Aprovechando el Puente de Diciembre del año pasado viajamos a Alsacia (Francia) con la intención de vivir en directo una localización típicamente navideña. Alsacia, conocido por sus mercados navideños y sus pueblos decorados como si de pura fantasía se trataran. Previas a esta entrada podéis encontrar:
5 días en Alsacia en Navidad: Preparando el viaje5 días en Alsacia en Navidad. Día 1: Madrid - Mulhouse - Colmar
Amanecemos en el hotel de Colmar. Las maletas sin deshacer ya que en ese día nos tendríamos que trasladar de otro.
Bajamos a desayunar, es un buffet muy completo y está lleno de gente. Cogimos fuerzas con el desayuno de los supercampeones y antes de darnos cuenta estamos metiendo las maletas en nuestra flamante Kangoo de alquiler. Los cristales tenían una helada encima de impresión y hacía un frío de aúpa, menos cinco grados marcaba el termómetro. Google había previsto para aquel día temperaturas por encima de cero, pero pasadas las 9 de la mañana no parecían estar por la labor de subir.
Tras rascar un ratito el hielo, ponemos rumbo a nuestro primer destino, Riquewihr. Son 16 kilómetros los que separan de Colmar y tardaríamos en llegar unos 25 minutos aproximadamente. Vemos que el sol quiere asomar, pero desde dentro del vehículo mirar por la ventana da bastante frío, no está nevado, pero todo tiene un color blanquecino fruto de la escarcha y la potente helada que ha caído. La carretera estaba limpia y no había hielo.
Respecto al aparcamiento en esta localidad en temporada alta, como es la de la Navidad, en la carretera principal de acceso al pueblo no se permite aparcar a los lados, ponen unas vallas. A la entrada hay un aparcamiento de pago. Nosotros lo que hicimos fue alejarnos un poco, os dejamos la calle en la que aparcamos (que no es de pago) y preguntamos a los vecinos si se podía estacionar allí. Se trata de la Rue de Horbourg. Cuando llegas desde Colmar a este pueblo te encuentras con una glorieta. Si giras a la izquierda irías hacia el aparcamiento de pago que está al lado de la entrada del centro (donde no se puede entrar por se peatonal). Pues en esa misma rotonda si girais a la derecha, como si pasaras del pueblo es por donde se encuentra la calle que os decimos. Es una zona de chalets. Antes de las 10 había bastantes sitios, cuando nos fuimos ya no. Caminando serán 3-4 minutos más que si lo dejáis en el aparcamiento habilitado. Ahí lo dejamos para quién pueda ser de su interés.
Como comentamos en otras entradas, la zona de Alsacia además de ser popularmente conocida en la época de adviento y Navidad, también lo es por su vino. La zona es vinícola y a comienzos de diciembre, que todavía es otoño, a pesar de serlo avanzado, sus viñedos lucían aún con unos toques anaranjados. Riquewihr se encuentra rodeado de ellos.
Este pueblo fue uno de los que más nos gustó. Por supuesto Colmar tiene muchísimo encanto, canales, mercados. Pero Riquewihr nos pareció tan coqueto… Daba igual ir por la calle principal que salirse de ella y acabar por su diversas placitas.
Bueno, vale, igual, igual, no dió igual. Cuando llegamos en el pueblo había gente, pero no era exagerado. En cuestión de 30 minutos lo que es la vía peatonal, por la que se accede al interior, se convirtió en un cúmulo de personas infinitas.
En Riquewihr, uno no sabe muy bien qué mirar. Las calles empedradas, las fachadas de colores, travesaños de madera y corte medieval. Plazas con pozos que parecen de cuento. La decoración navideña que se reparte entre faroles, galletas de jengibre, corazones, lazos y mil adornos diferentes. Las fachadas de cada una de las calles, comercios y restaurantes no están decoradas al azar.
Era domingo y quizá eso hace que aún haya más gente. A pesar de ello, al salir a las calles laterales, hay momentos que podemos disfrutar de rincones en solitario.
Durante los primeros momentos casi ni sentimos el frío, estamos locos mirando de lado a lado. Hacer fotos con frío es doloroso, al menos porque en mi caso (no tanto en el del que no escribe) se aplica muy bien el dicho de “gato con guantes no caza ratones” y yo con guantes no puedo fotografiar. Así que, no hay dolor, fuera guantes, lo queremos captar todo. Sí, somos unos enfermos.
