Alrededor de la base de guantánamo

Por Rafael Alcides

El  gobierno que nos rige desde 1959  insiste en que es ilegal la Base Naval norteamericana asentada en territorio de Guantánamo. Error. Es inmoral, pero no ilegal. En tiempos en que Estados Unidos no disimulaba el parche en el ojo ni la pata de palo, aprovechó antes de retirarse de la Isla después de cuatro años de ocupación militar para hacerse ceder  por el pobrecito gobierno cubano de entonces los 117 kilómetros cuadrados donde establecería la Base. Prepotente, exigía   un contrato “a perpetuidad”. Acudiendo al sofisma, las autoridades del recién estrenado gobierno cubano,  luego de cuatrocientos años de colonialismo español y una guerra de treinta años, obtuvieron cambiar en el documento el  humillante término “a perpetuidad”  por otro que hoy resultaría cómico si todavía no moviera a piedad la precaria situación de aquellos exhaustos libertadores. Escúchenlos en el documento suscrito entre ambos gobiernos: No a perpetuidad; cedían el territorio de la Base mientras Estados Unidos la necesitara.

Cuba, desde luego, está en el deber de reclamar ese territorio. Es parte de las Isla. Le pertenece. Pero debería hacerlo en términos corteses, de vecino a vecino, aprovechando que el pirata de ayer es hoy, o intenta parecerlo, sostén de la democracia, arquetipo del hombre soñado por Dios.

Seguir el gobierno cubano apelando a la guapería, equivale a desconocer que si bien los gobiernos van y vienen, los convenios de un estado con otro estado  son compromisos de la nación. Esto es grave. Autorizaría a España –por poner un ejemplo— a que un día cualquiera,  olvidando el Tratado de París firmado el 1ro. de enero de 1898, pueda presentarse en la boca del Morro con tropas y el rey en persona a retomar sus antiguos derechos de soberanía sobre “la Siempre Fiel isla de Cuba”.