Es curioso observar las reacciones de muchas personas hacia mi sugerencia de usar la visualización. Mucha gente me ha visto ya recomendarles dos ejercicios diferentes… Uno de los cuales se basa en imaginar a la persona que les deja tan pillados como para querer hacer algo con él/ella y no ser capaces de ello, cómodamente aposentada en el trono de porcelana haciendo cálculos de su producto interior bruto.
Es decir, y tal como lo digo normalmente: si te gusta una persona pero no te atreves a acercarte, imagina a esa persona cagando; que si te sigue gustando irás.
Esta sencilla frase resume varios de mis preceptos, los que ya son conocidos por mis allegados en este tema y manejados por los que me consideran su “maestro” (sigo diciendo que yo no he estudiado magisterio). Preceptos que a saber incluyen entre otros: descaro, cabronería, caradurismo, cinismo, honestidad, sarcasmo… Todo esto salpicado con toques de sutileza y elegancia cuando me da por ahí.
Algunos también conocen mi precepto de la economía, es decir:
Si no lo deseas realmente, ahorra esfuerzos para lo que de verdad te llene. O incluso mejor todavía, ahorra los esfuerzos para ir a cagar.
Todo este preludio tan salpicado de mierda y de actitudes chocantes tiene como único objeto el de señalar que, aparte de usar los recursos personales de los que TODOS disponemos; mi consejo favorito es el de canalizar la conciencia y la atención.
¿Cómo? Bueno… Pensando en limones. Es decir, visualizando.
Gracias al tiempo que pasé aprendiendo sobre la temática parapsicológica, llegué a conocer (y dominar hasta cierto grado) varias formas de relajación y enfoque de la conciencia, la atención y los pensamientos; que como podría ver más tarde son tremendas ayudas a la hora de un desarrollo personal profundo, integral y saludable.
Algunas veces, estos ejercicios eran explicados de maneras tan sencillas que parecen simples y hasta ridículos. Y ese es el punto con lo de “imaginar cagando” a una persona ante la que te cortas lo justo como para no ser capaz de interactuar. Es muy difícil tener miedo o aprensión hacia algo que te resulta ridículo.
Pero otras veces, esa misma simplicidad alejaba del ridículo y la simpleza, y acercaba a una comprensión y conexión profunda de lo que se te pedía que hicieras. Por ejemplo, y una vez más en esta entrada… Pensar en limones. Darle consistencia al pensamiento.
Su peso, su forma, su sombra, su textura, su aroma, su color, su sabor. Todo.
Estabas creando un limón en tu mente, apoyado por tus recuerdos y sensaciones.
Este mismo consejito de pensar en un limón, posteriormente me permitió pensar en mí mismo y llegar (con otras ayudas mediantes también) a una situación curiosa. Me conocía a mí mismo, y los recursos que me permitían hacer aquello que debo.
Estaba consiguiendo desarrollarme desde dentro de mi ser, y empezaba a reclamar mi autonomía en muchas cosas. Todo esto tuvo su debida trascendencia en mi vida.
De manera totalmente armónica. Fluyendo con el mundo.
Y me alegra deciros esto tras mi vigésimo cumpleaños, sucedido el domingo 11 de marzo. Me gustaría animaros a probar, porque nunca es tarde para usar la mente.
Para algunos, esto es una ligera muestra de las cosas que aconsejo y explico con mayor detalle y profundidad cuando tengo un caso concreto del que ocuparme. Mientras tenga que ser genérico, no me veréis traspasar cierto límite.
Para otros, es una experiencia resucitada al haber recibido este consejo y haber sido dirigidos durante su aplicación. Se me reportan beneficios notables en los aspectos del descanso y la concentración. Celebro que así sea, y lo confirmo con mi propio caso.
Y para otros cuantos… Será algo que suena muy bonito pero que no son capaces de figurarse, o que no han descubierto todavía.
De cualquier manera… Empieza a pensar más en limones y menos en técnicas.
Abrazos,
Kheldar