Escuché el otro día por la radio, que doscientos altos cargos de la Generalidad catalana, se habían reunido con el Sr. Mas para tratar, a puerta cerrada, el relevante tema de la conulta ilegal que pretende celebrar D. Arturo. Doscientos altos cargos. Si conisderamos que no existen más de quince áreas, aproximadamente, en la administración pública, ¿de donde pueden salir tantos “altos cargos”?. No se han referido a funcionarios, asesores, secretarios, llevadores de agua, abrepuertas, pelotas oficiales ni recaderos de lujo, no, se han referido a “altos cargos”. ¿Cuantos más tiene la Generalidad, o cuantos hacen falta para empeñar las arcas catalanas en tantos miles de millones de euros?. Siempre pensé que la catarsis de la que hablaba D. Alfonso Guerra en el año 1.982 era más imprescindible que necesaria, pero en el seno de los partidos políticos que han institucionalizado la corrupción, multiplicado las necesidades administrativas y convertido el enchufismo en el medio habitual de incorporarse a una larga fila de puestos de trabajo inútiles e innecesarios para llenar los estómagos agradecidos de allegados al régimen. Podemos lo tiene fácil: El populismo barato de Pablo Iglesias vende la honradez obligada de quién aún no tiene la cuota necesaria de poder para ser corrupto, aunque empiece cobrando diecisiete mil euros mensuales; pero este es ya otro tema.