Vuela la mente hacia el pasado. Es la tarde del 9 de julio de 1991 y, en la Bombonera, Boca y Newell’s van por la corona de la temporada. La derrota 1 a 0 en Rosario presiona al equipo que dirige el Maestro Tabárez. Y su equipaje pesa aún más por los diez años sin festejos en el torneo local. Hay lucha en el campo embarrado. Suela áspera en la mitad de la cancha. Así lo hacen Giunta y Quique Hrabina. También, Garfagnoli y Pochettino. Y de pronto, una patada criminal. El Doctor Carlos Moya se lanza en una plancha escalofriante contra Tata Martino. Un golpe brutal. Sin anestesia.
La imagen retrata la dureza de la patada. Boca arriba, Martino mueve los brazos por el dolor en su pierna derecha. “Lo podría haber quebrado”, suelta Macaya Márquez desde la transmisión de Canal 9. “Tendrá que ir más allá de la tarjeta amarilla en cualquier momento”, completa Marcelo Araujo, con un criterio inentendible. Y más inexplicable es la decisión de Lamolina. Nada de tarjeta roja para el defensor de Boca. Apenas lo amonesta, nada más. Moya sigue en cancha y Martino, en cambio, se hunde el vestuario. Desde la camilla, escuchará el resto del partido. El gol de Gerardo Reinoso, los penales atajados por Scoponi y, en definitiva, el título de Newell’s.