2019 marcará hechos históricos para la comunidad mexicana. Por una parte el anhelante cambio de sistema tanto político como económico de toda una nación, que espera la protección legal y social hacia la clase más vulnerable, tomando en cuenta que en México más del 50% de la población vive en pobreza. Y por otro lado la también posible decepción a la que puede llevar si un puesto queda grande o se incumplen promesas bastante esperanzadoras como el aumento al salario mínimo, el retiro de pensiones excesivas a los ex mandatarios, y hechas atrás las nombradas reforma energética y reforma educativa.
Es en esto en lo que nos enfocaremos, la nombrada reforma educativa, que desde que se comenzó a cocinar por los políticos en turno en las diferentes cámaras de legisladores, a causado la salida de miles de docentes a las calles con el fin de protestar y manifestar su rechazo a la misma.
Uno de los puntos finos es la de aplicación de un examen a los maestros con la finalidad de mantenerlo en sus puestos si así se lo ganan a base de preparación y conocimiento, pero existe una coyuntura en este contexto, que traducido en la realidad los manifestantes opinan que esto no se trata mas que de controlar los gremios sindicales y traficar “legalmente” con las plazas magisteriales, pues al tener el mismo gobierno el control de la aplicación y resultados de dichas acreditaciones, también controlara la libertad de expresión al interior de estos grupos y manejar una “mala calificación de su evaluación” será un mero acto de castigo por no alinearse a los intereses políticos del amo en turno.
Además de pasar a los padres de familia los costos de mantenimiento y útiles escolares, se deja solo de manifiesto que en México la educación no es gratuita, hecho que viene sucediendo desde ya bastante tiempo.