¿Amor donde estas?
El grito sin eco que se repite en redes de hombres que buscan hombres.
Por IG: psicologocano
Revisando las publicaciones de redes sociales me detengo en una, al parecer un grito sin retorno me llamó la atención. El amor, aquello que muchas veces buscamos y que nadie nos enseñó a encontrarlos.
En algunas ocasiones vamos aprendiendo de nuestros propios errores y en otras veces caemos en el peligro de enamorarnos de nuestros errores, haciendo que aquel que nos daña de la vida parezca un querubín pintado por Miguel Ángel.
El amor parece esquivo para la comunidad de hombres gais, ya que muchas veces seguimos atrapados de los estereotipos de belleza que este mundo y sociedad nos ha inculcado. Buscando al hombre que nos llene los espacios visuales y también los espacios vacíos que muchos tenemos, ahí en donde los centímetros de su miembro pasan a ser considerados dentro de los atributos que debe tener ese amor para concretarlo.
Que me llevó a esta reflexión, pues bueno, como todo lo que me llama la atención, las cosas más simples, pero que se miran y se gritan desde el fondo del alma, comenzando a cobrar luz es un espacio de silencio y oscuridad.
La frase era simple, a la vez tan violenta como la pandemia y tan peligrosa como el fanatismo ideológico de quienes intentan oponerse a las vacunas contra el flagelo sanitario que hoy nos azota y encierra, una simpleza que a todos nos hace un sentido especial. “Amor de mi vida donde estás” se escuchaba un grito que resuena en algún corazón, cruzando las barreras naturales que nos enseñaban de infancia.
La pandemia al parecer no solo ha demostrado las necesidades de nuestra sociedad en todas las esferas, político, cultural, religiosa, ambiental y una necesidad tan larga como el hambre y la cesantía, también ha dejado en evidencia que el mundo que muchos hombres gais hemos construido es solo un canasto de sin fondo de superficialidad, risas que se comparten y pocas veces se vive, reuniones de amigos que no son amigos, la pagada de ropa a crédito, todo para en el propio encierro nos demos cuenta de que muchos en realidad están completamente solos.
Realidad que no quisieron ver antes y que se disfrazaba con la junta de endeudamiento dominguero en el típico mall de turno, quienes no podían comprar, recorrían los parques con aires de ecologista reciclado y comprando poleras por quinientos pesos, el punto era no tener espacio muerto, ya que eso implicaba verse en el espejo de las soledades, donde nadie invoca tu recuerdo ni tampoco llama tu nombre, la muerte no es otra cosa que la desaparición de la propia existencia del mundo. Parece ser que los recuerdos de aquellos besos pasajeros se esfumaron con la primera semana de soledad.
Los encuentros sexuales no fueron más que citas condicionadas, hoy en medio de la soledad y muerte, el amor es algo con aroma a distancia. No me declaro experto en el amor, más bien tengo una libreta que da cuenta de como los pierdo. Sin embargo puedo decir que amé y fui amado, cuál de las bandas puedo cruzar en mi pecho, ambas.
Amé por horas, momentos, días, meses. Amé tanto que la idea de olvidar se hacía fácil con el amor de reemplazo, ame tanto que ahora amo más los recuerdos que la vida humana. Hoy con una comunidad homosexual que se pierde en el olvido de otro, pareciera ser que la frase “amor mío donde estás” se acompaña de una respuesta de silencio, una palabra sin ecos, sin que nadie la cuente, no existe ser humano que la traslade de oreja en oreja, informando que existe un amor perdido. En pandemia, la frase correcta sería “amor estas”, ya que los viudos de pandemia no pueden reencontrarse con ese amor que un día fue, ese amor que un día nos juntamos, ese amor de un te espero pronto, el amor del cuidarte y cuídame.
Tanto amor como agua en debate constituyente que va a parar al mar y luego se pierde, según algunos constituyentes. Hoy, cuando el amor y la vida duran tan poco, un café conversado con la complicidad de la mirada no lo reemplaza la junta arriesgada de Grindr, la fiesta sodomita de sexo droga y alcohol que se acostumbra a vivir en la oscuridad y el silencio semana a semana. Donde estará el amor de aquel gay desesperado, ansioso y temeroso de no saber si dará el último beso antes de ser entubado, desesperado por sentir el aroma a su hombre antes que el oxígeno engañe su nariz, taponada un poco con la droga que le ayudaba con el amor de ratos y sin amanecer.
Posiblemente esa frase me recordó cuantas veces he amado y la suerte de saber donde está cada uno, imagino que saben que yo estoy en el mismo lugar donde los vi partir. Para esa frase, el amor está donde quieras que este, no llega como la comida rápida, ni tampoco puedes hacer de él un combo de aplicación. El amor no se encarga ni se ordena, el amor homosexual llega, solo recuerda el lugar donde estés al momento de recibirlo, muchas veces el conserje de algún edificio dijo; dirección equivocada.