Amor odioso
Hacía mucho que no se hablaban más que para discutir. Hubo una época en la que se amaban, un periodo en el que no podían vivir el uno sin el otro y el deseo les guiaba. Pero eso pasó, ahora les unía un apego insano. Se querían, pero la línea que separa el amor del odio era tan fina que confundían los sentimientos y ya no sabían en qué momento se amaban y en qué instante se detestaban. Lo cierto es que seguían sin poder vivir separados pero su contacto era dañino. No compartían nada. Sus palabras eran tóxicas, cargadas de desprecio, penetraban en sus cuerpos como ponzoña que iba pudriendo todo a su paso hasta alcanzar el corazón, negro y retorcido, causando más destrucción.
Cuando salían de casa, eran los mejores actores. Todos les admiraban por los años que llevaban juntos. “Un matrimonio tan bien avenido”. No sabían que lo más importante para ellos era aparentar y no sentir. La envidia sana que les mostraban por su maravillosa relación sólo alimentaba sus egos inflándolos de destrucción para vaciarse como un ciclón nada más pasar el umbral de su hogar.
Esa mañana nadie lo podía creer. “Se querían tanto”. “Siempre de la mano”. “Con esa mirada tan llena de amor”. “No entendemos qué pudo pasar”. Acabaron con su amor odioso. Murieron por amarse odiando. Desterrados en vida el uno del otro, enterrados juntos por siempre.