Estos días los medios de comunicación se han referido repetidamente al 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna en julio 1969, pero ni uno solo se ha referido a uno de esos errores de los USA en materia internacional que tantos problemas han causado en la historia reciente de la humanidad, y que en este caso se refiere a la Luna.
Inmediatamente después del alunizaje norteamericano aparecieron montones de versiones que afirmaban que en realidad el alunizaje no se había producido y que todo había sido un montaje tipo Hollywood con efectos especiales y decorados para engañar al mundo y aparentar que los norteamericanos habían ganado la estúpida carrera espacial. La práctica totalidad de estas versiones tenían su origen en el Islam.
Para los musulmanes la Luna es un lugar sagrado que Allah creo para que los hombres pudiesen medir el tiempo, y que tiene enorme importancia en el principal mes para los musulmanes: el Ramadán cuyo principio y final viene marcado por la Luna creciente.
Incluso el Imperio Otomano colocó a la luna creciente en su bandera y varios estados islámicos la mantienen en su enseña. Además, en algunos párrafos de las Sunnah y Hadith, textos islámicos a los que la mayoría de musulmanes dan una importancia similar al Corán, se sitúa en la Luna la morada de Allah.
Aparte crear la versión Hollywood del alunizaje el cabreo islámico fue inmenso y muchos conocedores del Islam colocan en ese momento el descomunal aumento del radicalismo islámico y su odio a Occidente, y, como no, la aparición del peor terrorismo islámico, y la prueba es que no tardaron ni quince años después del alunizaje en aparecer Osama Bin Laden y Al Queda, y en más de una ocasión Bin Laden justifico su profundo odio a Occidente por lo de la Luna.
Los rusos demostraron que al contrario que los norteamericanos no aplican al resto del mundo los mismos métodos que en Alabama, sino que tienen en cuenta las características de los territorios por los que se mueven y se adaptan para evitar innecesarios problemas internacionales, y en los varios alunizajes que llevaron a cabo, uno incluso anterior al pie norteamericano en la Luna que fracasó al estrellarse la nave, ningún ruso pisó la Luna, utilizaron siempre robots que hacían su trabajo de manera más rápida y eficaz que los astronautas y no hacía falta ni hacer fotos ni plantar la bandera, y que no causaban graves problemas en la Tierra.