Ha sido gracias a una persona de cuya existencia sabía, pero a la que no conocía, que he vuelto a tener noticias del amianto (o asbesto) y de las enfermedades que causa. Me encontré con Paco Puche en Rosario, Argentina, pues fue ponente del Congreso en el que participé hace unas semanas.
Paco habló del negocio de la responsabilidad social y me cautivó su discurso. Conversamos sobre los daños que provoca el amianto, sobre todo en los trabajadores de las industrias productoras. Este mineral, fabricado industrialmente, se ha utilizado mucho por sus dotes ignífugas y aislantes. ¿Quién no conoce los tejados “de Uralita“?
Le comenté a mi interlocutor que cuando yo trabajaba en un periódico regional madrileño, publiqué noticias sobre que en España se esperaban en los años siguientes unas 10.000 muertes por los cánceres de pulmón que provoca la inhalación del polvo de asbesto o amianto.
Eso fue hace unos 15 años. Luego no he vuelto a saber del tema. Pero llama la atención, como me cuenta Paco, que el asunto esté tan silenciado y que, a pesar de su gravedad y extensión, los propios abogados, colectivo con el que por razones obvias tengo bastante contacto últimamente, hayan oído hablar tan poco de ello.
Puche explicó que durante estos últimos años estamos asistiendo a un “pico” de fallecimientos por asbestosis. El librero, que lo es además de conferenciante, me manda una sentencia reciente del Tribunal Supremo que os resultará muy esclarecedora a las personas interesadas en ello (en el Bufete Almodóvar & Jara estamos analizando el asunto dada su repercusión). Se trata de la indemnización a la que es condenada a pagar la empresa Izar Construcciones Navales a un trabajador por causarle una enfermedad profesional por contaminación con amianto.
También me envía un trabajo que hicieron hace poco tres personas sobre el estado de la cuestión del amianto en España. Impactante. En él puede leerse:
¿Cuánto es de nocivo? No nos cansaremos de repetirlo, la OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte que el mineral actualmente procesado e instalado va a causar la muerte de entre unas 110.000 a 150.000 personas al año en el mundo, y que así ocurrirá en los próximos decenios por efectos de la actividad pasada, aunque hoy mismo se detuviese totalmente la extracción y producción.
Echad un vistazo es ese trabajo. ¿Su conclusión?:
Una coalición de afectados, víctimas, familiares, vecinos, sindicatos, profesionales de la salud, ecologistas, universitarios, artistas, periodistas, etc. ha de afrontar las enormes tareas que quedan pendientes: hacer justicia a las víctimas y no dejar impune este genocidio.