que compramos y que no.

Otra contradicción que plantea el tema es que de ningún modo esta medida benefica en modo alguno a la industria editorial interna, ya que un libro que no se editaba mientras se importaba, no implica lógicamente que se lo haga ahora.

En fin, mientras los adictos al régimen aplauden, poco a poco y sin protesta seria opositora alguna, el oficialismo va ganando terreno en el ámbito de decisión de las personas.

Si a ésto como a tantos otros atropellos se los cataloga de "profundización del modelo", como ciudadano espero que se toque fondo lo antes posible para que se le revele a los ilusos semejante estafa.

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