Revista Religión

Amar.

Por Perfumedecristo R. Elisabet

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será  de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus  inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando  cristalinas
el día que me quieras.

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El día que me quieras, los sotos  escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos,  todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas,  irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día  que me quieras…
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo  blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido  de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada  arrebol, miraje
de “Las Mil y una Noches”; cada brisa un cantar,
cada  árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para  nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

Amado Nervo


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