En esta nueva entrada quiero compartir con ustedes una experiencia laboral que, en lo personal, me conmovió mucho y me inspiró para escribir este artículo... amor de padre. El padre de un niño menor de dos años se contactó con mi jefe puesto que, posteriormente a la separación con su pareja, la madre del niño dificultaba enormemente las visitas con él y su familia.
Él había renunciado a su trabajo, en Agosto de 2012 previa conversación con la madre del niño, para poder tener un horario que le permitiera poder contribuir a la crianza de su hijo, trabajando en una empresa familiar mientras la madre cumplía su jornada laboral completa. Así, el niño asistiría media jornada a la sala cuna y el resto del día estaría en la casa del padre junto a su familia. Este hecho tan noble me llamó profundamente la atención, puesto que en la mayoría de los casos es la mujer quien pospone su realización profesional para dedicarse a la crianza de los hijos.
Lamentablemente, llegó un punto en que la madre derechamente negaba al padre su derecho de poder ejercer una relación directa y regular con su hijo; lo que se conoce como "visitas", por lo que habiendo pasado por un proceso de mediación frustrada, él se vio en la necesidad de demandar a la madre para poder ver a su hijo.
La situación era compleja puesto que el niño había empezado jornada completa en la sala cuna, por decisión unilateral de la madre, y nuestro objetivo era lograr que el tribunal aceptara la incorporación del niño por medio día a la sala cuna y el resto del día con el padre. ¿Por qué digo que era complejo? Porque lamentablemente el criterio preponderante en los Tribunales de Familia (existiendo las excepciones al caso, claramente) privilegia que sea la madre quien críe a sus hijos; pareciera ser que al momento de dictar todas las normas relativas al cuidado de los niños y niñas, fue pensando que un hombre, es decir un padre, es prácticamente incapaz de criar a sus hijos por el solo hecho de ser del sexo masculino.
Una vez que presentamos la demanda por relación directa y regular en favor del padre, lamentablemente el Tribunal de Familia disminuyó aún más el régimen de visitas que los padres habían acordado verbalmente antes de la demanda... solamente dos horas los días sábado. Presentamos un recurso ante esta situación, pero la opinión del Consejero Técnico (un psicólogo) señaló que atendida la edad del menor no era recomendable ampliar el régimen comunicacional con el padre.
Lo primero que pensé fue:
¿Qué es más conveniente para un niño de un año y siete meses?
¿Que asista a jornada completa en la sala cuna o que tenga la posibilidad de estar medio día con su padre, sus abuelos paternos y además de eso asistir media jornada a la sala cuna?
Sin duda alguna esta última era la mejor opción... había que esperar la audiencia en el mes de febrero.
Los días previos a la audiencia preparatoria nos reunimos con nuestro cliente para analizar la estrategia que seguiríamos ante el Tribunal. En una de esas reuniones, él me mostró un video grabado por la abuela paterna desde su celular, en el cual se veía al niño en las piernas del papa en el auto detenido, mientras jugaban a "manejar". Me conmovió profundamente ver como el pequeño identificaba claramente su núcleo familiar paterno, haciendo alusión al "papa", "tatas" y balbuceos que hacían alusión a sus "primos". A su corta edad, el niño tenía claramente identificada a todas las personas que eran parte de su familia.
La sentencia felizmente nos dio la razón a nosotros, la jueza estimó que era mejor para el niño estar medio día con su padre que asistir jornada completa a la sala cuna de lunes a viernes, y fin de semana por medio estará con la familia paterna durante el día sábado y domingo sin alojar aún porque el niño toma pecho de la madre en la noche, sin embargo en la medida que el crezca, este régimen incluirá el alojamiento (pernoctación).
Quisiera terminar con una pequeña reflexión en relación a este caso y al hecho que varias personas me han preguntado porque me gusta el Derecho de Familia y trabajar específicamente con niños. Me han dicho que emocionalmente es muy desgastante, que se pasan malos ratos y un sin fin de razones del por qué "no hay que trabajar en esto". Mi respuesta a eso es simple, ya que si yo tengo la posibilidad de poder aliviar el sufrimiento de una persona con la carrera que elegí estudiar cuando tenía 11 años, lo haré, ya que con casos como estos me inspiro a ser cada día mejor profesional y me empodera con lo que hago día a día.
Les dejo un vídeo hermoso que encontré a propósito del amor que un padre siente hacia su hijo:
(Los nombres de las partes involucradas han sido expresamente obviadas para resguardar la intimidad de estas)