El perfil de las empresas de base tecnológica en España tiene entre sus fortalezas la autoconfianza, una arraigada creencia en el propio potencial y en su equipo humano y una permanente y generalizada búsqueda de calidad, pero como punto débil el moderado papel de la I+D+i, así como un nivel de competitividad más bajo que en otros países europeos del mismo nivel de desarrollo.
Así lo refleja un estudio desarrollado por IE Business School y la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, que revela que un 18 por ciento de las pymes tecnológicas españolas tiene una facturación de más de dos millones de euros al año y un 46 por ciento realiza transacciones con otros países. Además, detalla que estas empresas concentran su actividad en zonas urbanas de más de 50.000 habitantes, principalmente en Cataluña, Madrid y Andalucía.
En más de la mitad de los casos analizados se trata de empresas jóvenes creadas entre 2001 y 2009. Por sectores, las empresas tecnológicas se concentran en la industria manufacturera, actividades profesionales, científicas y técnicas, información, comunicación y energía.
La inversión necesaria para iniciar un proyecto tecnológico varía. El capital semilla medio se sitúa en unos 160.000 euros, cifra que duplica los 75.000 euros que precisa, de media, una compañía en España, según los datos del Informe GEM.
En cuanto a los promotores, un 67 por ciento de estos empresarios cuenta con estudios superiores, principalmente en las áreas de ingeniería, informática, económicas y carreras científicas. De ellos, la mitad cuenta con formación específica en gestión empresarial. Los autores del informe apuntan a la antigüedad, la posesión de estudios de postgrado, la formación para emprender y el volumen de facturación como principales factores relacionados con el crecimiento de las compañías.