Revista Filosofía

¿Alumnos inadaptados o circunstancias inadaptables?

Por David Porcel
Me alegra saber de la existencia de propuestas, lúcidas y abiertas, que explican la situación de fracaso escolar que actualmente vive la sociedad española. En este caso, es el profesor e investigador Ricardo Moreno Castillo, autor del ya célebre Panfleto antipedagógico, quien detalla, en el magnífico blog TEXTOS DESEDUCATIVOS los factores que justifican la ineficiencia de nuestro sistema educativo, y que enunciamos a continuación:
1º El sistema educativo no protege el derecho a estudiar.
2º No existe propiamente educación obligatoria.
3º Nuestro sistema educativo confunde estar escolarizado con estar encerrado.
4º No se deja a un estudiante decidir sobre su futuro, pero sí decidir sobre el de sus compañeros.
5º La proliferación de unos autodenominados “expertos” que, utilizando una jerga pretendidamente científica, no dicen más que patochadas.
6º El profesor ha sido desprovisto de toda autoridad, y las posibilidades de controlar la clase son mínimas.
(extraído del artículo Causas del fracaso escolar, en TEXTOS DESEDUCATIVOS)
Respecto a este último apartado, no entendemos que no se adopten medidas eficientes para amparar y proteger la labor diaria del docente en las aulas, máxime cuando la situación de saboteamiento, desorden y vulneración reiterada del derecho a la educación lo exigen. De hecho, de todos es sabido que uno de los problemas de la actual legislación que regula la convivencia en las aulas y los Centros es su ineficacia para corregir la conducta de estos alumnos inadaptados. El valor que se atribuye a la obligatoriedad de una educación común para todos explica la levedad de unas infracciones que no pueden eliminar la opción de estos alumnos a recibir dicha educación, por muy perjudicial que resulte su indeseable conducta para el resto de sus compañeros. Ahora bien, como es bien conocido, el efecto que se acaba produciendo con este hecho consiste justamente en lo que se trata de evitar: la vulneración del derecho universal a recibir una educación digna. Como explica al respecto Ricardo Moreno: Se mantiene una educación obligatoria hasta los dieciséis con el pretexto de que antes nadie está en condiciones para decidir su futuro. Pero si a partir de los doce años un niño quiere aprender un oficio para entrar cualificado en el mercado laboral y no se le deja, no sólo no va a estudiar, sino que también alborotará y no dejará estudiar a los demás, malogrando el futuro de los que sí quieren estudiar. Entonces, por impedir que decida sobre su futuro, se le deja decidir sobre el de los demás. (Causas del fracaso escolar, en TEXTOS DESEDUCATIVOS)
Por otro lado, aun en los casos en que la sanción sea grave, en muchos casos ésta no afecta a los alumnos infractores, a los que les resulta indiferente cualquier tipo de reprimenda o castigo. Y éste es, en mi opinión, el verdadero meollo del asunto: dilucidar por qué a un alumno le puede resultar indiferente cualquier tipo de medida disuasoria. Seguramente este tipo de actitudes, que denotan apatía y desinterés, son una consecuencia de imponer a un alumno determinado programa de estudios sin contar con su voluntad, sus preferencias y capacidades.

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