Hoy Joaquín Torres, director de A-cero, recomienda Amanruya, otro de los resorts de la cadena Aman, en este caso ubicado en Turquía. Hay pocos lugares en el mundo que ofrezcan en igual medida un gran bagaje histórico y al mismo tiempo una gran belleza natural. La región Egea de Turquía es, sin duda, una de ellas. En estas costas de fábula han nacido los héroes de Homero, los antiguos griegos consultaban aquí a los oráculos y los romanos construyeron magníficos templos para honrar a sus dioses. En todos los rincones quedan huellas de este pasado glorioso, enmarcado en un entorno natural espectacular que cuenta con antiguos bosques de pinos y escarpadas bahías.
Una de estas bahías, dentro de la Península de Bodrum, acoge el resort Amanruya, un alojamiento tranquilo para toda la temporada. Llamado de esta forma en base a la palabra “aman”, que significa “paz” en sánscrito, y la palabra turca que corresponde a “sueño”, Amanruya está ubicado en una apacible y tranquila colina, con impresionantes vistas al mar y un camino sinuoso que conduce a una resguardada playa de piedra. Inspirado por la arquitectura tradicional de la zona y sus métodos de construcción, Amanruya asciende estructurado en varios niveles, ofreciendo una gran variedad de patios y terrazas.
El resort combina el ambiente íntimo de una villa sin renunciar a un estudiado sentido del espacio y del lujo. Mezclando elementos arquitectónicos mediterráneos y otomanos se respetan especialmente los ambientes naturales que enmarcan la zona. Todas las terrazas de Amanruya tienen su propio jardín con piscina privada y una zona cubierta y apergolada, ideal para el descanso y el relax de sus clientes que también cuenta con una ducha exterior. Las piscinas varían en sus formas de nivel a nivel, algunas cuadradas, otras rectangulares, teniendo una superficie media de 35 m2.