La vida de Faith va de desastre en desastre cuando su anciano y millonario esposo, Virgil Duffy, muere repentinamente dejándole en herencia el equipo de hockey de los Chinooks de Sattle. Ella no tiene ni idea de cómo gestionar el club y su hijastro está dispuesto a todo para arrebatarle la propiedad del equipo. Y, por si eso fuera poco, tendrá que enfrentarse al capitán del mismo, Ty Savage.
Si hace poco daba las gracias a la editorial Phoebe por rescatar del olvido a la saga I-Team de Pamela Clare, ahora tengo que volver a hacerlo una vez más. En esta ocasión se trata de nada más y nada menos que Rachel Gibson; autora que, junto con la gran Susan Elizabeth Phillips, consiguió convertirme en fiel seguidora del género romántico contemporáneo. Además, por lo que parece, seguirán apostando por ella en el futuro... Todo un acierto.
Pero bueno, pasemos al libro que tenemos entre manos. Amor verdadero y otros desastres es el cuarto libro de una serie protagonizada por jugadores de hockey, aunque como siempre digo, y me repito hasta la saciedad, se pueden leer totalmente por separado. Dentro del género romántico contemporáneo tengo especial predilección por los deportistas, un tema poco explotado en este país, todo sea dicho. Jane juega y gana, libro de la misma autora, es uno de mis favoritos sin la menor duda; y aunque Amor verdadero y otros desastres no ha estado a la altura de dicha novela, ha sido una lectura más que agradable y satisfactoria, como siempre.
Faith Duffy hereda el equipo de hockey de la NHL, Seattle Chinooks, después de la muerte de su esposo. Hasta ahí bien -bueno, mal para el difunto...-. El problema es que Faith no es una esposa digamos... convencional. Antigua stripper y posterior conejita Playboy, se casó con un hombre cincuenta años mayor que ella, convirtiéndose así en una mujer-objeto, pero consiguiendo la tan ansiada estabilidad que llevaba buscando toda su vida. Ahora, sola de nuevo, pero esta vez con un equipo millonario y una gran fortuna, tiene que intentar descubrir quién es y lo que quiere hacer con su vida.
Tyson Savage es el capitán del equipo propiedad de Faith. Está decidido a ganar la preciada Stanley Cup de ese año. Se trata de la meta de su vida, y, por fin, se encuentra al alcance de su mano. ¿El problema? El viejo Duffy no podía haber muerto en peor momento. Ahora la dueña de los Chinooks no es otra que una cazafortunas despampanante y que no tiene la menor idea sobre hockey.
Nos encontramos con dos personajes bastante bien definidos, sobre todo Faith. Su vida no ha sido un camino de rosas, y aunque la gente piensa lo peor de ella, las cosas no son siempre tal y como parecen. Sí, se vendió por dinero, pero quería a su difunto marido. Y, ahora, la fuerte atracción que siente por Ty es una traición hacia el hombre que cambió su vida. Ty, por otro lado, es consciente de que una relación con la dueña pondría en peligro su carrera... Algo inaceptable.
Tengo que decir, antes de nada -o después de todo esto-, que la primera vez que leí la sinopsis sólo pude pensar: ¿cómo es posible que se casara con el detestable Virgil Duffy? Para las personas que hayan leído los anteriores libros de la saga, sabrán que una de las historias comienza precisamente con la huida de una joven el día de su boda... ¡con Virgil! Desde ese momento las apariciones de dicho individuo no harán más que ganarse la antipatía del lector. Bien; en este libro, por el contrario, el recuerdo y sentimientos de la protagonista nos muestran una persona totalmente diferente; algo que de alguna manera me ha gustado, ya que muestra y potencia el carácter tierno y sensible de ella..., y no nos la presenta como a una simple aprovechada.
La relación entre ambos es tensa, con una atracción-odio en un primero momento, pero con un cambio por ambas partes al ir conociéndose más en profundidad. Uno de los puntos que más me ha gustado del libro es la justa explotación del pasado de Faith; no es algo que llegado el momento sea utilizado excesivamente como objeto de menosprecio.
-No me importa lo que lleva puesto Miss Enero cuando firma los cheques; sólo que siga haciéndolo.Tengo que mencionar a la madre de ella y al padre de él; ambos ejemplos a-no-seguir. Las escenas donde aparecen estos dos padres-adolescentes-hormonados están entre los ridículo y lo desternillante. Teniendo en cuenta la personalidades de los dos, sus hijos salieron la mar de bien...
[...]
-Estoy pletórica, por supuesto. Mi fallecido marido era un admirador incondicional del talento del señor Savage -repuso ella, pronunciando mal su nombre otra vez.
-Se dice Sah-vah-ge. Alargando la segunda a -intervino él antes de pensárselo dos veces.
La prensa se volvió en la mesa hacia él. Ty se apartó de la puerta.
- Ya que es la dueña del equipo, debería saber pronunciar bien mi nombre. Se dice Sah-vah-ge. No Savage.
Ella amplió la sonrisa.
-Gracias. Lo siento, señor Sah-vah-ge. Y dado que soy la que firma sus cheques, debería saber que fui Miss Julio, no Miss Enero.
Como parte mala quizá destacaría la lentitud que se toma Rachel Gibson a la hora de establecer un contacto más intimo entre los protagonistas. Esto no quiere decir que sea aburrido, porque si algo caracteriza a la autora es su estilo ágil y ameno, pero podría haber creado más escenas divertidas y llenas de tensión en un principio.
Para aquellas personas que después de leer la sinopsis o alguna reseña noten un tufillo a Tenías que ser tú de Susan Elizabeth Phillips o a Contacto de Deirdre Martin, decir que puede que las historias tengas algunas similitudes en algún momento, pero es algo que no quita merito a una historia buena de por sí y con un estilo propio... He leído los tres libros y, sin duda, recomiendo éste. Espero con ganas la próxima novela, con un protagonista que me llama mucho la atención, y que podéis conocer en esta.
Nota sobre cinco
Títulos de la serie
1. Simplemente irresistible
2. Jane juego y gana
3. The trouble with Valentine´s day
4. Amor verdadero y otros desastres
5. Nada más que problemas (Marzo 2013, Phoebe)