Ese gesto tendrá lugar el día 2 de junio desde las 17.00 a las 18.00 horas, hora de Roma, y se hará simultáneamente en todas las catedrales del mundo, y también a la vez en todas aquellas parroquias e iglesias de cada diócesis en las que sea posible.
«El gesto al que el Papa nos ha convocado es una forma preciosa de hacer visible la comunión de la Iglesia como pueblo de Dios y como esposa y cuerpo de Cristo, esto es, como realidad humana social que tiene una configuración del todo peculiar, configuración que nace del don del Espíritu Santo y de la forma específicamente eucarística que Cristo ha querido darle», concluye monseñor Martínez en su carta pastoral.
… ¿Conocemos la historia de Corpus Christi?
Antiguamente -y todavía hoy en muchos países católicos- se celebra esta fiesta con una procesión solemne, en la que se lleva expuesto al Santísimo Sacramento de la Eucaristía por las principales calles de la ciudad, acompañados con flores, cirios, oraciones, himnos y cantos de los fieles. ¿Conocemos el origen y el significado de esta celebración?
Una fiesta que nace como prolongación del Jueves Santo Hasta hace algunos años, esta solemnidad se celebraba en día de jueves, dado que esta fiesta nació como una prolongación del Jueves Santo, y cuyo fin era tributar un culto público y solemne de adoración, de amor y gratitud a Jesús presente en la Eucaristía, por ese regalo maravilloso que nos dio en la Última Cena, cuando quiso quedarse con nosotros para siempre en el sacramento del altar.
La solemnidad del Corpus Christi se remonta al siglo XIII.
Se cuenta que en el año 1264, un sacerdote procedente de la Bohemia, un tal Pedro de Praga, dudoso sobre el misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, acudió en peregrinación a Roma para invocar sobre la tumba del apóstol San Pedro el robustecimiento de su fe. Al volver de la Ciudad Eterna, se detuvo en Bolsena y, mientras celebraba el santo sacrificio de la misa en la cripta de santa Cristina, la sagrada Hostia comenzó a destilar sangre hasta quedar en el corporal completamente mojado.
La noticia del prodigio se regó como pólvora, llegando hasta los oídos del Papa Urbano IV, que entonces se encontraba en Orvieto, una población cercana a Bolsena. Impresionado por la majestuosidad del acontecimiento, ordenó que el sagrado lino fuese transportado a Orvieto y, comprobado el milagro, instituyó enseguida la celebración de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
La Iglesia entera quiere honrar solemnemente y tributar un especial culto de adoración a Jesucristo, realmente presente en la Eucaristía, memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección por amor a nosotros, banquete sacrifical y alimento de vida eterna. Desde aquel primer Jueves Santo, cada misa que celebra el sacerdote en cualquier rincón de la Tierra tiene un valor redentor. No sólo “recordamos” la Pascua del Señor, sino que “revivimos” realmente los misterios sacrosantos de nuestra redención, por amor a nosotros. ¡Gracias a ellos, nosotros podemos tener vida eterna!.
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.
Santo Tomas de Aquino.
- ¿Qué es la Eucaristía? La Eucaristía es uno de los siete Sacramentos. Nos recuerda el momento en el que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. Éste es el alimento del alma. Así como nuestro cuerpo necesita comer para vivir, nuestra alma necesita comulgar para estar sana. Cristo dijo: “El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.”
- ¿En qué nos ayuda la Eucaristía?
Todos queremos ser buenos, ser santos y nos damos cuenta de que el camino de la santidad no es fácil, que no bastan nuestras fuerzas humanas para lograrlo. Necesitamos fuerza divina, de Jesús. Esto sólo será posible con la Eucaristía. Al comulgar, nos podemos sentir otros, ya que Cristo va a vivir en nosotros. Podremos decir, con San Pablo: “Vivo yo, pero ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí.” - ¿En qué parte de la Misa se realiza la Eucaristía?
Después de rezar el Credo, se llevan a cabo: el ofertorio, la consagración y la comunión. Ofertorio: Es el momento en que el sacerdote ofrece a Dios el pan y el vino que serán convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Nosotros podemos ofrecer, con mucho amor, toda nuestra vida a Dios en esta parte de la Misa. Consagración: Es el momento de la Misa en que Dios, a través del sacerdote, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. En este momento nos arrodillamos como señal de amor y adoración a Jesús, Dios hecho hombre, que se hace presente en la Eucaristía. Comunión: Es recibir a Cristo Eucaristía en nuestra alma, lo que produce ciertos efectos en nosotros:- nos une a Cristo y a su Iglesia,
- une a los cristianos entre sí,
- alimenta nuestra alma,
- aumenta en nosotros la vida de gracia y la amistad con Dios,
- perdona los pecados veniales,
- nos fortalece para resistir la tentación y no cometer pecado mortal.
- ¿Qué condiciones pone la Iglesia para poder comulgar?
La Iglesia nos pide dos condiciones para recibir la comunión:- Estar en gracia, con nuestra alma limpia todo pecado mortal.
- Cumplir el ayuno eucarístico: no comer nada una hora antes de comulgar.
- ¿Cada cuánto puedo recibir la Comunión Sacramental?
La Iglesia recomienda recibir la Comunión siempre que vayamos a Misa. Es obligación recibir la Comunión, al menos, una vez al año en el tiempo de Pascua, que son los 50 días comprendidos entre el Domingo de Resurrección y el Domingo de Pentecostés. - ¿Qué hacer después de comulgar?
Se recomienda aprovechar la oportunidad para platicarle a Dios, nuestro Señor, todo lo que queramos: lo que nos alegra, lo que nos preocupa; darle gracias por todo lo bueno que nos ha dado; decirle lo mucho que lo amamos y que queremos cumplir con su voluntad; pedirle que nos ayude a nosotros y a todos los hombres; ofrecerle cada acto que hagamos en nuestra vida. - ¿Qué hacer cuando no se puede ir a comulgar?
Se puede llevar a cabo una comunión espiritual. Esto es recibir a Jesús en tu alma rezando la siguiente oración:
Hoy como ayer, en todo el mundo la Iglesia vive de la fe en Jesús presente en la Eucaristía; es por ello que la Liturgiaes la cumbre y fuente de toda la vida de la Iglesia, de ella dimana toda su fuerza y dinamismo; de la Presencia de Jesús en la Eucaristía la Iglesia aprende a ser y estar en el mundo para darse todo; podríamos decir que es la fuente de su identidad y el alimento que la sostiene en el camino.“Jesús Sacramentado es y debe ser para ustedes el único y verdadero amigo”. Don Bosco.
Fuente : Catholic.net. Ensegundos.net.
Lluvia de Bendiciones para Tí.