La moda de la década pasada de los metrosexuales, mejor representada en la persona del futbolista inglés David Beckham, nos da una idea de la importancia que el ser humano actual da a la belleza. Desde luego no es nada nuevo, pero sí podemos decir que en estas últimas décadas, la preocupación por la belleza personal ha cobrado fuerza en las décadas recientes, en la cultura que llamamos occidental. Pero hace muchísimo tiempo, la belleza era una gracia divina para una civilización que hoy alabamos de ser la madre de la nuestra: la Antigua Grecia .
En especial los atenienses, el pueblo griego idolatraba a la belleza, de ahí que una de sus más importantes divinidades, Afrodita, fuera la diosa de la belleza. Algunos no se ponían de acuerdo si Afrodita era hija de Zeus o era anterior a él, pero el patronazgo de la diosa se extendía al propio amor. Pero los helenos no solo amaban la hermosura superficial, creían que se debía cultivar, y desde luego que estuviera acompañada del intelecto: la filosofía.
Para cultivar la hermosura física, los griegos sabían bien que era importante el ejercicio. Sobre todo el caso de los varones, los jóvenes griegos además de aprender filosofía, religión, gramática, literatura y matemáticas, dedicaban su tiempo a actividades que hoy llamaríamos deportivas, pero que en su primitivo inicio tenían como objetivo, hacer fuertes guerreros de combate. Deportes como el atletismo y la lucha grecorromana tuvieron sus inicios en el mundo griego. Estos jóvenes dedicaban esas horas de ejercicio en edificios acondicionados para ese fin, llamados gimnasios, esta palabra (γυμνάσιον) proviene del griego gymnos (γυμνός), que significa desnudez, pues efectivamente ellos practicaban sus ejercicios desnudos, aunque también era un baño comunal, centro de estudios y punto de reunión para filósofos. Hoy la palabra gimnasio, se aplica a un lugar donde se practica deporte y ejercicios.
De la misma forma que hoy los artistas pueden ser objeto de admiración o idolatría por la juventud, la Grecia antigua adoraba a Apolo representado por un hombre guapo, quien además de ser el dios solar, era también dios de las artes, y su instrumento musical era la lira. Heracles, mejor conocido por su nombre romano Hércules, quien a pesar de no ser un dios, sino un hijo más de Zeus, era conocido como héroe de la mitología poseedor de una gran fuerza física y gran astucia, nada que ver con el Hércules estúpido de las representaciones modernas. También estaba Adonis, ¿semidios, pastor? quien era amante de Afrodita, tras descubrir que era un hombre "insoportablemente hermoso", así que lo encerró en un cofre y se lo dio a Perséfone para que lo guardara, pero cuando ésta descubrió el tesoro que guardaba quedó también encantada por su belleza sobrenatural y rehusó devolverlo, provocando una disputa entre las diosas. Per
o aunque Apolo y Heracles tenían cualidades admiradas por los helenos, Adonis solo era un seductor de diosas, no era la imagen del esposo ideal ni una figura varonil: no es más que un amante y un afeminado. Las demás divinidades también eran representadas sin ropa, fueran o no relacionadas con el ideal de belleza, pero siempre dando a entender que la escencia de la divinidad es como la humana.En el siglo IV a.C., las ciudades-estado griegas sucumbieron ante Alejandro Magno. Este militar, no solo era reconocido por su belleza física, sino por su gran habilidad militar e intelecto, razón por lo que ante la admiración de sus enemigos, estos se preguntaban si no habían peleado contra un dios. Este histórico personaje, a pesar de ser homosexual y no muy buen esposo, expandió el concepto griego de belleza física y artística, a la par de la helenización cultural de los pueblos por él conquistados, y luego heredado por los romanos.Aunque los judíos se escandalizaron de ver a sus jóvenes "seducidos por las prostituciones griegas" en los gimnasios griegos y sucumbieron ante las fuerzas de Alejandro de Macedonia, se podría decir que tomaron venganza en el cristianismo. Esta nueva religión inauguró una nueva cultura, la del individuo que no buscará la belleza corporal sino la espiritual, que en contraposición al ideal que alaba la perfección del cuerpo, justificando la desnudez pública, se prefiere el vestir con decoro y recato, para no hacer caer en lujuria al hermano.
Aunque el Renacimiento y la Ilustración retomaron los ideales de estética grecorromana, esta solo se limitó al arte. A fines del siglo XIX reapareció la consideración al ejercicio físico, permitiendo la aparición de los deportes modernos y los primeros gimnasios. Estos gimnasios modernos, hicieron posible la aparición del fisicoculturismo, deporte consistente en el entrenamiento, y cuyo fin es la obtención de una musculatura fuerte y definida. Y a partir de la segunda mitad del siglo XX, la cultura de consumo, la liberación femenina y la revolución sexual de los años 1960, invierten el sentido de belleza bajo la bandera de "el que no enseña no vende", aunque el producto a vender sea un simple reloj. No se niega la importancia de la belleza en el autoestima del ser humano, pero este hedonismo moderno, muchas veces ha sido causa de enfermedades psicológicas en casos extremos, como la anorexia o vigorexia, y menos extremo a baja autoestima en quienes no podrían ser consderados hermosos o no cumplen con el ideal de belleza de las actuales estatuas, que son las revistas y programas de moda. Curiosamente, la cultura de la liberación de la mujer, en su afán de conquistar libertades antes negadas y y de igualdad frente al hombre, para no ser vista como objeto sino como persona, recurre a modas que mas bien la hacen objeto y no persona.
The Spectator magazine's article: There is no sacred right to be a lazy fat slob