Estoy convencido de que desde el primer momento en que surgieron los rumores acerca de que iba a rodarse una nueva versión de Carrieel público en general se echaría las manos a la cabeza, pues pocas cosas a mejorar hay en la obra del gran Brian de Palma. Cuando la noticia se hizo oficial (y se volvieron a ver las intenciones de un Hollywood dispuesto a continuar en su afán por seguir llenando sus arcas), la excusa utilizada fue la de siempre a la hora de argumentar la realización de cualquier remake: la de hacer una versión actualizada de la primera novela publicada por Stephen King, maestro indiscutible de la ficción de horror de nuestros tiempos. Haciendo una década ya de la aún inédita en nuestro país versión protagonizada por la genial Angela Bettis en formato miniserie (la cual, sin ser un producto menospreciable no conseguía estar a la altura del film de 1976), desde el estudio de algún productor se pensó que estaría genial rodar Carriecon los medios de hoy en día. Primer error.
Como fiel lector del novelista de Maine, si hay algo que me aterre de verdad son las noticias sobre las adaptaciones cinematográficas de cualquiera de sus obras, pues es casi imposible plasmar en la pantalla a la perfección el microuniverso que King crea, salvándose únicamente de la quema aquellas realizadas por Mick Garris y Frank Darabont, dos fieles a la obra del escritor que a día de hoy pueden considerarse los mejores para dirigir cualquier adaptación suya. El hecho de que para revisar Carrie se contase con una mujer (por aquello de que el cine hecho por mujeres da otra perspectiva) y de que Julianne Mooredijese en varias entrevistas que se había empapado del libreto original de King para meterse en el papel de la ultracatólica y desquiciada Sra. White, eran dos puntos a favor que la película ya tenía previos al visionado. Pero aquí subyace el segundo error, pues el hecho de que una mujer ruede una película en la que la protagonista (correcta Chloë Moretz que no acaba de colar como marginada y que por lo tanto no infunde ni una décima parte de la pena/terror que Sissy Spacek) sea una adolescente con una tortuosa relación con su madre, no quiere decir que sea una visión excelente, pues si algo ya consiguió De Palma fue plasmar a la perfección todo ese conjunto de inquietudes propias de la adolescencia gracias, si más no, a las soberbias interpretaciones de Spacek y Piper Laurie.
En este caso me resulta casi imposible cuestionar la nueva Carrie sin mencionar la primera versión, pues como producto que no está a la altura y que peca de abusar del CGI para acercarse, quizá, a las nuevas generaciones que seguramente no conozcan el film original, estamos ante una correcta versión que va in crescendo hasta llegar a un desenlace que se desinfla cuando empiezan a aparecer los mencionados abusos del efecto digital, convirtiendo el esperado baile de graduación en una escena más propia de la saga Destino final que de otra cosa. Con una pareja de intérpretes excelentes en los roles de madre-hija (Julianne Moore está de Oscar) que hacen que se eleve la categoría del resultado final, la pregunta de si realmente hacía falta poner al día a Carriequeda respuesta cuando aparecen los títulos de crédito: no, no hacía falta.
Lo mejor: Julianne Moore.
Lo peor: la elección de la joven Chloë Grace Moretz (impecable actuación pero que no cuela como Carrie White) y el abuso de CGI.