En una bella bahía entre Calpe y Benidorm se alza la población de Altea. Ésta, una de las mas típucas del levante alicantino se yergue sobre una colina a cuyos pies se expande una carácteristica playa de contos rodados que contrasta fuertemente con las arenas de las playas de sus más conocidas vecinas. En el cúlmen del cerro alrededor del cual se circunda una población de calles empedradas y casas bajas y encaladas se alza la Iglesia del Consuelo o L´Esglèsia del Consol (en Valenciano). Dicho templo, de factura moderna es uno de los más reconocibles monumentos, fácilmente divisable desde cualquier lado de la playa desde L´alfàs del Pí hasta el final del término municipal alteano. En sí, las dos cúpulas de las que hace ostentación el templo se han convertido con el tiempo en plenos símbolos de la población que sus pobladores defienden con orgullo. Dos cúpulas carácteristicas de azulejo blanco y sobre todo, cómo el Mediterraneo, azul.
La Iglesia del Consuelo se encuentra enclavada en un bello lugar. Una plaza irregular cuajada de restaurantes, bares y tiendas de productos típicos que comparten lugar con miradores que muestran desde el faro de L´alfàs del Pí hasta el enorme, preponderante y familiar Peñón de Ifach, en la vecina localidad de Calpe. A la Iglesia se accede desde una escalinata que sube a una enorme puerta bajo un dintel con la imagen de Nuestra Señora del Consuelo, títular del templo. Frente a lo que pudiera parecer, merced a su simplicidad de líneas en la portada principal, el templo oculta en su interior un gran tesoro del neobarroco que hacen al mismo algo digno de visitar en tanto en cuanto contrasta su inmaculado y dorado interior con el sobrio exterior del cual, su principal característica, cómo ya he referido son las dos hermosas y llamativas cúpulas que se alzan sobre el templo y por ende de toda la población que, cómenzando cómo una aldea de pescadores ha terminado cómo un excelente centro turístico.
La Iglesía, a la que se accede por una serie de callejuelas empedradas muy en consonancia con su carácterístico trazado de tiempos árabes, tiene una factura moderna, de principios del siglo XX pero anclada en un pasado mucho más lejano y que remanece del lejano siglo XVII. En aquella época, según consta en la historia de la localidad, era una parroquia muchísimo más reducida hasta que se comenzó la edificación de la actual planta. Una planta de salón, con capillas laterales en las que se alzán distintos retablos con titulares diversos. El altar mayor se alza hacía el este con una columnata de color rosácea entre el cual se aprecia un icono de Cristo y sobre él la imagen de Nuestra Señora. Lo circunda un pasillo circular a dos alturas con bóveda de cañon y tres arcadas a cada lado en medio de las cuales se alzan columnas que soportan la la bóveda de media naranja que cubre el ara. A sus pies podemos contemplas imágenes a tamaño natural de los apóstoles.
Tras muchas vicisitudes, de siglos, el templo fue culminado en mil novecientos diez. En esa fecha se retranquea la fachada y se afianzan paredes y columnas. Para entonces ya se habría construido la segunda cúpula, de menor tamaño que da cobertura a la capilla lateral. Tendríamos inicialmente una sóla cúpula que se complementaría acertadamente con la del referido sagrario o capilla. Dada la expansión modernista que sacudía el levante español en aquella época se incorporarían determinados elementos carácteristicos cómo las escamas de cerámica que dan un aire dinámico al tejado, figuras con forma de dragón o salamandra y caballetes en formas caprichosas, parecidas al pescado del que tanto subsistia en otras épocas la población. El resultado es una explosión barroca con tonos blancos y dorados que se extiende por doquier en un templo que enseñorea un caserío blanco que a su vez se vuelca suavemente sobre el mar Medíterraneo.
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