Le Preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano.
Él respondió así:
La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.
Es totalmente lícito desear algo en nuestra vida, lo que no es lícito ni gratificante para el alma es conseguirlo a cualquier precio. Es obvio que no todos los hombres son iguales; tal como dice el refrán: Todos los hombres estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde. Y, en consecuencia, no todas las personas que pasamos por esta nuestra Tierra evolucionamos de igual forma y comprendemos el verdadero significado de lo que significa “evolución”. Es muy importante para nuestra evolución dar prioridad a lo verdaderamente importante y, sobre todo cómo hemos conseguido nuestros propósitos. En el futuro nos enfrentaremos a los resultados de nuestras propias acciones y veremos si el precio a pagar no nos ha resultado demasiado caro.
Un turista ávido de conocimiento buscaba incansablemente a través de medio mundo personas sabias de quien aprender las enseñanzas de la vida. En cierta ocasión llegó a la ciudad de El Cairo buscando a un sabio de quien le habían hablado, así fue a visitarle y quedó sorprendido de la austeridad de la vivienda de tan famoso sabio. Constaba de una única estancia con una cama, una mesa, una silla y muchos libros apilados en una estantería. ¿dónde están sus muebles? Preguntó. El sabio inmediatamente también preguntó: ¿y dónde están los suyos? ¿los míos? Se sorprendió el turista. ¡pero si yo estoy aquí solamente de paso! Yo también le dijo el sabio.
Todo lo material es temporal, aunque algunos se empeñen en vivir como si fueran a quedarse aquí eternamente olvidándose de las cosas que de verdad dan la felicidad.
Dicen que mientras permanezcamos en el recuerdo de alguien no moriremos del todo. ¿pero cómo queremos ser recordados? ¿qué herencia queremos dejar a nuestros descendientes? Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
El trauma de la verdad es más digno que el consuelo de las mentiras. Es de sabios enfrentarnos a nuestros fracasos. En la antigua Grecia, el término hibris se entendía por un desprecio temerario hacia el espacio ajeno y a una falta de control sobre nuestros impulsos. De hecho, era el “pecado” principal de esa civilización, el no conformarse con la parte del lote de fortuna o desgracia, que Cloto, Láquesis y Átropo (Moiras en griego o Parcas en latín), las tres diosas del destino: reparten a cada ser humano. Resumiendo, cometemos hibris cuando queremos más de lo que el destino nos asigna; así Némesis (diosa de la justicia divina) actúa y regresa a la persona dentro de los límites que indebidamente cruzó.
Y, yo digo: ten cuidado con lo que pides no sea que se te conceda. ¿y ahora qué? Todas las decisiones tienen consecuencias, espero que al final de tu vida medites sobre este hecho y salgas airoso del juicio de tu conciencia, porque el más duro juez de nuestros actos somos nosotros mismos. Hay otras vías para conseguir lo que uno quiere, no todo vale para lograr lo deseado.
Siempre se está a tiempo de rectificar, siempre se está a tiempo de hacer lo que de verdad se debe hacer. Séneca dijo: Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad. Deja que libremente los españoles elijan a sus gobernantes, y si estás entre ellos, miel sobre hojuelas. Y, como dijo Einsten: Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.
Esto lo escribe Gonzalo Alba , me ha llegado y quiero compartirlo.
Lávate las manos, que las tienes manchadas de sangre tras habérselas dado a los asesinos etarras para que te apoyen; A cambio, sólo te pedirán una ley del olvido para que las penas por sus asesinatos sean reducidas. Sólo te pedirán que sus presos sean llevados a sus cárceles vascas, para que sean tratados a cuerpo de Rey. ¿y qué es eso comparado con que seas presidente?
Lávate las manos, que las tienes manchadas de traición tras habérselas dado a los independentistas para que te apoyen. A cambio sólo tendrás que permitir que Puigdemont vuelva como un héroe; sólo tendrás que presionar para que los que están en la cárcel salgan; sólo tendrás que levantar el 155 y permitirles que de nuevo manejen libremente el adoctrinamiento en los colegios y puedan tener una policía que presione a los que se sientan españoles; sólo te pedirán la independencia, Pedro. ¿Y qué es eso comparado con que seas presidente?
Lávate las manos, Pedro, tras habérselas dado a los populistas y comunistas, que te pedirán ampliar el plazo para que se aborte; que te pedirán que apoyes a regímenes tan asquerosos como ellos, como Irán y Venezuela; que te pedirán que amplíes la tiranía de las leyes de género que están arrinconando a la familia. Límpiatelas bien, que las tienes muy manchadas, Pedro. ¿y qué es todo eso comparado con que seas presidente?
Lávate las manos, Pedro, que te huelen a dinero, a vil metal, con el que tendrá que pagar a tus barones para que te apoyen para ser presidente. Porque tendrás que pagar a muchos para que se callen. Pero total, ¿qué es eso comparado con ser presidente?
Lávate las manos, Pedro, porque huelen a ti mismo, a traición y a felonía, a sinvergüenza y ambicioso, a mentiroso y maquinador, huelen a alguien capaz de sacrificar todo en su vida no por España, sino por presidirla, huelen a alguien sin principios, sin moral y sin valores.
Lávate las manos, Judas, y recibe tus treinta monedas.
Yo sólo te digo, más fuerte que nunca, ¡Arriba España! A pesar de todo, a pesar de ti y tus vilezas, saldremos adelante.