Revista Coaching

¿Amor verdadero?

Por Mbbp

¿AMOR VERDADERO?

Más de una vez he sido cuestionado al hablar sobre el amor verdadero o incondicional. Ante todo, debería afirmar que este amor es algo que se siente interiormente y, por tanto, es difícil de explicar con palabras. Aún así, lo intentare! En primer lugar, tal como yo lo veo -o mejor, lo siento-, el amor verdadero es siempre el encuentro de dos Almas! Por tanto, nace en el Alma y, por ello, contiene emoción y razón, a partes iguales. Y, lamentablemente no todos y en todo momento vivimos alineados con el Alma! Por otro lado, se basa en la entrega voluntaria, responsable, libre y desmedida de uno mismo al otro. En él, no tiene cabida el Ego, pues éste solo se preocupa de diferenciarnos y compararnos… y ante el amor todos somos iguales, con nuestras fortalezas y debilidades! Porque el Ego es el que impone las medidas y condiciones, por tanto, el “dar a cambio de”, “buscar el equilibrio o el desequilibrio” permanentemente y el “subsistir a pesar o gracias al otro”, en función de las circunstancias que rodean al amor, ya sea sus escenarios, momentos, condicionantes internos o externos, de cada uno de los implicados. Por decirlo de una manera sencilla, el Ego está solo preocupado en sobrevivir -más que en vivir una vida plena-, aunque muchas veces sea a cuenta o a pesar del otro!

Tú y yo

¿Cómo se puede amar de verdad a alguien, si quien manda es el Ego y nos impone salvaguardarnos, protegernos, imponernos o someternos, ceder o renunciar a uno mismo o ante el otro, a cambio de la buena marcha de la relación y el presunto amor para siempre? ¿El “tú o yo”… en vez de “tú y yo” o “Tú, conmigo”? Cuando uno, frente al otro se siente vulnerable, amenazado, en riesgo o bien, se muestra dominante, fuerte o hiriente ¿podemos hablar de amor? El amor es, siempre, entre dos iguales! Cuando ante el amor sentimos más “lo que nos separa” que “lo que nos une”, es porque el Ego anda cerca, rememorando nuestro pasado, palabras y hábitos y condicionantes externos o internos, que quizás siguen jugando un valor predominante en nuestra vida! Y si algo requiere el amor verdadero es ser sentido y vivido hoy, ni antes ni después! Simplemente porque el Alma no entiende de tiempo ni de espacio… esas son creaciones solo humanas y, por tanto, del Ego! ¿Es necesariamente perjudicial el Ego en el amor? No, porque el Ego es necesario para incorporar las lecciones aprendidas de la experiencia a nuestra vida actual, aunque sí lo es permitir que éste predomine en nuestro momento, pues nos priva, precisamente, de estar atentos a la nueva realidad que se nos presenta, a la oportunidad siempre imprevista del amor y, sobre todo, de valorar al otro como se merece, pues llega como una nueva persona singular e irrepetible, capaz o incapaz de amar, ahora.

Límites del amor

El amor “convencional”, basado en el Ego -es decir, en el miedo- y, al ser mental, contiene todas y cada una de las limitaciones de la mente, es decir, su dimensión, su esfuerzo, su temporalidad y su necesario equilibrio pretendido y siempre pendiente de estrategias! Por tanto, por decirlo de alguna manera, estos sucedáneos del amor hacen que “dura lo que dura”, “a más doy, más recibo” y “ambos amamos igual” y “si yo gano, tu pierdes”. Ni que decir tiene que el más básico sentido común y nuestra experiencia nos demuestran que ese amor es una falacia, algo que no ocurre ni ocurrirá nunca en nuestra vida! ¿Quién ha vivido alguna vez un amor siempre “perfecto”, “previsible”, “equlibrado” e “idílico”? No sería real, simplemente porque la vida no es así… y el ser humano es, por definición, imperfecto y cambiante! El amor verdadero requiere responsabilidad, libertad y voluntad y se manifiesta en una sola mirada… y no requiere más que aceptar la vida tal como viene -que cambia minuto a minuto- y, por tanto, aceptar que ambos protagonistas cambiarán igual… y quizás entonces dependerá de la voluntad y la confianza mútua y acompasada de retomar el camino perdido! Y debe ser libre, porque se basa en la ausencia de necesidad,  en una emoción consciente, intensa y compartida voluntariamente por ambos con el fin único de la felicidad! Y deberá de ser responsable, pues involucra integramente a cada una de las personas consigo mismas y con el otro, para crecer, conjuntamente!

¿Tiene límites el amor verdadero?

Al provenir del Alma, no los tiene. Aunque no existe una persona en este mundo que actúe completamente y en todo momento alineado con su Alma. Para ello debería estar “vacío” de condicionantes internos y externos, así como de experiencias pasadas… y eso no es posible, no sería “humano”! En cualquier momento reaparece el Ego con alguno de ellos y perturba e interfiere en uno mismo o en el otro… y, por tanto, en la relación! Si no permitimos que el Ego entre y domine nuestra vida, el amor se siente, se vive y se proyecta como una pura emoción hacia el otro y hacia todo lo que nos rodea, pues no es restrictivo ni excluyente, el amor es una actitud y, como tal, integral! Requiere también de madurez, equilibrio y fortaleza, pues es un acto de valentía! ¿Tiene que ser correspondido? Evidentemente es humano esperar amor a cambio de nuestro amor, pero también lo es reconocer que no todos y en cualquier momento estamos dispuestos y preparados para amar o expresar el amor de la misma manera! ¿Hasta cuando amar? El amor se siente intensa e internamente, es una actitud total! ¿Dejamos de querer a alguien cuando, por ejemplo, ha desaparecido de nuestra vida? Podremos, con el tiempo, aceptar su ausencia, pero si el amor es verdadero, siempre quedará algo de él en nuestro corazón.

El amor verdadero

El amor verdadero se siente internamente, no se explica ni se contagia. Tiene que ver con el Alma y, por ello, se basa en la integridad, en la responsabilidad y en la libertad… ante uno mismo, ante el otro y ante la vida! Y para ello debe liberarse del Ego que solo admite lo conveniente, lo razonable y lo equilibrado! El amor rompe siempre esquemas y, paradójicamente, requiere y provoca paz! El amor no se busca, se encuentra… si uno es capaz de estar bien atento y de ver con los ojos del corazón. Y llega siempre cuando uno está preparado para sentirlo, vivirlo y compartirlo, ni antes ni después! No es forzado, fluye desde nuestro interior. No se conquista, se comparte! No se puede rechazar, pues la renuncia a los anhelos del Alma se pagan muy caros. Nunca puede ser dañino o perjudicial, pues se sustenta en el crecimiento de uno mismo como persona, junto con el otro y se manifiesta en la paz, la confianza mútua y en la alegría! Se basa en el amor y en la paz, “hoy”… y se resquebraja ante el miedo ante el ayer o el mañana!

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