Algunos piensan que es más fácil abandonar que ser abandonado. Esto no es cierto. Hay circunstancias en las cuales se vuelve casi imposible dejar a la pareja, incluso cuando ya nació el amor por una tercera persona. Son casos en los que la culpa, el sentido del deber o las deudas emocionales, reales o imaginarias, tienden un cerco que impide dar el paso.
La posibilidad de dejar a la pareja a veces se convierte en una encrucijada a la que no se le encuentra salida. Uno puede ser consciente de que ya no hay amor. Aún así, comienzan a jugar una serie de factores que impiden llegar a una decisión firme para romper la relación.
Esta situación no trae nada positivo. Si no se hace conciencia sobre esto a tiempo y no se toman las medidas adecuadas, es posible que esto dé lugar a una gran confusión que afecte a todos los involucrados, e impida cerrar la situación de una forma sana.
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“Tienes que aprender a dejar la mesa cuando el amor ya no se sirve”.
-Nina Simone-
Factores que impiden dejar a la pareja
La culpa es la principal razón por la cual las personas tienen dificultades para dejar a la pareja, aún estando enamorados de otros. Ese sentimiento nace debido a que no se quiere hacer daño a alguien que ha aportado elementos valiosos a nuestra vida. Se tiene conciencia de que la ruptura lastimará a esa persona y no se quiere cargar con ese peso.
chica abrazada por figura simbolizando el no saber cómo dejar a la pareja
Otro motivo frecuente es la duda, que conlleva a una parálisis en la decisión. En este caso, lo que ocurre es que se siente miedo por lo que pueda ocurrir en el futuro. No se sabe si, pese a que ya no se siente amor, es mejor lo conocido y no aquello que está por conocerse. Prima entonces la inseguridad. “¿Y si todo sale mal y después quiero volver, pero ya no puedo?”
También ocurre que se quiere delegar en el tercero la resolución del problema. Se espera que sea ese “otro” u “otra” con quien ya existe un vínculo amoroso, formal o no, quien se tome el trabajo de presionar, insistir o “hacer algo” para que uno logre dejar a la pareja. En últimas, se quiere eludir la responsabilidad que implica esa decisión.
No dejar a la pareja a tiempo…
Lo verdaderamente problemático de no asumir la decisión de dejar a la pareja es que esto lleva a situaciones poco claras y nada provechosas. Muchas veces lo que sucede es que comienzan a precipitarse una serie de acciones inconscientes que lastiman mucho más que una verdad a tiempo.
Las principales vías que toma esa decisión reprimida son las siguientes:
Violencia psicológica. Sin darse cuenta, alguien puede culpar a su actual pareja por existir y no permitirle estar con esa otra persona por la que ya hay interés. Entonces calificará como malo todo lo que haga o diga el otro. Aumentarán las críticas a su comportamiento y se mostrará una actitud de fastidio.
La mentira y el engaño. La culpa, la indecisión o el miedo también pueden llevar a una maraña de mentiras. Se le miente a la pareja y se le miente al nuevo amor. Esto se hace para no dejar a la pareja abruptamente, pero tampoco perder a la otra persona. Es una manera poco madura de posponer lo inevitable.
Estrategias pasivo-agresivas. Estas comprenden actitudes poco claras como tomar distancia emocional o lanzar acusaciones indirectas a la pareja. Se manifiesta la molestia, pero no se expresa claramente. Se oculta el conflicto real.
Dejar pistas comprometedoras. Consiste en “hacer que te pillen”. Dejar señales de la existencia de ese tercero y del interés que hay por esa persona, para que la pareja las encuentre y sea ella quien dé por terminada la relación.
Los efectos de no actuar con madurez
Cuando no se pone fin a una relación a tiempo, lo que sigue suele ser doloroso para todas las partes. La pareja actual, de seguro, siente o presiente esa ruptura que flota en el ambiente. Buscará entender todo mejor. Pero si el otro no pone sus cartas sobre la mesa, propiciará angustia, dudas y malestar.
En esas condiciones, la pareja acaba no sabiendo qué terreno pisa y no tendrá elementos para tomar decisiones tampoco. Eso dará lugar a un sufrimiento sordo, ilusiones sin bases o expectativas inútiles. Se hace mucho más daño con este tipo de juegos psicológicos, que expresando de una vez por todas qué es lo que pasa.
El tercero involucrado también sale afectado. No sabe si debe esperar a que el otro resuelva la situación, o simplemente no seguir adelante. También puede experimentar inseguridades y desconfianzas, lo cual no es la mejor base para iniciar una nueva relación.
Adolescente con ramo de flores en las manos que piensa en dejar a la pareja
Por todo lo anterior, no dejar a la pareja a tiempo es, básicamente, una muestra de egoísmo e indolencia. Se quiere evitar el malestar propio, a costa de un sufrimiento para los demás. Al final, se puede salir perjudicado de una situación así. Los miedos, las indecisiones y la falta de compromiso con uno mismo, suelen cobrarse con un alto precio.
Fuente de la información: lamenteesmaravillosa.com