En Riquewihr, si todo el conjunto es totalmente cautivador, hay lugares que por sí solo atrapan especial interés. Si hay un edificio alrededor del que había una fila inmensa de personas intentando entrar es en la Féerie de Noël. Una tienda abierta todo el año dedicada en exclusividad a la Navidad y que, por lo visto, su interior alberga una recreación de los Mercados de Navidad con los objetos a la venta. Nosotros decidimos no hacer la cola y seguir callejeando. Aquel día el Mercado de Navidad estaba en la misma calle.
La tienda se encuentra al lado de otro de los edificios emblemáticos de Riquewihr, la Torre Dolder (su nombre significa “punto más alto). Una torre de origen defensivo que servía de estupendo mirador para defender la población. Siglos después sigue siendo un mirador de 25 metros de altura desde donde divisar una panorámica de Riquewihr y alrededores. Era la entrada al recinto amurallado. En ella vivía el guardián, encargado de cerrar o abrir las puertas.
El Mercado de Navidad de Riquewihr se desarrolla a lo largo de la calle principal. Esta une la entrada desde el lado del ayuntamientos hasta la Torre Toddler de la que acabamos de hablar. Una calle en pendiente y que a ratos es difícil apreciar toda su belleza debido a la cantidad de gente que había. Aún así, lo tenemos claro, probablemente uno de los pueblos más bonitos que vimos en Alsacia.
Cuando casi no nos podíamos mover, decidimos que es el momento de hacer un cambio y acercarnos a otra localidad, Ribeauville. Pero teníamos claro que intentaríamos volver otro día a Riquewihr, y así lo hicimos el último día de nuestra escapada a Alsacia, aquel día nos recibiría un pueblo muy diferente.
Ribeauville se sitúa a unos 10 minutos. Era día de Mercado de Navidad y, además, a lo grande. Para aparcar lo hicimos en un aparcamiento gratuito habilitado a la entrada de la localidad, un parque transformado para ese día. A este pueblo vinimos en dos ocasiones también y las dos aparcamos en el mismo sitio, con la diferencia de que en fin de semana se habilitaba más parte del parque y en laborable menos (las coordenadas de aparcamiento son estas 48°11'34.0" N 7°19'30.7"E).
Si Colmar se caracteriza por esos canales mágicos y Riquewihr por la belleza de sus placitas y calles, Ribeauville tiene la peculiaridad de tener un Mercado de Navidad diferente a sus pueblos vecinos. Esta localidad celebra los mercados navideños trasladándose a la Edad Media. De manera que ambos tipos se fusionan en un solo evento. No solo hay casetas que expongan y vendan sus productos más navideños, sino que también se hace con productos gastronómicos u objetos relacionados con la Edad Media. Podríamos llamarlo mercado medieval navideño.
Los participantes del mercado van vestidos con la ropa típica de la época, se produden representaciones en las calles, se pueden ver camellos o gansos colándose entre las piernas de la gente. Hay música, hay bailes, hay actores sobre sus zancos. Es todo un espectáculo.
A Ribeauville llegamos hacia las 12 de la mañana. En ese momento el sol brillaba con fuerza, pero el frío nos seguía acompañando. Aun así, entre el aroma del Vin Chaud (vino caliente que ya probamos el día anterior), el de la comida y toda la gente que había allí se llevaba muy bien.
Nos dió muchísima energía y buen rollo. Un ambiente alegre y distendido que, aunque muy masificado también, te motivaba a solo querer sonreir.
Ribeauville, aquel día, era Edad Media y Navidad. El pueblo volvía a seguir la homogeneidad de sus vecinos, colores, travesaños de madera, fachadas decoradas, pozos. Pero en aquella visita, nos centramos principalmente en su mercado, al día siguiente volveríamos y descubriríamos la otra cara de Ribeauville. Allí os lo enseñaremos.
Decidimos comer aquí y, a pesar del frío, el ambiente y lugar incitaba a hacerlo en la calle, aprovechando alguno de los puestos. Así lo hicimos. Una especie de tosta con pan rústico y panceta encima, acompañado de un vin chaud bien caliente. Las tazas tuvimos que pagarlas, un euro, pero eran de cerámica y muy cucas. Las conservamos como recuerdo, pero dudamos que volvamos a darles el uso para el que se compraron, el vin chaud estuvo muy bien en Alsacia pero allí se queda...
Y ahí comimos, de pie, mientras una especie de seres con plumas y máscaras de cuervo hacían un corro, como si fuera un akelarre, y sacaban a niños y adultos a bailar al ritmo de una melodía medieval.
Visto el peligro, nos alejamos un poco del meollo por las calles adyacentes, llegamos hasta la plaza de la Sinn y sentimos que el frío se nos iba metiendo poco a poco. Nos costaba irnos de Ribeauville.
