Amar la lectura incluso antes de saber leer, ¿os parece increíble? a nosotr@s no!, es emocionante! …
No se trata de un amor innato, pues depende en gran medida de las vivencias de los niños en su primera infancia: cuando se arrulla a un bebé con nanas, cuando se juega con un peque a rimas, canciones y trabalenguas, cuando se le cuentan a los niños sus historias preferidas, o se les cuentan las inventadas sobre la marcha, cuando se les ayuda a relacionar una ilustración con las palabras, cuando se indaga en el universo real-imaginario que te facilitan las hojas de un cuento, cuando susurramos historias en su oído -para que cojan mejor el sueño-, o cuando les arrullamos con sonidos en rima, siempre volcándoles nuestro amor por la lectura, en todas esas ocasiones y en millones más, estamos creando las bases sólidas de un futuro lector.
Leí en algún sitio que se llega a la lectura a través de la voz del otro, voz por la que transita el afecto, la oralidad, la palabra hablada de quienes son punto de referencia nuestro, siendo esos sonidos los puentes de iniciación a la lectura y a la literatura.
Qué bonito, ¿verdad?, nos engancha esa voz de nuestra abuela, contándonos de cuando era chiquita, de nuestro abuelo cuando fue a la escuela, de nuestra madre cuando nos llamó y bajamos a su barriguita desde una nube cualquiera… Nos engancha al mundo fascinante de la dicción, de la imaginación y recreación de vivencias posibles, tremebundas, imaginarias, intrépidas… Y ese estímulo inicial proseguirá año tras año, de tal forma que se conviertirá en algo sólido y adaptable a los intereses propios que tengan en cada etapa evolutiva de su propio vivir.
En más de una ocasión, quizá desde el ministerio de cultura, ahora no estoy segura, se ha promovido favorecer el interés por la lectura mediante modelos positivos: “si tú lees, él lee”… Y es que es tan sencillo como eso, cuando los niños ven que sus padres leen o trabajan en el ordenador, o ven a sus primos mayores haciendo los deberes, o a sus abuelos tras inmensos periódicos digitales, y a sus abuelas tras gordísimas novelas sobre atriles de ayer, se dan cuenta de que esas actividades forman parte de la cultura familiar en el sentido amplio de la palabra, por tanto, son base de su propia identidad futura.
Y toda esta reflexión surge tras toparnos por las redes sociales con el vídeo que os adjunto… tan literario como emotivo
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