‘Amar en tiempos de ghosting’; la psicóloga Anabel Valencoso analiza el miedo actual a vincularse

Cada vez más personas sufren las secuelas del “ghosting”, una forma moderna de terminar relaciones desapareciendo sin dar explicaciones. La psicóloga sanitaria Anabel Valencoso, directora de Anabel Valencoso Psicología en Alicante, analiza cómo este fenómeno refleja el miedo contemporáneo a la intimidad y a las emociones reales.

En la era de las redes sociales y las aplicaciones de citas, amar parece más fácil que nunca. Sin embargo, la facilidad con la que se inician las relaciones contrasta con la forma abrupta en que muchas terminan. Lo que antes era una ruptura hoy tiene un nuevo nombre: ghosting, desaparecer sin aviso, sin una palabra de despedida y dejando a la otra persona atrapada entre la incredulidad y la culpa.

En el centro Anabel Valencoso Psicología, ubicado en el corazón de Alicante, su directora y Psicóloga Sanitaria, Anabel Valencoso, conoce bien las secuelas de esta práctica cada vez más habitual. “Cada semana recibimos personas que han sufrido una desaparición repentina en sus relaciones”, señala la especialista. “No es solo tristeza o decepción. Aparece la duda, la inseguridad y una sensación muy profunda de no ser suficiente”.

El ghosting, más que una simple moda digital, se ha convertido en un reflejo de la forma en que la sociedad contemporánea gestiona las emociones. “Vivimos en una cultura que evita el conflicto y que nos anima a mostrar solo lo positivo”, explica Valencoso. “Desaparecer parece una salida fácil, pero es también una muestra de miedo a la vulnerabilidad. Nos hemos vuelto intolerantes al malestar y eso empobrece nuestra capacidad de conectar con los demás”.

Las nuevas dinámicas sociales, donde la inmediatez y la gratificación instantánea mandan, han transformado la forma en que las personas se vinculan. “Si algo no encaja, se pasa a la siguiente opción. El problema es que el amor no funciona con esa lógica”, advierte Valencoso. Según la psicóloga sanitaria, este patrón de relaciones rápidas y reemplazables está generando una nueva forma de ansiedad emocional: la ansiedad relacional. “Muchas personas viven con el miedo constante a ser abandonadas o ignoradas, lo que las lleva a vincularse desde la desconfianza”, añade.

Ser víctima de ghosting deja heridas psicológicas que van más allá del malestar momentáneo. Desde el punto de vista clínico, quienes lo sufren pueden experimentar síntomas de duelo, tristeza prolongada y pérdida de autoestima. “Lo más difícil no es el final, sino la falta de explicación”, comenta Valencoso. “Cuando alguien desaparece sin decir nada, la mente busca respuestas. Esa incertidumbre genera ansiedad y culpa, y es lo que trabajamos en consulta: cerrar el ciclo emocional y recuperar la confianza en uno mismo”.

Desde su experiencia en Anabel Valencoso Psicología, la terapeuta observa que muchas de las personas afectadas por el ghosting arrastran heridas emocionales más antiguas. “El rechazo actual reabre heridas pasadas. Muchas veces no se trata solo de esa persona que desapareció, sino del miedo a revivir una historia de abandono anterior”, explica. “En terapia ayudamos a reconocer esos patrones y a romper el ciclo, reconstruyendo la autoestima y fortaleciendo las habilidades emocionales”.

El fenómeno, según la especialista, está estrechamente vinculado al auge del individualismo y a la idealización de la independencia emocional. “Se nos ha enseñado que depender de alguien es una debilidad, cuando en realidad los seres humanos necesitamos vínculos para vivir de forma saludable. Pedir afecto o expresar necesidad no nos hace frágiles, nos hace humanos”, destaca Valencoso.

En consulta, el equipo del centro trabaja con terapia individual y terapia de pareja orientadas a mejorar la comunicación emocional, la gestión del conflicto y la responsabilidad afectiva. “Una relación sana no se basa en evitar discusiones, sino en saber afrontarlas con respeto”, subraya la psicóloga. “Desaparecer no es una solución. Decir lo que uno siente, incluso si es incómodo, es un acto de madurez emocional”.

La especialista también advierte que el ghosting no solo ocurre en el ámbito sentimental. “Sucede entre amigos, compañeros de trabajo e incluso familiares. Es una forma de evasión que se extiende, y detrás de ella hay una incapacidad creciente para sostener conversaciones difíciles. Lo que intentamos en terapia es enseñar que el conflicto no destruye los vínculos, los fortalece cuando se gestiona bien”, apunta.

Preguntada sobre si la tecnología es responsable de esta tendencia, Valencoso prefiere matizar: “La tecnología amplifica lo que ya somos. No nos vuelve menos empáticos, pero sí nos facilita huir. Detrás de una pantalla, desaparecemos sin mirar al otro a los ojos. La solución no es desconectarnos del mundo digital, sino aprender a usarlo con conciencia y empatía”.

Para la psicóloga, el reto actual pasa por revalorizar el vínculo humano y promover lo que denomina “amor consciente”: relaciones donde prime la comunicación, el respeto y la autenticidad. “El amor no puede reducirse a un intercambio de mensajes. Requiere presencia, tiempo y vulnerabilidad. Aprender a amar bien también es una forma de cuidar nuestra salud mental”, afirma.

En el centro Anabel Valencoso Psicología, situado en el centro de Alicante, se observa una creciente demanda de personas que buscan entender sus relaciones, no solo repararlas. “Cada vez más pacientes vienen a terapia no porque estén deprimidos, sino porque quieren aprender a relacionarse de una manera más sana. Y eso es muy positivo. Habla de una sociedad que empieza a dar valor a la salud mental y al bienestar emocional”, destaca la especialista.

El ghosting concluye Valencoso, no es solo una manera moderna de terminar una relación, sino un síntoma de un cambio más profundo en la forma en que nos vinculamos. “Estamos hiperconectados, pero cada vez más desconectados emocionalmente. La clave está en volver a mirar al otro con empatía, y también a uno mismo con honestidad. No se trata de volver atrás, sino de aprender a comunicarnos mejor en el mundo que tenemos”.

Y quizá ahí —añade la psicóloga— está la verdadera lección de esta época: “Amar no es desaparecer cuando algo se complica, sino quedarse el tiempo suficiente para entender lo que nos pasa. Recuperar esa presencia es el primer paso hacia relaciones más humanas y más sanas”.