Mírame.
Soy una vida que respira en el bosque
que desdeñas. Soy la viva imagen
de un sueño en el curso errante del río Amazonas.
En mi nace y muere el ultimo el último refugio
verde de la Madre Naturaleza, el sol y la fauna
silvestre, el árbol insigne de mi patria salvaje,
el oxigeno vital para las generaciones que habitan
este espacio en el tiempo que llamamos mundo.
En el bosque sin memoria que me dio origen
soy la más profunda creación de la tierra
y soy entre todos los seres el único que conoce
la forma original del mundo que te rodea.
Soy la reina sin corona de todo lo que se mueve
y respira a mi alrededor.
Y aun así me llamas salvaje.
En el primer haz de luz que conoció el mundo
se fundó mi piel y el color mis ojos, a imagen
y semejanza de Natura es la miel que da brillo
a mi tez oscura. Soy la guardiana del ozono
que te alimenta, soy el aire que se desenreda
en los molinos forestales de la mañana estival,
soy un espejo de agua, un latido incesante
y fecundo que habita en las raíces de la vegetación
amazónica y da origen al vuelo de la vida.
Y aun así te soy indiferente.
Soy la flor y el ozono, un grito silencioso
entre la noche planetaria y el cauce del río
que arrastra consigo todas las vidas,
la voz ignorada de una especie en peligro,
el último refugio de un sueño...
Y aun así no me defiendes.
Tu solo ves el sueño verde de la vida
en el color del dinero.
Fuente: Cristhian Espinoza. Crónicas sin Mal.
C. Marco