Revista Opinión

Amalia, Buen Viaje.

Publicado el 19 octubre 2018 por Carlosgu82

Amalia buen viaje

Empezare por narrarles un acontecimiento, que me sorprendió y llamo mucho mi atención al escuchar tal confesión por parte de un amigo, mayor, mucho mayor que yo.
Nos encontrábamos en la sala de mi casa, conversando amenamente después de mucho tiempo. Pues buen tiempo en que no nos veíamos con este amigo, amigo de jaranas y una que otra casual velada. Muchos temas de interés en común, como política, arte, actualidad, futbol. Pues el día anterior jugó la selección de futbol peruana y la de estados unidos.
Palabras van, palabras vienen y decidimos tomarnos unos vasitos de cerveza. Vamos a la bodega más cercana, y mientras comprábamos dicho licor, y cruzábamos palabras, este amigo me dijo algo, llamando poderosamente la atención.
Me confesó que aunque haya pasado tanto tiempo de casado, aún extrañaba a su gran amor. Un amor al cual entendiblemente amo demasiado. Pensaba que era un recuerdo le dije.
No, amigo. ¡La extraño! ¡Ahora en este momento ¡ ¡pensé en hacerle entrar en razón! Pues por sus mejillas rodaban unas pequeñas pero significativas lágrimas. Confesaré que me sorprendió tal confesión, jamás imaginaria, que un hombre a esa edad, pudiera sentir tanto por alguien. Volvemos a la sala, nos servimos unos vasos de cerveza e inicia su confesión:
Amigo usted es más joven que yo, solo ahora, escucha y aprende de esta lección. He cumplido 76 años y mis años pesan, me pesa mi familia, mis hijos ingratos, y una esposa la cual hace tiempo, mucho tiempo dejamos de querernos. Eso se convirtió en costumbre el trabajo, la casa, los hijos. Hoy enfermo disfruto de mi soledad, de uno que otro ocasional viaje, siempre solo. Pues ni mi esposa ni hijos desean acompañarme.
Es casualidad que en uno de estos pequeños viajes, volví a ver a quien ayer fue el amor de mi vida. Al principio supuse que no era, pero algo dentro de mí, decía lo contrario. Ella supongo sintió lo mismo, pues tímidamente me saluda.
! Carlos, Carlos ¡¿eres tú? Soy Amalia…me ¿recuerdas? -Como no recordarte amor. Si siempre te he llevado aquí, en medio de mi pecho, en mi corazón, que siempre fue tuyo.se unieron en un gran abrazo, que imagino que tal destello habrá provocado, que sus nietos de Amalia, se vieron sorprendidos.
Presento ella a su familia, él agradecido de tal momento. Solo atinaba a sonreír como un chiquillo.se echaron andar por la gran avenida, conversando y tratando de rescatar uno que otro recuerdo que se les esfumo.se sientan en una cafetería y rodeado de una familia que no es suya.
A él no le importa, solo disfrutaba de tenerla a ella cerca, como siempre quiso. Al primer sorbo de café, pregunta ella ¿te casaste? ¿Tienes hijos? Él solo atina a afirmar con la cabeza, y le relata pasajes de su vida. Carlos pregunta lo mismo. Ella confiesa ser separada hace buenos años. Pues su anterior esposo era abusador y ella decidió con ayuda de su familia, escapar hacia el extranjero.
Permanecen callados un largo tiempo, con el temor de preguntarse el porqué de su separación. Ambos con los ojos húmedos disimulan. Pues el menor de los nietos interrumpe. Quedan en verse por la noche, para cenar.
En esta parte del relato Carlos, me confiesa que se sentía como chiquillo. Sin atinar que traje ponerse. Ya presto a salir del hotel decide llevarle las flores que siempre les gustaron, Girasoles.
Llega a la cita puntual, ella casi segundos después. Bella como siempre. Ordenan la cena y el vino. Y empieza la charla .con uno que otros bellos momentos. Carlos se pregunta por qué nunca confeso su amor .si ella lo sabía. Pareciendo adivinar Amalia pregunta ¿por qué nunca me confesaste tu amor?
Carlos confiesa, que aquella ocasión de su cumpleaños, 25 de Mayo de 1972 .su madre le comunica que su hija (Amalia) no saldrá. Hasta que este, abandone la casa.se me partió el alma, el corazón se me desgarro, llore como un chiquillo, Salí despavorido sin rumbo, cobardemente me eché a llorar, llorando el tiempo que no volverá.
Supe tiempo después, que te casaste .y no supe la razón de tu viaje al extranjero hasta hoy. Te extrañe mucho y también te llore mucho. De mi vida no te daré muchos detalles, solo que me casé y no sé por qué. ¿Fui feliz? No lo sé .quizá a su modo.
Hoy siento que vuelvo a ser feliz, a tu lado. Siquiera en este pequeño y mágico momento. Hoy quiero y debo confesarte que siempre te extrañe, te amé y te amo. Pero también has de saber que cobardemente no te busqué, te deje ir. No sé cuánto de valor tenga eso hoy, solo deseo y deseamos pasar este momento junto.
Amalia confiesa, que siempre le espero .pero de igual forma su madre le obligo a casarse con ese hombre, que no quiso. Pero que siempre guardo la esperanza de algún día, antes de partir escuchar por última vez, que él le amaba y siempre le había amado. Pues la enfermedad y la muerte le alcanzan.
Carlos impactado pregunta, ella le responde que el cáncer está muy avanzado. Su cuerpo y los medicamentos libran una dura batalla, que no ha de ganar. Sus ojos de ambos humedecen, beben el último sorbo. Deciden marchar a un lugar más privado. Como chiquillos, en una noche que los llama al amor.
Hacen el amor, según me confiesa Carlos,” no esa clase de amor” el amor, en que le lees los mejores poemas, guardados en mente y corazón. Recuerdan su primera canción. Sus promesas de amor jamás confesadas, aquellos juramentos jamás ejecutados, y duermen abrazados bajo una cómplice Luna, en un hotel de la ciudad, y se entregan al mejor de sus besos, los que jamás se dieron.
Hora de volver, la lleva hasta la puerta de su casa.se despiden .él le pregunta si volverá a verla .ella asienta con la cabeza. Aunque sabe Carlos si es que la muerte no le alcanza antes. Mi amigo debe volver a Lima. Y ella a su lugar. Ha pasado un tiempo (Hasta hoy en que me encuentro en la sala con mi amigo).me comenta que se va de casa, su hogar. Su familia no le ha objetado nada, tiene las maletas listas. Interrumpe una llamada a su celular, sus ojos se humedecen entiendo que debe estar sucediendo lo inevitable.
Escucho la emoción en sus palabras, me contagia el estrujo de su corazón, entiendo que partirá donde esta Amalia. Le ofrezco llevarlo al aeropuerto, me dice que uno de los hijos de Amalia, está afuera esperando. Nos abrazamos en un silencio, sé qué Carlos acompañara al amor de su vida, claro que esta ocasión la perderá por segunda vez.
¡Adiós Amalia, buen viaje¡


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