De camino al coche un coro de niños disfrazados de angelitos cantan un villancico rodeados de camellos y una multitud.
A las 15.00 estamos en Hunawihr, nuestro nuevo destino. Está a unos 5 minutos en coche de la localidad anterior y nos pillaba de paso camino a Colmar. Así que decidimos hacer una parada.
Está claro que Ribeauville, vecino casi de calles, se lleva todo el protagonismo, y Hunawihr se encuentra, al menos a esas horas, totalmente solitario. Aparcamos en el centro del pueblo, como se podría hacer en cualquiera de los pueblos no turísticos de España. Aquí no hay mercado de Navidad, pero después de un día plagado de lugares de interés turístico se agradece un poco la tranquilidad. Aunque quizá fuera demasiada…
Hicimos parada en esta localidad porque está incluída dentro de Les Plus Beaux Villages de France (lo que son los pueblos más bonitos del país, como Saint Bertrand de Comminges, del que hablamos hace tiempo, pero hay muchos).
Hunawihr es un pueblo pequeño, asfaltado íntegramente, con lo que ese encanto del suelo adoquinado se pierde, por otro lado es un descanso para caminar. Allí, la decoración navideña es más sutil, pero está presente, no tan sobredimensionada como en otro rincones. Más travesaños de madera, más fachadas de color, rincones coquetos y un entorno, en el Alto Rin, rodeado de vides en el valle.
De Hunawihr salimos una hora después de llegar. Lo recorrimos bien y con bastante tranquilidad aprovechando la falta de compañía. Por momentos, nos sentimos los únicos habitantes de aquel rincón. Parecía mentira que, a solo 5 minutos, Ribeauville fuera un hervidero.
De allí, pusimos camino a Colmar. El día anterior no habíamos llegado a tiempo para poder disfrutarlo con luz del día y, sobre todo, teníamos que hacer el check in en el hotel en el que inicialmente reservamos.
Lo primero que hicimos fue ir a él. Entramos en nuestra habitación triple. ¿Por qué triple? Porque, como contamos en el anterior post, era la única que quedaba en el hotel y parecía que en todo Colmar. Bastante aceptable. Y no nos entretenemos demasiado, salimos rápido hacia el centro de Colmar a ver si lo vemos con luz del día.
Llegamos muy justos, alrededor de las 16:30, la luz es el preludio de un rápido atardecer. De hecho, a las 17:15 ya era de noche. Bastante frío en el ambiente, así que decidimos en esta ocasión acercarnos con el coche. Aparcamos sin demasiado problema en la plaza que está pegada a la parte del centro en la que se encuentran los canales. Tuvimos suerte.
Y así, aparecemos con luz, a ver de nuevo la zona de canales de este precioso pueblo, también a apreciar mejor los colores de sus casas. A pesar del frío, a pesar de que hay poca luz para disparar y a pesar de llevar muchas horas al aire libre sin superar apenas los 0 grados queremos sacar más fotos, y caminar, y tomarnos otro vino caliente si es necesario.
La hora azul resulta un acierto para visitar Colmar, las luces se encienden pero aún hay una suave luz en el ambiente. Las fotos, a pesar de tirar de ISO, con tanta gente nos salen movidas, pero da igual, como buenos enfermos seguimos disparando.
Cuando el cielo se vuelve negro, el que no escribe y yo nos dedicamos a recorrer de nuevo Colmar intentando no saltarnos ni uno de sus cinco mercadillos. (Creo que haremos una entrada exclusiva para Colmar una vez acabado el diario).
A las 19:30, con Colmar recorrido de arriba abajo y las manos y cara insensibilizadas por el frío, decidimos entrar a cenar. Esta vez lo hacemos en Crepe'stub. Vamos a probar las galettes. Teóricamente es una especialidad francesa de la zona de Bretaña. Nosotros en Alsacia nos encontramos este restaurante especializado en ellas junto con las tartes flambées. Pedimos dos galettes. El restaurante es pequeño y estaba decorado por las esquinas con detallitos navideños también. No dejan un hueco libre.
La salida trajo una tiritona importante a nuestras vidas. Teníamos un destemple de todo el día fuera… pero había sido impresionante. Aunque frío, el día había sido bonito y soleado, lleno de ambiente, de música, luces, casas de cuento, gente alegre. Al día siguiente nos esperaba mucho más…
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Revista Cultura y Ocio
Alsacia, 5 días en Navidad. Día 2: Riquewirh - Ribeauville - Hunawihr - Colmar
Por Tienesplaneshoy @TienesplaneshoySus últimos artículos
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