Los primeros conceptos del informe de Jorge Altamira al XXI Congreso del Partido Obrero, que se desarrolla del 6 al 9 de julio con la presencia de centenares de delegados representativos de 18 provincias, fueron para convocar a una campaña gigantesca por la condena de los asesinos políticos y materiales de Mariano Ferreyra, a partir del juicio oral y público que deberá comenzar el próximo 6 de agosto. Altamira desentrañó todo el entramado político de este crimen, que involucra a gran parte del aparato del Estado y de los negocios tejidos por el gobierno con los concesionarios de los ferrocarriles.
Altamira advirtió de la relación directa que media entre el asesinato de Mariano Ferreyra y la tragedia de Once. Destacó el apoyo de Pedraza y de la burocracia de La Fraternidad a la fracción oficialista que disputa la conducción de la CGT, encabezada por quien llamó ‘Batallón 601’, Gerardo Martínez. Para Altamira, la obtención de una condena para la patota sólo se conseguirá como subproducto de una movilización política que ponga al desnudo la complicidad del aparato del Estado, los concesionarios y la burocracia de los sindicatos.
Para Altamira tanto el país como el movimiento obrero han ingresado en una nueva etapa política, como consecuencia de la crisis capitalista mundial y del agotamiento definitivo del llamado ‘modelo’. Destacó la disgregación de la base política del gobierno, como lo testimonian la ruptura con Moyano y el virtual llamado a la intervención federal de la Provincia de Buenos Aires.
“Con el ajuste, la confiscación de los ingresos de los trabajadores y jubilados y con la provocación de crisis políticas con sus ex aliados, Cristina está demoliendo su propio gobierno. No pretendo -añadió jocoso-, volver al TT en Twitter, sino que es una rigurosa constatación política. Nuestra tarea de aquí en más, remató el dirigente del PO, es plantear abiertamente la fusión del movimiento obrero y la izquierda revolucionaria”.
Altamira insistió en que los activistas sindicales deben hacer conciencia entre sus compañeros de trabajo, de que se encuentra en desarrollo un movimiento obrero históricamente diferente. La unión del movimiento obrero y la izquierda revolucionaria es la solución al impasse histórico de Argentina y la salida política para los trabajadores ante la bancarrota capitalista.
Altamira llamó a una campaña política contra la regimentación de los sindicatos por parte del gobierno y contra su división, con el reclamo de un Congreso de Bases y un plan de lucha de conjunto. Convocó al Frente de Izquierda a liderar esta campaña.
Altamira advirtió contra la subestimación del golpe de Estado en Paraguay, al que caracterizó como la punta del témpano de una disgregación del Mercosur, ya afectado por una intensa guerra comercial. Calificó a la disputa por el reparto y el precio de la energía de Itaipú como la madre de todas las crisis, y denunció la iniciativa de instalar una base militar del Pentágono en Uruguay.
Altamira convocó al Frente de Izquierda a iniciar una campaña política contra el ajuste y por un plan de lucha, y para disputar la crisis de poder a la derecha y a lo que llamó pseudo centroizquierdismo. Presentó esta propuesta como una iniciativa fundamental para anticiparse a un adelantamiento de las elecciones, la convocatoria de un plebiscito y cualquier otro recurso de emergencia como intervenciones federales.
“En el mundo -advirtió el dirigente del PO- estamos en las vísperas de un viraje popular, ante la bancarrota económica y la crisis de poder de los círculos más poderosos del capitalismo, y como un recurso extremo frente a los brutales ajustes, que pretenden hacer retroceder a los trabajadores a principios del siglo XIX”.