Cuando en secreto nos miramos, guardamos un secreto sin palabras. Solo nosotros sabemos que hay. Las personas no pueden adivinarlo.
Nos encontramos y desde un extremo de la habitación descifras mi media sonrisa, y de pronto soltamos una sonrisa amartelada. Se escapa de mis labios y se escapa de tu silencio la risa. Pero sin ser tan evidente comprendes mi media sonrisa.
Me siento tan afortunada de ser capaz de convertir tu expresión seria en alegría. Y de transformar tu silencio en un murmullo de aguas, tu risa. De convertir tu respiración en un huracán, tu suspiro. Y de transformar tu calma en inquietud.
Es la primera vez que te veo así, y eres afortunado por verme de esa manera por primera vez también.
La mirada acaramelada que se escapa de nuestros ojos, cuando de pronto estamos distraidos pero nuestros ojos se encuentran y no podemos dejar de mirarnos como un imán. Te detienes de lo que debes hacer y no reaccionas, lo mismo pasa conmigo.
Cuando conversamos y sentimos que ambos queremos sentirnos así juntos, todo nos separa pero no permitimos que eso suceda. Y podemos ser nosotros mismos. Al conversar no podemos dejar de mirarnos. Sé que esto parece aburrido pero no sucede todos los días.