Sí has llegado hasta aquí creyendo que la entrada se refiere a la película Amanecer de la saga Crepúsculo, te vas a llevar un chasco muy grande. Ambas películas comparten título, al menos en castellano, pero en cuanto a época, temática y, sobre todo, calidad, no tienen nada que ver la una con la otra. Hoy es el turno de una de las más grandes películas de toda la historia del cine: Amanecer.
El matrimonio de dos granjeros empieza a tambalearse en el momento en el que una seductora mujer, procedente de la ciudad, llega al campo para pasar las vacaciones y se convierte en la amante del marido. El marido, totalmente cegado por el amor de su nueva conquista, empieza a considerar que su mujer es un estorbo que impide su recien descubierta nueva felicidad.
Quiero empezar rompiendo una lanza a favor del cine silente, ese gran desconocido. Si ya hay mucha gente que te mira raro cuando dices que ves cine en VOS, no os imagináis como te miran cuando dices que te gusta el cine mudo. Pero, lo peor, es la ignorancia y que la gente piense que el cine silente se reduce a Charles Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd, que a mi me encantan, pero no es lo mejor (ni lo único) que se puede encontrar en aquellos años. En los albores del cine hay auténticas maravillas y entre ellas se encuentra la película de F. W. Murnau, quien es especialmente recordado por ser el director de Nosferatu.
No os dejéis engañar por la sinopsis, Amanecer es mucho más que un melodrama con triángulo amoroso. De entrada, ya os digo, que esta es una de mis cinco películas favoritas de todos los tiempos y aparece en la mayoría de listas de las mejores películas de la historia del cine. Y os puedo asegurar que lo tiene bien merecido.
Amanecer es optimismo en estado puro. Es un canto a la vida y al amor y, precisamente, una de sus principales fortalezas es la ausencia de voz porque, de esa manera, absolutamente nada nos distrae de disfrutar de la belleza de las imágenes que nos regala Murnau. Como digo, lo de menos es el argumento, lo que verdaderamente importa son los ojos de George O'Brien y Janet Gaynor, quienes, con una sola mirada, lo dicen todo.
Y hablando de imágenes bellas, el tramo de la película que es espectacular en ese aspecto es en el que la acción se desarrolla en la ciudad. En esta parte, apenas avanza la trama, pero se sugiere tanto que sólo con ese metraje la película seguiría siendo una auténtica maravilla.
No me voy a molestar en recomendarla porque esta película debería ser de obligado visionado para cualquiera que se considere amante del cine. Amanecer es sentimiento puro, poesía en movimiento. Imprescindible.
PD: la inclusión de esta película en el ciclo de cine de verano quizá esté un poco cogida por los pelos ya que, a diferencia de otras películas, ni el verano ni el calor, en su defecto, tienen un protagonismo esencial en ella. Es cierto que se desarrolla en verano pero el principal motivo por el que la he elegido es que es tal la calidez que provoca su visionado que merece la pena incluirla en este ciclo.