El fuerte e incomprensible sentimiento los atrae sin ninguna consideración y es el apabullante amor el que tiene la precisa dirección de sus similares existencias que sólo desean lo justo en cada acción en que intervienen. Ellos han creado sin querer, una burbuja a prueba de balas, que el vulgar incrédulo se resiste a creer y que sólo le queda criticar por su falta de imaginación ante la vida que le rodea. Vida, que es tan hermosa, que es tan diversa, como todas las vidas existentes en el infinito universo. El contacto mental que sostienen el uno y el otro, los traslada a otra dimensión sin un mínimo de esfuerzo. Dimensión mucho mejor que la nuestra por supuesto, dejando lo físico en un segundo plano. La incómoda vergüenza tuvo vergüenza, ¡Qué ironía! Y prefirió esconderse tras un amplio sillón; como se esconde un niño descubierto en medio de una original travesura que ni él mismo se la cree. Ellos se sienten orgullosos de su sincero sentimiento que profesan y no les importa el chillido de los envidiosos que buscan desconcentrarlos a toda costa para evitar una nueva fusión en un sorpresivo encuentro que puedan tener ellos, en algún lugar del cosmos. La verdadera amistad rompe y construye barreras que el común humano no puede comprender y menos aún, admirar; prefieren expeler envidia por sus sucios poros faltos de respiración. Los lazos ocultos, son difíciles de romper. Donde vayan ellos, el imán interno que llevan dentro de sí, los guiará por senderos parecidos sin ninguna preocupación.
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