Frederick A. de Armas and Daniel Holcombe dirigen un volumen, publicado por la Universidad de Toronto, con el título Bodies beyond Labels: Finding Joy in the Shadows of Imperial Spain [Cuerpos más allá de las etiquetas. Encontrar alegría a la sombra de la España imperial]. La obra, publicada a mediados de 2024, explora expresiones de identidad personal, intimidad, sexualidad, afecto, amistad, relaciones sociales y religiosidad en las culturas del imperio español. Se centra en cómo estas manifestaciones de alegría y autoidentidad se desarrollaban en una época caracterizada por convenciones sociales restrictivas.
Uno de los capítulos, escrito por Bárbara Mujica, profesora emérita de la Universidad de Georgetown, lleva por título: “Special Friendships in the Convent”, [Amistades particulares en el convento]. La autora, reconocida estudiosa de temas carmelitanos, ha dedicado dos libros a la investigación de la correspondencia de las carmelitas descalzas (Teresa de Avila, lettered woman, 2009 y Women Religious and Epistolary Exchange in the Carmelite Reform. The Disciples of Teresa de Avila, 2020). Su conocimiento en este campo le ha sido de gran utilidad para la redacción de este trabajo, ya que la correspondencia compartida entre las religiosas constituye la fuente primaria de su estudio.
En el seno del Carmelo teresiano, la vida comunitaria estaba profundamente marcada por el equilibrio entre la interioridad y la convivencia fraterna. Bárbara Mujica aborda un tema clave en este contexto: las «amistades particulares» dentro de los conventos carmelitas. Su trabajo ofrece un análisis sobre cómo estas relaciones influyeron en la dinámica comunitaria y espiritual de las monjas, y cómo santa Teresa estableció normas para regularlas.
La Santa, basándose en su experiencia en la Encarnación y en su conocimiento de la condición humana, intentó evitar las relaciones exclusivas en el seno de la comunidad. Estas amistades, aunque naturales, podían degenerar en celos, favoritismos, “bandos” y conflictos internos que atentaban contra la armonía comunitaria y contra la propia esencia de la vida consagrada. En parte para evitar estas tensiones, Teresa limitó el número de monjas en los conventos reformados y estableció una serie de normas en las Constituciones que limitaban el contacto, los juegos y las conversaciones innecesarias fuera de las horas estipuladas. En su libro Camino de perfección también abordó esta cuestión, haciendo un llamamiento a sus monjas para que las relaciones entre ellas fueran de amor auténtico: «No es ya tiempo, hermanas, de juego de niños, que no parece otra cosa estas amistades del mundo, aunque sean buenas; ni haya entre vosotras tal plática de: «si me queréis», «no me queréis», ni con deudos ni nadie» (C 20, 4).
El capítulo escrito por Bárbara Mujica destaca cómo Teresa concibió la vida en el Carmelo como una experiencia de amor universal, donde cada hermana debía ser amada sin exclusividad. Mujica subraya que, para Teresa, las amistades particulares podían distraer a las monjas de su relación con Dios y del servicio comunitario. Al mismo tiempo, el texto reconoce la importancia de los lazos afectivos bien encauzados, que podían fortalecer la convivencia si se vivían con madurez espiritual.
En este campo, la autora se va a centrar en tres relaciones concretas, para ejemplificar este complejo tema: la de Teresa de Jesús con María de San José (Salazar), la de Ana de Jesús con Beatriz de la Concepción y la de Ana de San Bartolomé con Anne de la Ascensión (Worsley). Estas relaciones muestran el desafío de equilibrar afectos personales con el ideal teresiano de amor “a todas”.
Teresa de Jesús y María de San José
María de San José (Salazar) fue una de las «hijas espirituales» más queridas de Teresa y una colaboradora clave en la reforma carmelita. Su relación estuvo marcada por un profundo afecto y respeto mutuo, aunque también por roces ocasionales debido al carácter fuerte e independiente de María. Las cartas entre ambas muestran a una Teresa maternal, que ofrecía consejos prácticos, consuelo espiritual y críticas constructivas.
Ana de Jesús y Beatriz de la Concepción
Ana de Jesús (Lobrera), otra destacada figura de la reforma, compartió una relación intensa y afectiva con Beatriz de la Concepción, especialmente durante los desafíos de fundar conventos en los Países Bajos. Mujica señala que este vínculo ayudó a Ana a enfrentar las dificultades de un entorno extranjero, aunque también evidencia los retos de equilibrar la cercanía emocional con los principios de desapego promovidos por Teresa.
Ana de San Bartolomé y Anne de la Ascensión
Ana de San Bartolomé lazos de especial amistad con la carmelita inglesa Anne de la Ascensión [Worsley], que sería priora de Amberes. Esta relación, caracterizada por el apoyo mutuo y las expresiones afectivas, se complicó debido a las tensiones externas, como los conflictos entre la comunidad inglesa y la jerarquía carmelita. Las cartas de Ana reflejan un amor sincero y espiritual hacia Anne, constantemente enfatizando que su afecto estaba fundamentado «en Cristo» y no en un apego terrenal. Sin embargo, las divisiones internas en la orden llevaron eventualmente a la separación de las dos amigas.
Estos casos podrían ser suficientes para mostrar que, aunque Teresa de Jesús intentó regular las «amistades particulares» en sus conventos, estas relaciones fueron inevitables y, en algunos casos, enriquecedoras tanto para las monjas como para la reforma carmelita. Las cartas y testimonios analizados por Mujica revelan una compleja red de afectos que, lejos de ser un obstáculo, a menudo sirvió como un recurso de apoyo emocional y espiritual en medio de las dificultades de la vida conventual y los retos de la reforma.
Si quieres profundizar en las figuras de estas religiosas, puedes acceder a distintos trabajos en nuestra sección de Estudios, en este enlace.