Su currículum le hace espacio a varios reconocimientos. Allá por 2005, fue elegido el Mejor Jugador Extranjero del Calcio. Tres años después, brilló como el Futbolista de la temporada en la misma liga. Y en 2009, llevó su nombre al Once Ideal de la UEFA. Sin embargo, hay un premio que Zlatan Ibrahimovic mira con mayor orgullo: el cinturón negro que la Federación Italiana de Taekwondo le entregó en noviembre de 2010. “Este deporte fue mi primer amor”, reconoció aquel día el sueco. Y su fanatismo por este arte marcial le dio una elasticidad extraordinaria en el césped. Se vio en la perla de taco que le convirtió a Italia en la Eurocopa de 2004 y el golazo que le marcó a Torino en 2007. El delantero facturó los recursos del taekwondo en la red. Pero, cuando los unió con su carácter volcánico, el cóctel resultó peligroso. Lo demostró este fin de semana, con la patada voladora al pecho del arquero de Saint-Etienne. Fue una reacción violenta, en medio de la primera derrota del PSG en la temporada, y el árbitro le sacó roja directa. La ruta al vestuario… y no al tatami.